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Un Cervantes «Bon vivant»

Fotografía de archivo del escritor mexicano Fernando del Paso
Fotografía de archivo del escritor mexicano Fernando del Pasolarazon

Su esposa se llama Socorro pero él asegura que se casó con la literatura, y que su amante es la historia. Un trío nada incómodo si uno lee las obras del mexicano Fernando del Paso, donde la literatura es un artificio preciso para retratar la historia de su país. Esta capacidad para recrear «episodios fundamentales de la historia de México, haciéndolos fundamentales», es uno de los factores por el que ha merecido que un jurado lo eligiera como ganador de la XXX edición del Premio Cervantes, según la presidenta del jurado, Inés Fernández. El otro es su estilo, arriesgado y vanguardista. Por su parte, una de las anédotas de la jornada llegó con la filtración que deslizó el nombre del premiado antes de que el ministro de Cultura, Méndez de Vigo, anunciase el fallo.

Del Paso empezó su obra como poeta con el libro «Sonetos de lo diario» (1958), pero pronto se sumó a la prosa con una novela muy lírica, «José Trigo» (1966), que a partir del retrato de un solo hombre, ferrocarrilero disidente con el régimen, congela los movimientos sociales y revueltas que se suceden en México desde los años 20 hasta los 60 del siglo pasado. Pero lo hace con una propuesta de lectura múltiple, donde se puede leer lineal o recorrer del final al principio o por capítulos escalonados. Y en cualquiera de las maneras no se pierde el sentido ni el desarrollo psicológico de los personajes. Su escritura también es arriesgada, desafiando los signos de puntuación y con juegos del lenguaje. Una de las mayores influencias de la literatura universal sobre Del Paso es James Joyce, hasta el punto de que «José Trigo» ha sido considerada un «Ulises» mexicano.

Del Paso reconoció esta influencia así como la de Cyril Connolly y su novela «La tumba sin sosiego» para construir su segunda gran novela, «Palinuro en México», de clara inspiración autobiográfica. A través de las andanzas de Palinuro, el personaje principal de esta obra, descubrimos el México que va de la Revolución al movimiento estudiantil de los 60-70. El escritor siempre ha presumido de tener mucho cariño a esta novela porque Palinuro, según sus propias palabras, es «el personaje que fui y quise ser y el que los demás creían que era y también el que nunca pude ser aunque quise serlo».

Pero su obra maestra, y la que ha sido más leída, es «Noticias del Imperio», que retrata lo que Del Paso considera que fue uno de los episodios «más bellos y surrealistas» de México, el auge y caída del emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota. México importó un emperador desde Austria para asesinarlo tres años después. Su esposa murió enloquecida. Para retratarlos, Del Paso hizo una investigación histórica de años que se materializó en una descripción de los dientes de Maximiliano de una página o en una enumeración de los títulos nobiliarios de Carlota durante página y media. De hecho todos los capítulos nones son un monólogo de Carlota que muestran su malogrado imperio desde la oralidad de lo íntimo y lo poético.

«Del Paso arriesga en lo formal y en lo temático, se atreve a decir cosas que otros no han dicho y lo dice con una apuesta estética y un ritmo poético que es capaz de mantener durante las más de 700 páginas por las que se extienden sus novelas», explica a LA RAZÓN Carmen Álvarez, la mayor especialista en la obra de este escritor. Entre sus principales influencias hispánicas destaca el mexicano Juan Rulfo, íntimo amigo y padre literario. Se formó bajo su tutela en el Centro Mexicano de Escritores con otros grandes maestros como fueron Juan José Arreola y Álvaro Mutis, cuyo estilo también se trasluce en los textos de Del Paso. Sin embargo, es un escritor sin una generación propia, que rompió con el estilo que han marcado a otros premios Cervantes mexicanos como han sido los casos de Pacheco, Fuentes y Poniatowska.

Un hombre libre

Del Paso siempre ha ido por libre. Todavía, incluso a sus 80 años, es tan histriónico como su vestimenta. En su última aparición pública, en la Feria del Libro de Guadalajara hace justo un año, no dudó en vestir una americana naranja a conjunto con las gafas de sol, corbata de colores y pantalón azul marino. Aunque ya habla con dificultades y usa silla de ruedas para los desplazamientos largos a causa de varios infartos cerebrales, no se calla. En esa misma aparición en la Feria del Libro todavía tuvo suficientes fuerzas para cargar contra el presidente de México y solidarizarse con las familias de los 43 estudiantes desaparecidos unos meses antes.

Ya no escribe por la enfermedad. De hecho, el premio le sorprendió ayer durmiendo según confesó a los medios. Pero es un escritor total, que ha hecho poesía, novelas, literatura negra, ensayos y hasta cuentos para niños. Ha ganado los principales premios de literatura castellana aunque nunca ha conquistado el público, tal vez por sus apuestas vanguardistas y la extensión de sus obras.

«No es un autor muy leído, pero es un escritor fundamental porque plasma en la literatura la memoria colectiva de México desde la crítica y lo hace con una escritura profundamente rítmica digna de la poesía», concluye Carmen Álvarez.

Del Paso, que recibió a los medios en su casa y en pijama, se mostró entusiasmado por el premio y dijo a Efe que «es la culminación a toda una vida, este premio hermoso, tan famoso y tan codiciado». Esta es la XXX edición del Premio Cervantes, dotado con 125.000 euros y se entregará próximamente en abril en Madrid, donde Del Paso aseguró que, a pesar de su delicado estado de salud, irá a recogerlo con sus hijos y su esposa.