Premio Planeta

Daniel Sánchez Arévalo: «Suelo desconfiar de las ideas»

El finalista del Premio Planeta tiene una de las carreras cinematográficas más interesantes del nuevo cine español. Ahora da el salto a la narrativa con una obra con voz femenina.

Daniel Sánchez Arévalo: «Suelo desconfiar de las ideas»
Daniel Sánchez Arévalo: «Suelo desconfiar de las ideas»larazon

El finalista del Premio Planeta tiene una de las carreras cinematográficas más interesantes del nuevo cine español. Ahora da el salto a la narrativa con una obra con voz femenina.

Cuando Daniel Sánchez Arévalo empezó a construir la historia con la que ha logrado ser finalista del Premio Planeta, «La isla de Alice», no pensaba que podría ser una novela sino un guión cinematográfico. Pensaba en una película pensada para ser realizada en Estados Unidos, uno de sus sueños tras haber sido premiado por producciones como «La gran familia española». Pero la historia de Alice, una mujer que trata de averiguar los misterios que rodean la muerte de su marido, ha acabado siendo una novela que pronto estará en manos de los lectores. De «Amy», como se titulaba en un primer momento, pasó a ser «La isla de Alice»

–¿Cómo nació este proyecto?

–Desarrollas una idea porque eso es escribir guiones. Pero desconfío de las ideas. Lo que hago es lanzarlas en mi cabeza e ignorarlas para dejar que queden solamente las que son potentes. Con esta veía que no paraba de tomar notas y notas, que me iba atrapando, que cogía fuerza. Así estuve durante seis años, un tiempo en el que rodé dos películas. Yo siempre pensé que esta historia me podía llevar a otro sitio porque requiere una madurez que no tenía al principio. Es algo que me pasó con mi primer largometraje, con «AzulOscuroCasiNegro». Mi productor me dijo de empezar a rodar, pero no quise. Preferí antes filmar dos cortos. Una vez acabado vi que sí, que ya podía ponerme con «AzulOscuroCasiNegro». Aquí ha pasado lo mismo. Solamente acabada «La gran familia española» me dije ahora sí, lo voy a intentar. Me di cuenta de que tenía tanto acumulado que eso no se podía contar en una película de dos horas, sobre todo por lo que tiene que ver con el interior, con la psicología de la protagonista.

–¿Pero rehuyó del cine mientras escribía la novela?

–La peripecia que se cuenta es muy cinematográfica. El argumento es muy de película y eso es algo que está en la novela, pero luego está la otra parte que es lo que vive ella, lo que sufre ella, sus constantes contradicciones y el meterse en su cabeza. Ella está haciendo algo, va por un camino que no sabe si le llevará a un camino bueno. Es una mentira, un secreto al que tiene que aferrarse, pero no sabe si lleva algo bueno. Es también una inmersión en la sociedad de la isla a la que tiene que acudir y allí es donde realmente arranca la historia.

–¿Cómo es el tono de la novela? En su cine no falla un tono tragicómico. ¿También lo encontraremos en «La isla de Alice»?

–No hay humor. Para mí es una mezcla entre el «thriller», porque ése es el hilo conductor de toda la historia, y una novela intimista que ahonda en las relaciones personales y en la necesidad de ver qué pasa, de amar y ser amado. Luego está el drama costumbrista, en el que sí que hay toques de humor, porque es mi retrato de la sociedad norteamericana, de esa clase media alta. Los americanos se mueven entre la cordialidad y la amabilidad, pero detrás de todo eso, de puertas adentro, me gusta ver qué es lo que pasa. Y eso es lo que tiene que conseguir Alice: meterse en las casas de las personas para ver qué es lo que esconden. Una de ellas tiene la clave y la solución a ese dilema.

–Hablaba durante el pasado jueves de su libro como una historia de superación.

–Sí, lo es porque es alguien, una madre, que sufre una pérdida, que busca una luz. Al final, esta madre con dos hijas se aleja del tono de mis películas. Lo que sí que puede tener en común con ellas es la emoción, algo que considero esencial. Quiero tocar el corazón, que todo el viaje y la peripecia te deje como un calorcillo.

–El misterio también juega un papel fundamental en el desarrollo de los hechos narrados en «El viaje de Alice».

–Sí, el misterio es la punta de un iceberg en el que más vale que exista algo debajo porque si no sería decepcionante. Es un motor importantísimo porque si no, ¿cómo acabas 600 páginas? Nunca supe desde el principio lo que iba a pasar. He hecho este recorrido con Alice, de su mano. Es un recorrido hiperrealista porque todo lo que hace es algo que usted y yo podríamos hacer. Es una profesora de bellas artes que se mete en un «thriller» doméstico.

–¿Ha tenido algún autor en mente como referente?

–Pensaba en los nombres de la gran narrativa norteamericana contemporánea actual como Richard Ford, Jonathan Franzen o Donna Tartt.