El héroe medieval del desarrollismo español
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En los 50, la época dorada del tebeo español, ser dibujante de historietas era una tarea ingrata, nunca reconocida por los editores ni por los lectores, que disfrutaban de decenas de héroes sin preguntarse quién los habría dibujado, aunque su nombre apareciera algunas veces en la primera viñeta. Dos de los más famosos héroes fueron El Guerrero del Antifaz y Roberto Alcázar y Pedrín, dibujados por Manuel Gago y Eduardo Vañó, y los niños suponían que las aventuras las escribían los mismos dibujantes. Nunca fue así. El nombre del guionista jamás aparecía. Era como un negro que ideaba, escribía los diálogos y maquinaba las mil y una formas de que el malvado Ali Kan raptara a la pobre Ana María para que El Guerrero del Antifaz la salvara de algo peor que la muerte, perder la virginidad en el serrallo de la morería. A raíz del éxito del capitán Trueno, dibujado por el valenciano Ambrós, comenzó a correr entre los profesionales el nombre de su guionista, Víctor Alcázar, pseudónimo del escritor y guionista Víctor Mora, un barcelonés que desde los años 40 igual concebía héroes policiacos como El Inspector Dan y Ángel Audaz como seriales de ciencia ficción. Los dos que le dieron la fama fueron El Capitán Trueno y El Jabato. Dos de los héroes más queridos por la chiquillería. Ambrós ya había conocido el éxito con El Caballero Fantasma y su hijo Chispita pero fue a partir de la idea de Víctor Mora de actualizar un héroe similar a El Guerrero del Antifaz cuando rompió las barreras de venta y popularidad logradas por Gago y su archifamoso Guerrero, que vendía 200.000 ejemplares semanales. El éxito de El capitán Trueno no tenía precedentes: vendía 350.000 ejemplares semanales. Editorial Bruguera, que había renovado el estilo tosco de los tebeos apaisados de Editorial Valenciana y Editorial Maga, apareció en los quioscos con un tebeo de portada brillante y dibujados con una factura impecable. Mora ideó un héroe medieval español que luchaba en las Cruzadas. Pero su modelo era «El príncipe Valiente» (1954). Le acompañaba un personaje infantil, el escudero Crispín, y un grandullón llamado Goliath. Ambos componían el dúo cómico en las peleas, uno dando patadas a las espinillas y el gigante, aporreando a los enemigos con una pata de jamón . Completaba el triángulo un diosa vikinga, Sigrid, lejana como la brumosa tierra nórdica. La novia del Capitán Trueno modernizaba a la lánguida heroína decimonónica. Sigrid, reina de Thule, era combativa, no se arredraba ante el enemigo y se revolvía furiosa. Si El guerrero del Antifaz y Roberto Alcázar y Pedrín fueron los héroes de posguerra, El Capitán Trueno representó el desarrollismo español de los 60. Mora fue quien supo plasmar los nuevos tiempos que comenzaban y Ambrós quien modernizó con sus expresivos dibujos el tebeo español, creando juntos un héroe imperecedero, aún hoy vibrante, después de 60 años: el Capitán Trueno.