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Eduardo Mendoza: «El día después de decir que me retiraba, me puse a escribir»

El escritor barcelonés regresa a la narrativa con la novela de humor «Tres enigmas para la Organización»
Eduardo Mendoza presenta  su nueva novela, 'Tres enigmas para la Organización',
Eduardo Mendoza presenta su nueva novela, 'Tres enigmas para la Organización',Marta PérezEFE
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Después de ahondar en su propia biografía en una serie de novelas protagonizadas por su álter ego Rufo Batalla, Eduardo Mendoza regresa a la ficción total con «Tres enigmas para la Organización», libro que llegó ayer a las librerías de la mano de Seix Barral y donde el humor se adueña de todas sus páginas. Como si se tratara del encuentro de John Le Carré con Mortadelo y Filemón, Mendoza nos presenta en la Barcelona de hoy a la Organización, un estamento secreto creado en el franquismo y que sigue en funcionamiento con un curioso plantel de agentes secretos. El autor habló ayer con este diario.
Parece obligado empezar preguntándole por unas declaraciones realizadas hace unos meses y donde decía que ya no volvería a escribir. Sin embargo, ahora nos llega con un libro que no parece ser un manuscrito antiguo perdido en un cajón.
No, no, esto no estaba en un cajón. Esta novela la empecé a escribir al día siguiente de hacer estas declaraciones. No fue algo que dijera de una manera dramática. Pensaba que a lo mejor me tengo que retirar. Cuando acababa de decir esto, tenía convencido a todo el mundo, es cuando me pregunté y ahora qué hago. Fue entonces cuando me puse a escribir esta novela. Lo hice como quien se va a pescar y a ver si pican. No tenía nada en la cabeza, ni pensaba que estuviera haciendo nada, así que salió sola y con mucha facilidad. A veces, cuando te crees que no estás haciendo nada es cuando mejor salen las cosas.
Leyendo «Tres enigmas para la Organización» es evidente que el autor se ha divertido mucho escribiendo.
Sí, era a lo que iba. También es verdad que para que una cosa sea divertida durante 400 páginas hay que poner algo más. Un chiste solo de 400 páginas no se aguanta. Esto es algo que creo empezó Cervantes con la idea de escribir una novelita corta sobre un loco que hacía no se sabe qué.
Esta novela llega después de concluir una trilogía inspirada en usted y su aventura personal. ¿Se ha sentido más liberado al no tener que mirarse a sí mismo?.
Sí, exactamente. Ha sido más liberador. Es como si después de un día de trabajo, te pones a ver una cosa en la televisión bien tonta y bien ligera para disfrutar porque el trabajo ya lo has hecho. Pero, en este caso, la serie, en vez de verla, la he inventado.
¿Es la ficción su mejor herramienta para hablar de la realidad?
Es que yo no sé vivir de otra manera. Además los que nos dedicamos a la novela sabemos cuando estamos en la ficción y cuando estamos fuera.
¿Se puede decir lo mismo del uso que hace del humor?
No lo sé. Es una forma de tener una una mirada sobre la realidad. Hay, claro, otras.
Lo que sí parece leyendo su nuevo libro es que esta Organización de la que habla se parece mucho a la T.I.A. de Mortadelo y Filemón. Incluso usa un humor que puede recordar al de Francisco Ibáñez.
Sí, sí, algo de eso hay. Soy heredero de esa gloriosa época en la que me eduqué literariamente gracias al «TBO», o «Pulgarcito». Ibáñez es contemporáneo mío. Los dos bebimos de la misma fuente que era la familia Cebolleta, don Pío y el repórter Tribulete. Eran mis amigos del alma y hay algo de todo eso en mí. Sin embargo, creo que a Mortadelo y Filemón también los imita la CIA de verdad porque hay algo en estas organizaciones secretas de espionaje que es muy terrible y muy ridículo.
La Organización es una entidad que viene del franquismo y se ha quedado en un asombroso limbo burocrático.
También es un retrato muy lejano de mi generación. Venimos del franquismo, no pertenecemos a él, pero nos hemos quedado con algunas cosas hereditarias y ahí las tenemos.
Uno de los personajes de la novela dice que vivimos en una época de «frivolité». ¿Lo cree?
Creo que sí, pero lo que no sé es si ha habido otras épocas en las que todos leíamos a Ortega y Gasset. Lo que pasa es que ahora todos tenemos acceso a la «frivolité» como espectadores y como actores. Nada nos impide, a través de instagram o la televisión saber lo que antes sabíamos solo de cuatro folclóricas y dos toreros. ¿Es mejor o peor esta época? No lo sé. El día del juicio final es también posible que alguien nos diga que era mejor el siglo XVII.

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