Denzel Washington: «El cine es negocio, manda la taquilla no el color de piel»
«The Equalizer 2» es la primera secuela de su carrera. Vuelve a ser, a las órdenes de Antonie Fuqua, un inmisericorde justiciero que quiere resolver el asesinato de una amiga
«The Equalizer 2» es la primera secuela de su carrera. Vuelve a ser, a las órdenes de Antonie Fuqua, un inmisericorde justiciero que quiere resolver el asesinato de una amiga.
Cuando tenía 14 años sus padres se divorciaron y su madre decidió enviarle a un colegio privado, decisión que en palabras del actor le salvó de tomar el camino equivocado, (muchos de sus amigos de entonces acabaron en prisión). Precisamente por este motivo Denzel Washington profesa un amor incondicional hacia su progenitora. Esa decisión fue clave para que él se dedicara a estudiar y fuera a la Universidad, donde se graduó en periodismo e interpretación.
Desde hace veinticinco años nos ha deleitado con película como «Malcolm X», «El demonio vestido de azul», «Glory» o «Training Day», con las que consiguió el Oscar al mejor secundario y mejor actor. Washington es uno de los más actores más carismáticos de Hollywood y aún puede más o menos llevar una vida discreta cuando está en la calle. En persona se presenta seguro de sí mismo. Los años empiezan a hacer mella en su físico (cumple 64 a finales de año), aunque mantiene un estupendo aspecto, una sonrisa de anuncio y una dentadura envidiable.
Washington repite por cuarta vez con Antoine Fuqua y es la primera vez que el actor se compromete a hacer la segunda parte de un filme en todos sus años delante de las cámaras. Ahora, el ex marine Robert McCall (Denzel Washington) regresa para enfrentarse a la desaparición de Susan Plummerr (interpretada por Melissa Leo), una amiga personal y ex agente de la CIA retirada. McCall tendrá que enfrentarse con unos sicarios de alto nivel para poder resolver el asesinato. El filme esta coprotagonizado por Pedro Pascal, conocido por su papel en Narcos y Ashton Sanders.
–Su carrera es larga, aunque nunca había interpretado una secuela. ¿Por qué ahora ha dicho que sí?
–La primera película funcionó muy bien y me apetecía trabajar con el mismo equipo con el que mantuve una excelente relación, tanto con el productor Tom Black (con el que he trabajado en infinidad de ocasiones) como con Antoine Fuqua. Todo encajaba, solo faltaba un guión a la altura. Y ese guión llegó. Tampoco me gusta pensar en el concepto secuela. Yo diría más bien que el anterior es un filme que quedó con un final abierto y en éste estamos cerrando el círculo.
–«The Equalizer 2», a pesar de ser una película de acción tiene sus momentos emocionales.
–Sí, sobre todo la relación entre Robert McCall, mi personaje, y Miles, el que interpreta Ashton Sanders, una relación casi paterno-filial.
–La escena con él en la que está a punto de coger una pistola que es muy intensa.
–Ya lo creo. No la rodamos siguiendo específicamente el guión, nos salió de una forma natural. Pienso que demuestra perfectamente la relación que se establece a lo largo del filme entre ambos. Mi personaje en cierta forma pasa a convertirse en una especie de figura paterna.
–Es la cuarta vez que trabaja junto a Antoine Fuqua, tras «Training Day», «The Equalizer», y «Los siete magníficos». ¿Hay buena sintonía entre ustedes?
–Trabajamos muy bien juntos y tenemos éxito, nuestros proyectos funcionan tanto creativa como financieramente y eso es fundamental en el cine, la taquilla, más que el color de la piel. Me gusta repetir con directores con los que mantengo una buena relación. Lo hice con el ya fallecido Tony Scott y lo he vuelto a hacer también con Spike Lee y Ed Zwick. Sé que suena a cliché, pero no hay nada mejor que trabajar con gente con la que te entiendes bien. Lo otro es complicarse.
–Hay una frase en el filme que me llamó la atención: «El pasado nunca se queda en el pasado». ¿Lo cree así?
–Sí, estoy de acuerdo en cierta manera. El pasado se encarga de recordarte cosas de vez en cuando. Imagino que otra pregunta apropiada que uno se puede hacer es «¿Quieres quedarte estancado en el pasado?» (risas). Pero, sí, creo que la frase tiene bastante sentido.
–En esta segunda entrega su personaje se abre más, emocionalmente hablando. Tiempo atrás entrevistaba a Benicio del Toro y me comentaba que le ha costado veinte años como actor estar en contacto con sus emociones. ¿Cree que es algo que va relacionado con el género?
–Me parece que eso sería generalizar demasiado, no creo que sea tan radical. Cierto es que algunos hombres se muestran más herméticos con sus emociones debido, quizá, a la educación recibida, peor no creo que se pueda generalizar con todos los hombres.
–¿Considera que en la sociedad actual la gente tiene la necesidad de crear un enemigo para sentirse más poderosos?
–Siempre ha existido el hombre del saco (risas). Esa persona a la que hacer responsable si las cosas salen mal.
–En el filme ayuda a Miles, interpretado por Ashton Sanders, a no desviarse hacia el mal camino. He leído que su madre le llevó a un colegio privado de pequeño porque se relacionaba con gente no muy recomendable, ¿es cierto?
–No creo que fuera tanto el colegio privado sino más bien el amor incondicional que ella tenía por mí, y los sacrificios a los que estaba dispuesta por su hijo. En el filme Miles se da cuenta de que mi personaje se preocupa por él de una manera desinteresada, y para él eso es nuevo porque no lo ha sentido antes y no sabe realmente cómo reaccionar. A medida que la relación se estrecha y él se siente cómodo comienza a establecer o a hacer amagos de acercamiento. Es entonces cuando McCall, el personaje que interpreto, percibe ese acercamiento y se da cuenta de que no sabe si está preparado para esta relación con toque paternalista.
–¿Si tuviera que elegir un filme de su carrera cual sería?
–Tengo que confesar que he aprendido de todas las películas que he interpretado, incluso de las que no volvería a rodar jamás (risas).
–¿No tiene una favorita?
–La preferida siempre es la que está por hacer.