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Fernando Aramburu: "El humor deslegitima las posturas que defienden la violencia"

Publica «Hijos de la fábula», la historia en clave satírica de dos gudaris refugiados en Francia en el momento en que ETA firma la paz
Fernando Aramburu presenta estos días  "Hijos de la fábula"
Fernando Aramburu presenta estos días "Hijos de la fábula"FERNANDO ALVARADOEFE

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Los dramaturgos griegos comprendieron muy pronto que el humor no es un mero vehículo de divertimento, sino una hábil herramienta para sortear censuras y contar lo que no se puede expresar a través de la tragedia y el drama. Aristófanes lo comprendió muy bien ya en la comedia «Las avispas» y desde entonces la risa no es solo un recurso para provocar carcajadas en el público que ocupa la platea, sino un elemento crucial para retirar caretas, derribar imposturas y desenmascarar a falsos apóstoles a través de algo tan sencillo y a la vez tan complejo como es la risa. Esto es lo que hace Fernando Aramburu en «Hijos de la fábula» (Tusquets), su regreso a la temática de ETA después del éxito de «Patria». Esta vez lo hace desde el peligroso alero del humor y la historia de dos gudaris novatos, dos chavales con la cabeza ocupada por la retórica terrorista que se han quedado colgados en una granja en Francia mientras la banda armada firma la paz.
El escritor, sentado en una mesa, abrigado con una chaqueta, una gorra para resguardarse del frío y unas gafas, reflexiona y apunta, lo primero, «de qué hablamos cuando hablamos de humor, porque no es igual el chusco que el satírico, que se propone desautorizar actitudes y criticarlas. Mi humor tiende a esta última versión. Para poder permitírmelo, dejé fuera a las víctimas. Jamás aceptaría añadir más sufrimiento a las personas que han padecido tanto. Me sentiría dolido si fuera así. Este fue el freno que me impuse. De hecho, revisé las frases para evitar hacer daño en este punto».
Aquí el humor tiene una función muy clara.
Hay que tener en cuenta que el humor ha dejado manifestaciones memorables. Pensemos en el retrato que hace Chaplin de Hitler. La sátira y la parodia tienen una enorme posibilidad desmitificadora que me parece útil para representar las vidas de esas personas que consideraron legítimo hacer daño en nombre de un plan ideológico. El humor es un buen procedimiento para expresar ciertas historias relacionadas con un pasado atroz. Aporta perspectiva y es muy útil para deslegitimar posturas favorables a la violencia. Pero, repito, mi humor está relacionado con la sátira. Luego hay uno amable que no me interesaba para esta novela.
Era difícil lo que se proponía.
Antes de comenzar, me planteé, y esto estuvo presente todos los días que duró la escritura de la novela, cómo conseguir no dar a estos muchachos una capa amable o modélica. Era mi principal preocupación. En cada página he hecho ese esfuerzo: no consentir que la novela cayera ni en la parodia caricaturesca o en una versión blanqueadora de estos jóvenes.
[[DEST:L|||"La parodia es útil para desmitificar a aquellos que hacían daño en nombre de una ideología"|||Fernando Aramburu]]
Antes ha usado la palabra «desmitificar».
Considero el humor una manera de desmitificar, porque al hacerlo contradices argumentarios. A través del humor, nadie puede encontrar a estos terroristas como personas modélicas. El propósito era mostrarlos en su verdad cotidiana, en su ridiculez, en su fanatismo, en la manera a menudo simplona que tienen de ver el mundo través de una ideología, con todo su desajuste entre lo que son las cosas y el deseo que ellos tienen. Parte de su realidad da lugar a episodios cómicos, como su situación precaria por no tener apoyo, el hambre que pasan, el no tener armas, la soledad que sienten. He intentado que no sean solo terroristas y nada más, sino representarlos con sus circunstancias personales, como uno que es padre y que no ha visto a su hijo todavía, o el otro, que aún siente rechazo o temor hacia las mujeres. Esta clase de historias las lees en las conversaciones y libros confesionales que se conservan de estos individuos. Algunas anécdotas de los terroristas son muy conocidas y risibles. Todo eso sería cómico si no fuera porque se trata de personas que intentan matar a gente.
Ahora muestra a los terroristas con todas sus miserias.
Se les ha magnificado, sí, porque el mal fascina. Esto es muy humano. Ahora, si te acercas a ellos, a su día a día y pones la lupa sobre ellos, encontrarás muy pronto estas anécdotas que menciono y también sus contradicciones, sus cobardías y su odio.
[[DEST:L|||"En la política a veces se habla en nombre de las víctimas, pero sin tenerlas en cuenta"|||Fernando Aramburu]]
La retórica etarra era esencial para convencerlos.
Nadie nace católico o islamista, ni nacionalista o de derechas o de izquierdas. Esto se va inoculando desde la niñez, con la educación, en la convivencia, con la publicidad, los gustos, las preferencias. En realidad, todos somos hijos de alguna fábula. La diferencia es que unas permiten la convivencia pacífica y otras convicciones cometen atentados.
Ellos, los terroristas, creen estar en el lado correcto.
El islamista que se revienta con una bomba o el vasco que coge una metralleta para matar policías tienen el convencimiento de hacer lo que es justo y correcto. Ellos creen que no actúan en nombre del mal. Consideran que están haciendo lo bueno por sus pueblos. Por eso es difícil intervenir en ellos con principios morales. Usan conceptos a los que no han llegado por una reflexión propia, sino que los han asumido. Otros los cocinaron por ellos. Esto explica por qué en la mayoría de las organizaciones armadas predominan los varones jóvenes. Es muy indicativo. Ahí están en juego las pulsiones, la ingenuidad... Pero también, para mí, y es relevante, ha habido una elección personal por parte de ellos, por supuesto.
La fábula de ETA era imposible.
La fábula estaba allí acompañada de un dinamismo de acción y de arsenales, jefes, colaboradores anónimos, convencidos... y los epígonos, que tenían que incorporarse a unas estructuras de acción preestablecidas. También he sido adolescente y he estado expuesto a esto. Parar un ciclo de violencia continua es muy complicado, porque cuando se quiere detener viene la siguiente generación y después la otra... Así hemos estado durante varias décadas.
Vivió el ambiente.
Era muy fuerte. Tuve la fortuna de residir en una ciudad grande y con posibilidades humanas bastante mejores que las que había en los pueblos. Uno tenía mayor capacidad de control. No se estaba tan vigilado como en una aldea. Algo esencial. Llegar a la lectura muy pronto también me abrió los ojos sobre ciertas cuestiones y me proporcionó criterios que chocaban con la propaganda que predominaba en la calle y entre algunos amigos. Por otro lado, la circunstancias de hacer daño a los demás... mi educación de niñez, cristiana, me había procurado suficientes rudimentos morales sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal. Esto, y obras determinantes, como las de Albert Camus, me permitieron formarme unos criterios morales que me han servido hasta hoy en la convivencia.
[[DEST:L|||"ETA decidió seguir su proyecto a través de otros medios, pero no ha cancelado su proyecto"|||Fernando Aramburu]]
Alude al hastío de los etarras.
Los años pasan, los objetivos no se cumplen o se cumplen a medias para ellos, llega la soledad. El presidiario pierde el pelo, luego engorda... si uno lee bien sus testimonios, se ve que existía ya cansancio, pesimismo, incluso hubo suicidios entre algunos militantes. En muchos libros se pueden leer revelaciones de este tipo, de arrepentimiento. Todo esto se decía en el plano privado, claro, porque si se hacía en público, estas personas enseguida eran calificadas de traidoras. El proyecto siempre estaba por encima de los individuos.
La política aún usa a ETA.
El político va a lo suyo y sacará provecho de lo que pueda. Si puede usar una mención a ETA para derribar un discurso o mostrar un flanco negativo del adversario, lo hará, pero yo, sobre todo, preferiría que se fuera respetuoso con las víctimas y que se les prestara más atención. A veces se habla en nombre de ellas sin tenerlas en cuenta y eso no es elegante.
¿Temió que se produjera una escisión en ETA al firmar la paz?
Sí que lo temí. Hubo un debate interno en ETA. Había quienes deseaban continuar, pero se impusieron los que consideraron que había que cerrar la barraca definitivamente y seguir el proyecto por otros medios y por otras estrategias. El Proyecto no se ha cancelado, de todas maneras. Un País Vasco propio, eso prosigue, pero a través de las instituciones. De hecho, a través de la política han logrado cosas.
¿Y eso es posible ahora?
La UE permite un desarrollo identitario. Hoy se asume cierta proyección y se protegen los idiomas... Cabemos todos. A cambio, hay que ceder espacios de soberanía, eliminar fronteras y compartir una moneda. Esto que se propone Europa, considero que es un avance civilizatorio frente a la concepción nacional del siglo XIX.