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Sam Shepard, elegido para la gloria

El actor, que murió a los 73 años, era uno de los más reconocidos dramaturgos en EEUU
larazon

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El actor, que murió a los 73 años, era uno de los más reconocidos dramaturgos en EEUU.
La vejez le imprimió en el rostro una patena de seriedad que desmiente la leyenda que aún arrastra de hombre excesivo, sin límites, de enormes desenfrenos. Sam Shepard, que ha muerto a los 73 años como consecuencia de la enfermedad de ELA (igual que el historiador Tony Judt y el escritor Ricardo Piglia), nació en 1943 en Fort Sheridan, Illinois, y presumió siempre de una vida tumultuosa, que rayaba en el límite y que le dio una especie de autenticidad, un sello que le acompañaría siempre. Aunque estuvo considerado como uno de los principales dramaturgos contemporáneos de Estados Unidos, en España sólo han trascendido sus trabajos cinematográficos y no su ingente producción teatral. De joven gastaba esas aristas del tipo guapo, pero canallesco, con el pelo echado hacia atrás y un deje chulesco en la expresión que siempre cultivó y que le granjearon fama de rebelde sin remisión, de indisciplinado irresistible. Una estampa que fomentó con esa imagen que basculaba su apuesta intelectual como escritor y esa pose de cowboy del viejo oeste que le dieron tantas películas y que es como se le recuerda actualmente, aparte, por supuesto, por su largo matrimonio con la actriz Jessica Lange. Aunque entró por la puerta del teatro, como tantos intérpretes, a Sam Shepard comenzó a apreciársele por sus papeles en el cine. Tras iniciarse en el guión cinematográfico a finales de los sesenta, irrumpió en la gran pantalla de la mano del inclasificable Terrence Malick, que por esos días acuñaba también su propia mitología como cineasta personal y reservado. «Días del cielo» (1978) supuso el salto a la popularidad que después reafirmaron trabajos como «Frances» (1982), donde coincidió con quien más tarde se convertiría en su esposa por, nada menos, dos décadas, algo casi impensable en Hollywood. Pero lo que le pondría en primera fila sería, sobre todo, «Elegidos para la gloria» (1983), un taquillazo en toda regla. Éste era un filme épico sobre la carrera de los pilotos norteamericanos por romper la barrera del sonido con sus aviones y que se centraba en el proyecto que más tarde desembocaría en los primeros pasos de lo que se llamaría la carrera espacial. La producción reunió a otros intérpretes hoy también célebres, como fueron Ed Harris y Dennis Quaid. Dirigida por Philip Kaufman y basada en una exitosa novela de Tom Wolfe, este papel supondría la consagración definitiva de Sam Shepard entre el gran público. A partir de aquí su rostro, tan reconocible, encarnaría ciertos valores de arraigada estirpe americana, como la independencia, la invididualidad, la presunción del individuo de crear su propio destino y ceñirse a las únicas normas que él se da. La participación en esta última cinta le valió una nominación a los Oscar en la categoría de Mejor Actor. Fue uno de sus hitos. Otro sería escribir, él siempre se consideró más escritor que intérprete, el guión de uno de esos títulos que aún perduran en la memoria de varias generaciones: «Paris, Texas» (1984), de Wim Wenders, con Nastassja Kinski en uno de los principales papeles, y que se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Esta participación le daría un enorme prestigio. Sus apariciones en el cine han sido frecuentes, aunque jamás superarían las anteriores interpretaciones, como lo demuestra «Magnolias de acero» (1989), un filme con un impresionante reparto femenino que iba de veteranas como Shirley McLaine hasta mitos más recientes como Julia Roberts; «Corazón Trueno» (1992), un trabajo más bien mediocre junto a Val Kilmer, o un éxito como «El informe pelícano» (1993), donde coincidiría de nuevo con Julia Roberts y con Denzel Washington. En 2000 se le vería junto a Matt Damon y Penélope Cruz en «Todos los hermosos caballos», pero sería la siguiente terna de realizaciones lo que más presente tiene el público. La primera es «La operación Swordfish» (2001), un thriller junto a Hugh Jackman y Halle Berry, y, sobre todo, «Black Hawk derribado» (2001), una película bélica que narra un hecho real en Somalia que conmocionó la conciencia de los norteamericanos en 1993. «Diario de Noa» (2004) fue su siguiente trabajo y, entre las últimas cintas en las que se le ha podido ver están «El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford» (2007), «Blackthorn» (2011) y la prestigiosa «Mud» (2012), con Matthew McConaughey. Detrás de las cámaras rodó «Lengua silenciosa» (1994). Ganó su prestigio en el teatro con obras como «Buried Child» (1979), con la que ganó un Premio Pulitzer.

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