Buscar Iniciar sesión

Fernando Trueba se anima en San Sebastián: "Vivo de obsesiones"

El director, ganador del Oscar, presenta la película animada "Dispararon al pianista" en el Festival de San Sebastián
Fernando Trueba, director de cine. © Alberto R. Roldán / La Razón
Fernando Trueba, director de cine, en entrevista con LA RAZÓN © Alberto R. Roldán / La RazónAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

San Sebastián Creada:

Última actualización:

Sobre la mesa de trabajo, una decena de libros desperdigados. El más manoseado parece uno de Iris Murdoch, ¿es acaso "La soberanía del bien"? Como en una improvisación calculada más propia del jazz, dejando que la conversación fluya pero sin perder de vista la partitura, el director Fernando Trueba recibe a LA RAZÓN en su casa. Ante los presentes, estanterías llenas de cine, literatura, algún Goya y varios Grammy. No vemos el Oscar, seguro a mejor recaudo de miradas inquietas. "Me gusta esta habitación porque entra luz desde varios sitios", confiesa, antes de hacerse las fotos que hacen gráfica la charla. ¿La excusa? El maestro del cine español presenta "Dispararon al pianista", su nueva colaboración con el ilustrador Mariscal a casi tres lustros de la exitosa "Chico y Rita".
En esta nueva aventura, siempre poniéndole una vela a los dioses de la bossa nova, Trueba se marcha hasta Brasil para contar la historia de uno de esos genios olvidados en los que el cine se vuelve memoria. Olvidados o asesinados. Porque es en ese descubrimiento de una desaparición en extrañas circunstancias donde el responsable de "Belle Époque" construye una película poderosa que jamás pierde el ritmo, ni siquiera cuando regresa sobre sí misma. Así pues, cabe preguntarle a Trueba por la figura de su protagonista, el detenido-desaparecido Tenório Júnior, pianista de pianistas, músico de músicos. También por la sombra del Cóndor y los dictadores latinos que guía la película o la presencia de Jeff Goldblum, al que conocío en 1988 y sobre el que cuenta una de las anécdotas más elocuentes sobre su trabajo.
El pianista desaparecido Tenório Júnior, figura alrededor de la que gira "Dispararon al pianista"
El pianista desaparecido Tenório Júnior, figura alrededor de la que gira "Dispararon al pianista"WIKIMEDIA
-¿Va primero el huevo o la gallina?
-La película (ríe). Sin película no hay novela gráfica.
-¿Cómo se le empieza a dar forma? Cuesta imaginarse la dimensión real del proyecto, con tantas entrevistas...
-Se le empieza a dar forma cuando empiezo a investigar sobre la vida y muerte de Tenório Júnior. Entre 2005 y 2007 hago una serie de entrevistas, casi 150, entre Brasil, Argentina, Estados Unidos, Francia... Iba detrás de la gente que había tenido relación con él. Ese es el principio. Mi primera idea era hacer un documental, a veces pensando en un libro, también, ¿sabes? Porque tampoco estaba haciendo un documental con medios, iba con una camarita muy tal... Ya en Brasil, conseguí algo de ayuda con un chico que se llamaba Felipe y funcionó como mi asistente. Me hacía todo. Cámara, sonido, traducción, chófer y hasta secretario. Yo le llamaba Equipe, porque era todo.
-¿Cuál fue su primer contacto con la figura de Tenório? ¿Cómo llegó a él?
-Es tal y como se cuenta en la película. Yo estaba oyendo sin saber uno de sus discos. Soy muy curioso y, si yo leo un libro y me gusta, me pondré a leer otros libros de esa persona. Vivo de obsesiones. Si un escritor se convierte en uno de los míos, entonces ya no tengo límites. Me leo la biografía, las cartas, todo lo que haya de él. Me pasa algo parecido con el cine. Ahí (señala Trueba al periodista su impresionante biblioteca) hay un estante entero de Billy Wilder. El de arriba es prácticamente para Renoir. Allí todo Truffaut. Cuando alguien me gusta, tengo la necesidad de ir hasta el final. Explorar todo lo que pueda. Me pasa con Picasso, también. Todo gente a la que he convertido en mis favoritos, mis maestros. Ahora estoy en una época de Iris Murdoch obsesiva. Es una novelista de la que empecé a leer sus libros de filosofía y fíjate, ahora quería meterme con sus novelas, porque es inteligentísima. Soy así. Con Tenório esa cosa que me da a mí de ir hasta el final me llevó a investigar hasta el fondo. Tengo una manera de ser un poco absurda.
Fernando Trueba, director de cine. © Alberto R. Roldán / La Razón
Fernando Trueba, director de cine. © Alberto R. Roldán / La RazónAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS
-¿Qué se había hecho antes de que llegara usted a Tenório? Es increíble que periodísticamente sea una historia tan poco revisada...
-Había poco más que un corto. Lo que hay, que sale en la película, es el trabajo de Rogério Lima. Hoy en día es un profesor de universidad en Sao Paulo. Él había hecho un documental muy pequeñito, sin medios. Y luego, diez años después, cuando aparece el tal Vallejos, el militar, en Brasil, vendiendo sus entrevistas, habla con él. Lo que decide ahí es rehacer el documental, con un nuevo montaje que se puede considerar una nueva película y alguna cosa más. Eso es lo que había. Era un material muy mínimo y muy marginal.
-¿Qué credibilidad tiene el testimonio de Vallejos, el militar argentino que dice que sabe a ciencia cierta que Tenório fue ejecutado?
-Ha habido muchas controversias, a lo largo de los años. Gente que le creía, gente que no y gente que creía parte. Ten en cuenta que Vallejos era un joven militar cuando detienen a Tenório. Yo tiendo a creerle puesto que él dice en algunas de sus declaraciones que ha matado gente. Entonces incriminarse me parece que le da mucha veracidad, credibilidad. O eres muy exhibicionista, que también puede ser. Yo en la película no digo esto es la verdad, si no pongo a la persona que lo dice, diciéndolo. Vallejos en realidad se había echado una novia brasileña, entonces decidió irse a Brasil, salirse del ejército... ¿Y qué hace? Para empezar de nuevo su vida, recuerda el dato que después del Golpe en Argentina desaparecieron 10 personas brasileñas. Entre ellos hasta niños. Él o fotocopia o roba varios dossiers, no se sabe bien. Y con eso se va a Brasil intentando sacar dinero de ello, en el 86 o el 87, como diez años después de la desaparición de Tenório.
"Dispararon al pianista", de Fernando Trueba y en cines próximamente
"Dispararon al pianista", de Fernando Trueba y en cines próximamenteFERNANDO TRUEBA PC
-¿Cómo es el contacto con la familia de Tenório?
-En ningún momento me dieron ningún feedback de su experiencia personal. No me dieron ninguna directriz tampoco. Algunos personajes me daban la entrevista y otros no, pero nadie intentó meter mano en qué se contaba. Siempre recuerdo que la viuda, Carmen, me dio la entrevista pero me dijo que no quería aparecer físicamente. Entonces yo, que estaba grabando con mi cámara, enfocaba hacia una ventana. Fue muy amable y generosa conmigo. Murió hace un par de años, durante la pandemia pero de un cáncer. Cuando yo decido hacer dibujos animados, hablé con una de sus hijas para pedirle permiso. Ya no es lo mismo, claro, así que nos dio permiso.
-¿A qué le ayudaba la animación en esta película?
-Me ayudaba a ver a Tenório vivo. A verle tocando, con sus niños pequeños y su mujer. A ver los lugares míticos, que ya no existían, los bares aquellos, a ver e imaginar aquel ambiente que todos contaban. A visualizar el relato de la gente que me dio las entrevistas. Hablan 30 o 32 personajes, de los casi 150 que entrevisté. Hay muchos que no entraron, y son geniales, pero tenía que hacer un guion y montar una historia coherente.
-¿En esas entrevistas se encuentras siempre al mismo Tenório, hombre taciturno y genio de las teclas?
-Sí, absolutamente. El retrato era el de un tipo muy inteligente, al que la gente quería mucho. Lo notas. Tenía un gran sentido del humor sin ser un gracioso. Tenía eso que cuenta su primo, lo del punto zen. El del hombre que se concentra, que seguía tocando el piano imperturbable incluso cuando los niños se le subían encima. Debía ser una persona con un encanto muy fuerte, con una especie de mundo interior bastante potente. Y era un tío para el que la música era sagrada. No transigía con música mala o música barata. Era intransigente, por eso no era un músico popular o famoso. Era un músico de músicos.
-Su investigación toca muchas puertas. ¿Quedaba alguna de ellas cerrada por el Cóndor, por el silencio en torno a las dictaduras latinoamericanas?
-Yo no me metí en ese nivel, la verdad. Lo más que nos pasó fue rodando un edificio de la inteligencia militar en Buenos Aires. Nos vino un militar armado a echarnos. Nos identificó y demás. Y eso que el edificio ya está abandonado, pero bueno, no se podía grabar y nos echó. Yo le dije que éramos de Televisión Española, porque me temí que íbamos a acabar en alguna comisaría o algo. Para evitarme problemas, me inventé aquello y funcionó.
-¿Diría que el fantasma de esas dictaduras recorre la película?
-Yo creo que sí, porque murieron periodistas, murieron poetas, murieron cantantes, murió gente sin relación ninguna con la política. Se robaron niños, incluso. Fue una cosa brutal. La película de alguna forma también trata de eso, de ese momento tan duro y tan triste para Latinoamérica.
"La película de alguna forma también trata de eso, de ese momento tan duro y tan triste para Latinoamérica".Fernando Trueba
-¿Hay más Tenórios a los que no se les ha hecho una película?
-Sí, todos los días. Hoy mismo, en muchos países. Hay cineastas encarcelados en Irán, donde se mata a una mujer por quitarse el velo. Pasa todos los días. En África. Joder, en Estados Unidos, cuando apuñalaron a Rushdie.
-¿Cómo se suma Jeff Goldblum al proyecto? Aquí pone voz al periodista protagonista en la versión original en inglés.
-Es amigo mío desde que hicimos en 1988 “El sueño del mono loco”. Hemos mantenido siempre muy buena amistad, porque es un tío fantástico y además es pianista. Y cuando se lo propuse y le mandé el guion me dijo que sí, que encantado. Lo único que, cuando tocó rodarlo, estábamos en plena pandemia, pero eso no quitó. Lo pasamos muy bien y lo disfrutamos. Él me ha dicho que está muy orgulloso de su trabajo en la película. Además de ser músico y un muy buen actor, me gusta porque tiene una voz única. Es un actor que habla como toca un músico de jazz, con una especie de libertad que está muy trabajada. Él consigue que parezca que todo está ocurriendo en el momento, sin cambiar una coma. Es su método, es su forma de trabajar. En ese sentido, Jeff es como un saxofonista haciendo un solo. Siempre le mete una vida y una originalidad que le hacen el actor menos aburrido del mundo. Nunca sabes por dónde va a salir. Recuerdo que una vez, rodando en el 88, en una escena de mentiras y manipulaciones, me preguntó: “Pero, en realidad, ¿aquí estoy diciendo esta frase sabiendo que miento o sin saberlo?”. Y le dije que había siete opciones. “Joder, ¿siete?”. Y le di las siete posibilidades. Hicimos las siete tomas. Todas diferentes. Y, al acabar, me dijo que no se había divertido tanto en toda su vida. Eso para mí es un actor. Qué pena no haber guardado esas tomas, para poder enseñárselas a otros actores, o compañeros directores.
Fernando Trueba, director de cine. © Alberto R. Roldán / La Razón
Fernando Trueba, director de cine. © Alberto R. Roldán / La RazónAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS
-¿Cuánto hay de mito y cuánto hay de poder transformador de Tenório para con la música popular brasileña?
-Es imposible decirlo. Digamos que él era un músico de músicos, no estaba en la música comercial. Aunque apareciera en discos de Gal Costa o de Milton haciendo alguna cosilla. Aparecía por allí con una cantante, Wanda Sá, Naná Caimí... Pero él estaba en otra cosa y su música era más profunda. Era un referente, también. Cuando los que dicen estas cosas de él tan fuertes hablan, lo que en realidad dicen es que al perderle a él estamos perdiendo una referencia. Una especie de cosa que no se ve, pero es un faro, una forma de entender la música de una manera más pura. Seguir la tradición y a la vez innovar. Tomándoselo todo más en serio, más allá de las modas pasajeras de un estilo u otro.
-Cuando la película ya se levanta en firme, ¿recibisteis alguna información nueva? ¿Se quedó con ganas de entrevistar a alguien?
-Alguna cosa surgirá, seguro, pero llegó un momento en el que había que cerrar. Yo fui muy exhaustivo, sobre todo al principio. Algunos no quisieron participar, otros estuvieron muy lejos. ¿Lamento alguna ausencia? Sí, Hermeto Pascoal. Hermeto es un genio de la música, que todavía está vivo, y tuvo un cuarteto con Tenório. Justo después de casarse. Hermeto ya luego se fue con Miles Davis y demás, pero no pudo ser. Hace nada, un amigo mío en Nueva York que es trompetista y profesor en Juillard, me dijo que iban a tener a Hermeto. Y le dije que por favor le preguntara. Al final no lo pudo hacer, porque estaba muy mayor. No hubo tiempo material de hacerlo. Ya no era para la película, era para mí. Se va a morir él sin yo saberlo.
-¿Es esta una película para usted? Hay como una cosa nostálgica que la recorre, más reposada que una pulsión momentánea...
-Una película no se hace por una pulsión momentánea, nunca. No, porque dura tanto que se te pasa la pulsión. Eso era lo que le explicaba yo a Mariscal en “Chico y Rita”. Esto no es un dibujo que si no te gusta lo rompes y lo tiras a la papelera, como él estaba acostumbrado. Aquí tienes que mantener el interés y el coco aquí arriba durante no sé cuantos años. Le dije que se preparara, porque no era una broma. No ya un dibujo, hasta un óleo lo puedes tirar a la basura. Pero una película no. Tienes que seguir currando. Tienes que poner tu cerebro en esa onda, porque si no vas de culo. Sigo interesado en la historia de Tenório igual que hace casi veinte años. De alguna forma mi curiosidad inicial y mis ganas de saber están bastante satisfechas dentro de lo que cabe. Pero cualquier dato nuevo que surgiera me interesaría mucho. Creo que he llegado a conocer casi todo lo que se podía conocer de la historia. Todavía hay algunos vivos que podrían contar cosas, pero no creo que las vayan a contar porque están en la cárcel, o con cadena perpetua.