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«El mago de Oz»: El algoritmo hace a Dorothy reina del cine

Un algoritmo, ciertamente, no se equivoca. Otra cosa es que el objeto de estudio para el que haya sido predeterminado sea interesante o no, útil o no, congruente o no

«El mago de Oz» (1939) es la película más influyente del cine según un estudio de la Universidad de Turín
«El mago de Oz» (1939) es la película más influyente del cine según un estudio de la Universidad de Turínlarazon

Un algoritmo, ciertamente, no se equivoca. Otra cosa es que el objeto de estudio para el que haya sido predeterminado sea interesante o no, útil o no, congruente o no.

Los algoritmos son la nueva piedra filosofal y tienen la ventaja de ser tan inmateriales y escurridizos como los gamusinos con que nos engañaban en la infancia. Basta con que alguien señale el camino de un algoritmo para que todos acerquemos la cabeza en busca de una verdad revelada. Un algoritmo, ciertamente, no se equivoca. Otra cosa es que el objeto de estudio para el que haya sido predeterminado sea interesante o no, útil o no, congruente o no.

Y más importante aún son las conclusiones que luego extraigamos del algoritmo y el modo en que las «vendamos» a la opinión pública. Esto viene a cuento de un estudio de la universidad de Turín que usando uno ha descubierto que (oh magia) «El mago de Oz» es el filme más influyente de la historia del cine. Rápidamente habrá quien crea, más aún espoleado por los titulares, que «influyente» es lo mismo que «el mejor» y llegará el día en que creamos que ciertamente un algoritmo puede resolver más adecuadamente que nosotros el misterio imponderable de lo que consideramos bueno, bello, sublime, exquisito o excelente.

O el día en que todo eso ya no importe y que, como sucede cada vez más, los conceptos subjetivos de calidad y excelencia cedan ante los mesurables o maleables conceptos de popularidad o influencia. Y entonces «El mago de Oz» sería la mejor película de la historia y «Star Wars» (según el estudio italiano), la segunda, y «Psicosis», la tercera. Pero en realidad, más allá del titular capcioso, lo que ha medido el algoritmo empleado por la universidad de Turín –cruzando una base de datos de 47.000 películas, mayoritariamente occidentales– han sido las referencias de películas en otras películas, lo que, por lo demás, por cuestión obvia de longevidad, hace que en la lista primen cintas antiguas como la citada de Victor Fleming, del año 39, el «King Kong» de 1933 (en el cuarto puesto) o «Metrópolis» (1927), que figura en el sexto.

«Proponemos un método alternativo a las recaudaciones en taquilla, que se ven afectadas por factores que van más allá de la calidad de la película, como la publicidad y la distribución, y las revisiones, que en última instancia son subjetivas, para analizar el éxito de una película», asegura el doctor Livio Bioglio, llevándose al terreno de su investigación concreta el concepto de «éxito». Lo que está claro, si el algoritmo no falla (y no lo hace), es que «El mago de Oz» es la película más autorreferenciada en el cine posterior dentro de las casi 50.000 investigadas.

Dilucidar cuál es la «mejor película de la Historia» sigue siendo tarea humana; por tanto, subjetiva y, según el parecer general hacia el que caminamos, mucho más falible que el dichoso algoritmo. ¡Que invente él!