Fallece el profesor Jan Kieniewicz, la voz del hispanismo polaco
Toda su carrera científica la desarrolló en la Universidad de Varsovia
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Si hay un nombre que simboliza y va a seguir simbolizando el saber de la historia y la cultura de España en Polonia es el profesor Jan Kieniewicz. Toda su carrera científica la desarrolló en la que ha sido siempre su casa, la Universidad de Varsovia, donde ejerció el magisterio y donde desempeñó también diversos cargos: director de la Cátedra de Iberística (1975-1981), vicedirector del Instituto de Historia (1981-1988), vice-director del Centro de Estudios sobre la Tradición Antigua en Polonia y en Europa Central y Oriental y del Instituto de los Estudios Interdisciplinarios “Artes Liberales” (1996-2008).
Es autor de una veintena de libros y de centenares de artículos referentes a la historia del comercio portugués en el Océano Índico, la expansión europea precolonial, la historia económica y social de la India en los siglos XVI-XVIII, el colonialismo en la época moderna, la teoría de los sistemas o la historia comparada de las civilizaciones.
A toda esta impresionante obra debemos sumar lo más importante y quizá más próximo a su corazón: sus trabajos sobre las relaciones hispano-polacas y en general diversos temas de la historia de España desde la época moderna hasta la actualidad. Además sirvió a su país como primer embajador de Polonia en España tras la caída del comunismo (1990-1994), siendo condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (1994) y la Cruz de Oficial de la Orden de Renacimiento de Polonia (2013).
A esta relación de méritos los que le conocimos podemos sumar su gran calidad humana, cercanía, grandeza de espíritu, caballerosidad, honor, vitalidad, generosidad y bondad. Virtudes todas que diferencian a los Grandes y a los Sabios del resto de los mortales. Era un ser humano excepcional. La noche del 27 de mayo la luz del hispanismo se apagó en esta parte de Europa. Nuestro querido Profesor, nuestro sabio, nuestro amigo, nuestro guía, ya ha regresado a la casa del Padre, como él mismo solía decir tras la muerte de sus seres queridos y amigos. Tus discípulos seguiremos tu estela para que el sol brille de nuevo. Agradecimiento eterno.