¿Dónde está la reina de Egipto?
La arqueóloga dominicana Kathleen Martínez cumple 10 años en su búsqueda de la tumba de Cleopatra VII y Marco Antonio en el templo ptolomeico de Taposiris Magna a 50 kilómetros de Alejandría.
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La arqueóloga dominicana Kathleen Martínez cumple 10 años en su búsqueda de la tumba de Cleopatra VII y Marco Antonio en el templo ptolomeico de Taposiris Magna a 50 kilómetros de Alejandría.
Cleopatra VII se suicidó hace más de dos mil años y aún sigue levantando una fascinación que la ha perseguido en numerosas pinturas, en la ópera, y en más de setenta obras literarias y media docena de películas interpretadas por estrellas como Vivian Leigh y Elizabeth Taylor. Y no sólo por su personalidad y belleza sobre la que los especialistas no se ponen de acuerdo, sino porque sus historias de amor, primero con Julio César y luego con Marco Antonio redefinieron políticamente el mundo antiguo. Pero seguramente el misterio más conocido es la falta de información sobre su última morada, que la arqueóloga dominicana Kathleen Martínez asegura que está a punto de descubrir después de diez años excavando con su equipo a 50 kilómetros de Alejandría en Taposiris Magna. «Estoy convencida que voy a encontrar la tumba de Cleopatra VII, porque soy la única arqueóloga que ha estudiado su vida desde un amplio espectro, que ha dedicado años a estudiar su muerte seriamente y que ha desarrollado una teoría a partir de esos estudios combinando mis carreras de abogada criminóloga y arqueología», explica Martínez a LA RAZÓN. Pero, ¿cómo llega una licenciada en derecho a dedicar su vida a buscar a la última faraona de Egipto? «Soy abogada litigante al igual que mi padre y he ejercido la profesión de pedir Justicia durante muchos años sin imaginar que algún día iba a abandonar esta carrera para desarrollar un proyecto arqueológico sin precedentes en la República Dominicana: buscar y encontrar la tumba de Cleopatra en Egipto. Sin embargo, el proyecto es de una importancia tal que no he dudado en llevarlo a cabo. Sería el hallazgo más grande de este siglo y un aporte extraordinario a la historia», aclara sin ocultar su entusiasmo. Y es que desde 2004 lleva dedicada en cuerpo y alma a este proyecto al borde del Lago Mariut, en Borg al Arab, a unos 50 kilómetros al oeste de Alejandría, al que dedica entre 4 y seis meses, con parones durante los de verano porque «el calor es asfixiante».
Ocho años de estudios
Como relata la arqueóloga, sus estudios sobre la vida del personaje «y sobre todo, acerca de sus últimos días de vida fueron de casi 8 años. Nunca pensé que iba a practicar formalmente la arqueología, aunque había estudiado para ello. Fue una noche de primavera de 2004 (en su Santo Domingo natal) cuando sentí que había hecho (sin buscarlo) el gran hallazgo de localizar la tumba perdida de Cleopatra». Y ese fue el principio de su gran aventura: «Comienzo entonces a explorar la idea de viajar a Egipto para visitar los templos en Alejandría y de manera especial Taposiris Magna. El primer paso fue tratar de conseguir una cita con el Dr. Zahi Hawass (entonces Secretario General del Consejo Supremo de Antigüedades Egipcias) para que me autorizara la visita a los yacimientos arqueológicos de Alejandría que estaban cerrados al público y de manera muy especial, a estudiar in situ, el templo Taposiris Magna. Una vez que concluí el estudio de campo y que comprobé que mi teoría podía ser correcta, entonces me enfrasqué en la tarea de conseguir los permisos para excavar en Egipto -en los que tenía que cumplir con una cantidad inmensa de requisitos que exige el Consejo Supremo de Antigüedades Egipcias (Hoy, Ministerio de Antigüedades)-». Y es cuando se enfrenta a los primeros problemas, porque como ella misma explica, «las probabilidades de lograr este permiso eran mínimas ya que nunca había sido otorgada una licencia para excavar a ningún arqueólogo latino. Inicialmente me sentí frustrada y terriblemente agobiada por ser dominicana, pero luego comprendí que todo era parte de un mismo reto. Mi primer paso era romper con el paradigma de que la arqueología es una ciencia en la que solo trabajan los países desarrollados, y el segundo, demostrar que dentro de las brillantes páginas escritas por los más famosos egiptólogos del mundo faltaba el aporte de Latinoamérica». Y entonces comenzó a dar los pasos necesarios para ser tomada en serio ella y su proyecto: «Preparé 300 paginas, que presenté con enorme entusiasmo al rector de la Universidad Católica de Santo Domingo, reverendo padre dr. Ramón Alonso Beato (religioso salesiano) de quien la leyenda urbana dice que había renunciado a una gran riqueza en su natal España, para dedicarse al sacerdocio en nuestra islita caribeña. Al escucharme decidió apoyarme y presentar mi proyecto a los miembros del Consejo para su aprobación. Desde entonces represento con mucho orgullo a mi universidad y guardo un enorme agradecimiento al padre Alonso, pues fue la primera persona que creyó en mi proyecto». Indagamos en porqué el lugar escogido con tanto tino fue Taposiris Magna y es cuando aflora la experiencia previa de Kathleen Martínez. «Como abogada decidí estudiar la forma en que Cleopatra y Marco Antonio murieron. Pero más importante aún, sus perfiles psicosociales, su personalidad a través del diseño de técnicas proyectivas: sus aliados, sus enemigos, sus circunstancias... Y esto me llevo a desarrollar una nueva teoría y a seguir su pista hasta las ruinas de Taposiris Magna, y una vez allí, a través de mis estudios en arqueología, me decidí a dirigir un proyecto arqueológico en busca de su tumba». Además, las razones también son históricas, puesto que «la forma en que Cleopatra se suicidó haciéndose picar por un áspid mientras era prisionera de los romanos, fue el inicio de un acto religioso de profundo significado espiritual, llevado a cabo con gran misticismo, mucha fe y vasto conocimiento de los rituales osiriacos; desde mi punto de vista, este ritual se completó con el enterramiento dedicado a la triada Osiris-Isis-Horus junto a Marco Antonio. Y el lugar sin duda es Taposiris Magna.
Al final de sus días, ella estaba más preocupada de quedar en el anonimato -de perderse en la Historia- que de morir, pues para los egipcios la muerte no era el final». El enterramiento en ese enclave obedecería según la arqueóloga a «la forma dramática en que Marco Antonio muere en sus brazos en el mausoleo donde se escondían junto con sus tesoros, le dio a ella la oportunidad de representar la leyenda de Osiris e Isis frente a su pueblo. El plan original era morir juntos (se hicieron llamar “Synapothanoumenoi”, “aquellos que morirán juntos”) y quisieron quemar sus tesoros para que no cayeran en manos de los romanos. Pero tras la muerte de él, Cleopatra cambia el plan y trasmitir un mensaje a su pueblo».
En el proyecto que presentó Martínez al Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto constaban cinco puntos u objetivos principales a seguir: el primero, demostrar que el templo fue construido al inicio de la dinastía griega; el segundo, que funcionó durante muchas centurias; el tercero, demostrar que fue centro importantísimo de adoración de la diosa Isis; el cuarto, mostrar que tiene túneles y pasadizos y cámaras subterráneas; y el quinto, encontrar la tumba de Cleopatra y Marco Antonio. «De todos ellos sólo me queda por encontrar la tumba. Mis investigaciones iniciales me llevaron a comprender que Taposiris Magna era un templo importantísimo y muy sagrado que debió haber sido construido al inicio de la dinastía Ptolemaica. Esto quedó demostrado con nuestro hallazgo de la placa de la Fundación del Templo. En cuanto a que funcionó centurias: las cerámicas que hemos encontrado entre los escombros en las diversas capas de ocupación del templo realizando excavaciones sistemáticas nos han permitido demostrar que el templo estuvo activo desde el Siglo II aC hasta el siglo VIII dC). También es innegable la adoración de Isis gracias al hallazgo de un santuario con dos estatuas sin cabeza de la diosa tamaño natural, varias inscripciones en griego y demótico, bloques de granito con la inscripción: “Isis de Taposiris”, así como ostracas y otras piezas. Y finalmente, el importantísimo hallazgo de la estela o piedra Magna». La dominicana se refiere aquí al hallazgo de una tabla de piedra caliza, de 105 cm de altura, 65 cm de anchura y 18 cm de grosor, que fue esculpida en el noveno año del reinado de Ptolomeo V, solo dos años antes de la creación de la piedra Rosetta. Una inscripción donde el faraón entrega toda la tierra y los productos del templo a la diosa Isis y que incluye escritura del tipo jeroglífica y cinco líneas en Demótico que serían la traducción, aparte de la parte en griego que falta. «El hallazgo de la piedra Magna (como la he bautizado) es la prueba que necesitaba para demostrar la importancia de Taposiris Magna como centro religioso dedicado a Isis y ponerlo a la altura de otros templos Ptolemaicos como Philae y Dendera», aclara Martínez.
Un amor sin fin
Martínez explica que «debemos entender que tras morir César permaneció sola hasta su encuentro con Marco Antonio, que llegó a ser -a mi parecer- el gran amor de su vida. Se las arregló para convertirse en el hombre fuerte de la República primero, y luego, en dueño del Oriente, así entre otras cosas, conquistar el amor de Cleopatra. La hostilidad de la literatura grecorromana ante la reina es exagerada, como mujer fatal y perversa. Sin embargo, ningún autor podría decir quien sedujo a quien en el encuentro de Cleopatra y Marco Antonio en Tarso (Turquía), a donde ella fue obligada so pena de ser declarada enemiga de Roma. El matrimonio nunca fue aceptado pero sus cuerpos momificados yacen juntos como prueba de un amor que no tiene fin.
Un personaje vilipendiado por la Historia
«Cleopatra VII es el personaje histórico mas adulterado y vilipendiado de la Antigüedad y esto es prueba del odio y temor que sentían los romanos hacia ella. En el fondo, esto se debió a la defensa de un orden patriarcal resaltando las desventajas del poder femenino, la superioridad de Occidente frente a Oriente y la misoginia», destaca la arqueóloga, que asegura que la reina de Egipto sufrió «una campaña muy bien estructurada de distorsión de su imagen, dirigida por Cayo Cilnio Mecenas, consejero político y confidente de Octavio». Pero Martínez asegura que Cleopatra destacó en la antigüedad por pertenecer «a un grupo de mujeres filósofas cuyo pensamiento ha sido silenciado y también tuvo la oportunidad de recibir una educación formal en el Museium de Alejandría. Según mis investigaciones hablaba nueve idiomas (entre ellos egipcio, hebreo, latín, griego y otros muy exóticos como el troglodita) y además, estaba muy interesada por la ciencia y escribió varios volúmenes de medicina, alquimia y cosmetología».