El rastro de ADN de Dalí
No es necesario desenterrar al artista para tomar pruebas genéticas de sus restos, como dice un juez. Se puede hacer a través de sus familiares
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No es necesario desenterrar al artista para tomar pruebas genéticas de sus restos, como dice un juez. Se puede hacer a través de sus familiares.
En los últimos años no han sido pocas las demandas que se han realizado sobre aparentes paternidades. Hay casos en los que los supuestos vástagos vieron cómo el ADN les cerraba las puertas de cualquier posibilidad de reclamación económica; así sucedió con el actor y cantante francés Yves Montand, el general argentino Juan Perón o la estrella del ajedrez estadounidense Bobby Fischer. También ha ocurrido lo contrario, por ejemplo, con el padrino del soul James Brown, cuando el ADN demostró que tuvo un hijo con una de sus coristas, lo que ha permitido que el niño haya podido acceder a una cuarta parte de la fortuna del músico.
Pero el caso de Salvador Dalí ha tomado tonos esperpénticos hasta el punto de que su protagonista, Pilar Abel, la hipotética hija del genio ampurdanés, ya ha conocido dos resultados negativos de ADN en 2007 y 2009. Pese a ello insiste en una historia que no parece tener ningún tipo de lógica y que podría acabar con la exhumación del cadáver de Dalí, que reposa en el teatro-museo que lleva su nombre en Figueras. Desde hace unos días los servicios jurídicos de la Fundación Gala-Salvador Dalí trabajan con la abogacía del Estado para frenar que se tenga que desenterrar al padre de los relojes blandos.
¿Hay alternativas para evitar la imagen de la apertura de la losa? Lo más sensato podría ser acudir a los familiares directos del artista. Por la parte de los Dalí tenemos a Lali Bas Dalí, hija de Montserrat Dalí, una de las primas más queridas del maestro surrealista. Autora de «Los Dalí. Historia de una familia», libro en el que rememora la saga familiar, Bas Dalí ha rechazado hablar de este tema públicamente pero, a través de personas cercanas, se sabe que, con toda lógica, le enfada toda esta polémica.
La otra rama familiar del pintor es la que viene por parte de su madre, Felipa Doménech Ferrés, quien tuvo un hermano llamado Anselm, un importante librero que se convirtió en uno de los primeros apoyos de Salvador Dalí. El nieto de Anselm es Felip Domènech, un reconocido encuadernador de libros barcelonés. Pero el ADN de los familiares está también en los que formaron parte de la vida del artista, un pasado en ocasiones controvertido, pero del que se ha escrito mucho. Pilar Abel parece querer escribir un nuevo capítulo de esa trayectoria, aunque no ha aportado ni una prueba sólida que demuestre que su historia es cierta.
Entre burdeles
Si todo lo que cuenta tuviera algo de verdad, sería sobrina de otro Salvador Galo Anselmo Dalí Doménech, un primer Salvador Dalí Doménech que nació el 12 de octubre de 1901 falleciendo poco después, el 1 de agosto de 1903. En sus apasionadas memorias «Vida secreta de Salvador Dalí por Salvador Dalí» habla de ese niño muerto antes de tiempo, aunque afirma equivocadamente que vivió tres años y murió a consecuencia de una meningitis, pese a que el certificado de defunción apunta a un catarro infeccioso. En su autobiografía, el artista apunta que en su hermano se encontraba «la inconfundible morfología facial del genio». El pequeño está enterrado en el cementerio de Figueras. A él le dedicaría en 1963 un óleo con el elocuente título de «Retrato de mi hermano muerto», hoy en la colección del Salvador Dalí Museum de San Petersburgo. Otro de los escenarios fundamentales en la vida del pintor es Cadaqués. En su cementerio descansan los restos de su padre, Salvador Dalí i Cusí, a quien el hijo temía. Dalí i Cusí realizó sus estudios de Derecho en Barcelona. En la capital catalana conoció la bohemia, visitando los burdeles donde parece que cogió alguna enfermedad de transmisión sexual. Don Salvador no quiso que su hijo viviera el calvario que había padecido por sus aventuras, por lo que instaló en la casa familiar de Figueras y logró un libro en el que se mostraba en grabados las consecuencias de las enfermedades se-xuales. Todo ello hizo que el pintor pasara su vida con pánico hacia la mujer, con la excepción de Gala, su esposa y musa.
El nicho del cementerio de Cadaqués está compartido con Anna Maria, la hermana del pintor. Ella fue la primera modelo del artista –hoy se exhiben en las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía: «Muchacha de espaldas» y «Muchacha asomada a la ventana»–. Las relaciones entre am-bos fueron afectuosas, pero la aparición de Gala provocó algo parecido a los celos en Anna Maria, que dejaba de ser la protagonista femenina de la pintura de Salvador. Por todo ello y como respuesta a la autobiografía «Vida secreta», Anna Maria escribió el libro «Salvador Dalí visto por su hermana» donde reivindicaba la idílica infancia y primera juventud del pintor, incluso evocando las visitas que García Lorca realizó a Cadaqués. La aparición del libro en 1949, un año después del regreso de Gala y Dalí a la España franquista tras permanecer casi una década en Estados Unidos, hizo que la ruptura entre Salvador y Anna Maria fuera definitiva.
El apellido Dalí también lo encontramos en el cementerio del barrio del Poblenou de Barcelona, el primer camposanto de la ciudad. Allí está enterrada Felipa Doménech Ferrés, la madre del pintor. La muerte sucedió el 6 de febrero de 1921, en Barcelona, cuando desaparecía la esposa del notario Salvador Dalí i Cusí. Tenía 47 años y padecía un cáncer uterino. Para su hijo Salvador fue un duro golpe. Se quedaba sin la persona que lo había protegido ante la autoridad de su padre. Los Dalí la enterraron en un nicho que tenía detrás una historia muy interesante. La tumba había sido ocupada en primer lugar por Galo Dalí Viñas, el abuelo paterno del pintor surrealista, que se suicidó en abril de 1886 arrojándose por una ventana en un ataque de locura, tal y como descubrió Ian Gibson en su biografía sobre el artista. En un primer momento su cuerpo fue inhumado en un nicho de alquiler, el número 1554 situado en la cerca del cementerio de Poblenou. Un tiempo después, el 5 de octubre de 1912, los restos se trasladaron a otra tumba, la que actualmente ocupa y que, desde 1921, también acoge a la madre del genio surrealista.
A lo largo de su vida, Dalí siempre se dibujó como un hombre de ciencia, alguien a quien le interesaba estar al día de todolo que tuviera que ver con los últimos avances científicos. A este respecto, a finales de 1963 presentó en la Knoedler Gallery un cuadro de título llamativo, «GALACIDALACIDESOXIRIBUBUCLEICACID (Homenaje a Crick y Watson)». De esta manera quería aplaudir la concesión un año antes del Premio Nobel de Medicina a Crick y Watson, los responsables del descubrimiento sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos, el ADN que tanto lo fascinó y que se guarda en familiares suyos. El mismo que podría demostrar que Pilar Abel no es la hija del gran maestro del surrealismo.