Literatura

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Falcones: «Barcelona vive una involución»

El escritor regresa a la novela histórica con un fresco de la Ciudad Condal durante el modernismo

El escritor, ayer, antes de la presentación de una novela que le ha llevado tres años acabar
El escritor, ayer, antes de la presentación de una novela que le ha llevado tres años acabarlarazon

La Barcelona de 1901 tiene muchos paralelismos con la de hoy. Existían, por supuesto, grandes desigualdades sociales, incluso más exacerbadas que ahora, con una burguesía adinerada, ultracatólica y acomodada que miraba con displicencia a una enorme clase trabajadora, a la que explotaba y empujaba a la indigencia. Existía, también, una enorme tensión en el ambiente que contagiaba nerviosismo e intranquilidad. Igual que ahora. Solo hay una gran diferencia entre la Barcelona de 1901 y la de 2019, que dentro de este juego de fuerzas encontradas, existía un gran aliento vital y una desbordante creatividad que dio pie a movimientos como el modernismo. «Eso se acabó. Barcelona ya no es ese centro vital que atraía a la creatividad. Se ha impuesto una cerrazón endogámica, con el proceso independentista, que sí parece de otro siglo. Pero por mucho que se empeñen, Barcelona es mucha Barcelona y puede con lo que le echen. Pero se vive una situación muy tensa, involutiva», comenta el escritor Ildefonso Falcones.

El autor de «La catedral del mar» regresa a la novela con «El pintor de almas», (Grijalbo) un fresco descomunal de los años turbulentos de la Barcelona modernista que acabó con los tristes sucesos de la Setmana Tràgica. «Hasta 80 edificios de la ciudad, sobre todo iglesias, ardieron en aquellos días. La imagen era dantesca. No existía mucha ficción alrededor de los años de esplendor modernista y pensé que era algo a descubrir. Se han escrito muchos libros sobre Gaudí, sobre todo en clave esotérica, pero no sobre el conjunto de un movimiento que incluía a gente como Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch, Enric Sagnier o Josep Maria Jujol. Merecía la pena intentar esclarecer aquellos años», asegura Falcones.

Los protagonistas de la novela son Dalmau, un joven de familia anarquista estudiante de cerámica en la Llotja que busca entrar en la opulencia de la burguesía, a lo Julien Sorel o Pijoaparte a través del arte y la bohemia de la época. Y Emma, su , mujer, cocinera y una de las líderes de los movimientos sociales que proclamaban los derechos más fundamentales para los trabajadores. «El feminismo todavía no había surgido como fuerza, era más un movimiento intelectual, pero paradójicamente eran las mujeres las que lideraron estos movimientos, a pesar de que no podían votar. Las manifestaciones siempre tenían a mujeres con sus hijos en primeras filas para que la policía se lo pensase dos veces antes de embestir», comenta Falcones.

El retrato de aquella Barcelona se mezcla con una trama llena de amor, traición, violencia, sexo y busca despejar un interrogante, ¿por qué en la Setmana Tràgica solo se quemaron iglesias y no se tocó ninguna industria o propiedad privada burguesa? «Ellos eran los que les estaban explotando y llevando a la indigencia y sin embargo, la única vez que dejaron pasar a los bomberos para que hicieran su trabajo fue cuando una fábrica al lado de una iglesia se prendió fuego accidentalmente», explica Falcones, que se documentó con cerca de 200 libros para entender bien la época.

Y a pesar de que publicar un libro siempre es un momento feliz, el proceso de escritura ha sido difícil. Cuando comenzó le diagnosticaron un cáncer y ha hecho del proceso de escribir una odisea. «Con cada tecla sentía como cientos de pinchazos en los dedos. La enfermedad ha realentizado mucho el curso de la escritura, pero he intentado que no afectase al relato. Tenías que olvidar tu estado de ánimo. Pero la literatura siempre ha sido un aliento vital para mí y me ha permitido evadirme de mi propio problema», señala el escritor, que dedica el libro a todos aquellos que luchan contra esta terrible enfermedad.