España en el mapa
Espionaje entre naciones, secuestros de documentos, batallas en mitad del océano... Hubo un tiempo en el que el destino del planeta se libró en los mares, y España estaba a la cabeza de los progresos náuticos, logrando así ser la mayor potencia ultramarina durante siglos. Gran parte del éxito se debió a los estudios en cartografía, que permitía definir la geografía conocida con exactitud y así llegar al destino antes que cualquier otro rival. Por ello, el Museo Naval de Madrid inaugurará el 17 de diciembre la exposición “Dueños del mar, señores del mundo. Historia de la cartografía náutica española”, que permanecerá abierta hasta el 27 de marzo de 2016, con el objetivo de repasar la evolución de los mapas desde el siglo XIV hasta la actualidad y, en palabras de su comisario José María Moreno Martín, “dar a conocer la contribución fundamental de España al conocimiento geográfico del planeta. No existe ni mar ni océano que no haya sido navegado por marinos españoles, ni tampoco tierra pisada.”.
La muestra se divide en nueve salas, cada una dedicada a un siglo, comenzando por las cartas portulanas, mapas previos al descubrimiento de América y que, por tanto, tienen su centro en el mar Mediterráneo. Entre ellas se encuentran la “Carta pisana”, del año 1300, la carta portulana más antigua, y el Atlas náutico hecho por el taller de Abraham Cresques en 1375, cuya trascendencia reside, tal y como explica Moreno, en que “es el primero donde aparece una rosa de los vientos”. Además, en cada sala se encuentra “un modelo de los buques que se utilizaban en ese momento”, indica el comisario. También se han unido libros e instrumentos relacionados con la navegación, como astrolabios, ballestillas o elipsógrafos. Las piezas de la exposición no sólo proceden de los archivos del Museo Naval, sino también de otras instituciones como el Instituto Nacional para la Ciencia y la Tecnología, la Biblioteca Nacional o la Real Academia de la Historia.
Con el descubrimiento de América en 1492 la cartografía experimenta un cambio radical, adaptándose a las nuevas necesidades de los marineros. De esta manera, en la muestra encontramos “el globo terráqueo más antiguo conocido”, asegura Moreno, realizado por Martín Behaim. En 1494 se firmó el tratado de Tordesillas, que dividía las tierras conquistadas por España y Portugal, aunque para Moreno las líneas que se trazaron “fueron ficticias, nunca se respetaron”. Una de las consecuencias del descubrimiento del nuevo continente fue la creación de la Casa de Contratación de Sevilla en 1503, “el primer centro productor oficial de cartografía náutica en España”, para el comisario.
Posteriormente, la incorporación del Sacro Imperio Romano Germánico a la corona española provoca que “los autores de nuestros país decaigan hasta el siglo XVII, ya que la producción de la cartografía se traslada a Holanda”, declaró Moreno, quien añadió que el XVIII será “importante por la cantidad y la calidad de los mapas”. Así, en 1797 se crea la Dirección de Trabajos Hidrográficos, que devolverá a España el privilegio de ser el centro productivo de la cartografía. No obstante, para Moreno “el XIX lo empezamos muy mal”, refiriéndose a la batalla en la que la armada del Reino Unido venció a la coalición franco-hispánica en el Cabo Trafalgar, y a la invasión de España por parte de las tropas napoleónicas.
Tras estos sucesos el declive de nuestro país en ultramar fue imparable hasta la pérdida de Filipinas y Cuba en 1898. Ya entrado el siglo XX España sufría una nueva derrota, esta vez en la cartografía, cuyo estudio se había dispersado en numerosas instituciones que no se conjuntaron hasta 1943, cuando se fundó el Instituto Hidrográfico de la Marina, que “actualmente levanta los mapas náuticos en España”, dice Moreno. Con todo, a lo largo de la historia, observamos como los mapas “pierden color y tienen menos aderezo”, añade el comisario, evolucionando hasta los planos más prácticos que conocemos hoy.