Flamenco, ¿y tú de quién eres?: la polémica que va de Ayuso a Juanma Moreno
La gestora cultural Rosa Suárez y El Niño de Elche defienden la universalidad del flamenco y la ausencia de patrimonialidad del género en contraposición a las voces críticas surgidas por una posible apropiación cultural del mismo por parte de la presidenta Ayuso
Creada:
Última actualización:
Destacaba Isabel Díaz Ayuso el papel de la Comunidad de Madrid en el impulso y difusión del flamenco, y lo hacía en la Fundación Ángel Orensanz de Nueva York, que ofrecía el espectáculo «Authentic Flamenco». El grupo socialista andaluz entraba en cólera al instante y tiempo le faltaba para exigir al alcalde de Sevilla que se apresurase a defender a la ciudad andaluza de semejante apropiación cultural. En un mundo globalizado como este y ante un arte que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, parece una paradoja hablar de apropiaciones culturales. Pero buena parte de los andaluces han reaccionado airadamente ante las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Rosa Suárez, gestora cultural y Coordinadora del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de la Delegación de Desarrollo Educativo y Formación Profesional en Granada, investigadora y funcionaria del cuerpo de profesores de música y artes escénicas, coincide en la valoración del presidente, Juanma Moreno, y cree que, históricamente, si se hablase de capitalidad del flamenco, se hablaría de «Jerez, Utrera o Sevilla, e incluso Granada. Por muchos motivos, orígenes de cantes, sagas de artistas, etc». No de Madrid.
«En cuanto a su divulgación y promoción», añade, «Andalucía es la primera Comunidad que ha promulgado una Ley Andaluza del Flamenco, y ya en el estatuto de Autonomía se hablaba de su salvaguarda. Siempre ha estado en buenas manos. Diferente es que se deberían destinar más recursos a este fin. El Estatuto de Autonomía andaluz dispone, en su artículo 68.1, que corresponde a nuestra Comunidad Autónoma la competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión del flamenco como elemento singular del patrimonio cultural andaluz». Precisamente sobre este Estatuto de Autonomía tiene una opinión muy concreta Francisco Contreras, El Niño de Elche, músico especializado en flamenco: «Ese estatuto de autonomía», explica, «lo que dice es que la potestad y defensa del flamenco recae en la Junta de Andalucía. Ya no solamente en los andaluces, sino en la Junta de Andalucía. De ahí que hayamos denunciado por activa y por pasiva que eso es un atropello. Incluso el escritor y antropólogo andaluz Calatayud llegó a sugerir que podía ser inconstitucional».
"El flamenco es un arte bastardo"El Niño de Elche
«Ayuso», prosigue, «como representante de los madrileños, puede utilizar el flamenco dentro de sus expresiones culturales. Tiene todo el derecho a hacerlo, cualquiera puede hacerlo. Los andalucistas que siguen intentando hacer entender que el flamenco le pertenece a Andalucía, siguen también sin asumir una bandera que luego enarbolan institucionalmente: que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Patrimonio de la humanidad, no de Andalucía. Les sigue costando muchísimo asumir que el flamenco no es un folklore, es una forma artística que tiene la suerte de que todo el mundo se puede apropiar de él, pero no es una apropiación cultural. Sería una apropiación de unas lógicas artísticas, de unas ciertas estéticas. El flamenco es un arte bastardo. Si alguien ha sido apropiacionista, poniéndonos en la lógica de estos conservadores, serían los propios flamencos. Esto es algo que trata de mostrar mi disco “Antología del cante flamenco heterodoxo”. Pero siguen sin entender que una cosa es donde un arte se puede dar mayoritariamente (aunque las primeras noticias sobre el flamenco no se dan en Andalucía) y otra cosa es dónde se desarrolla. Y el flamenco no se desarrolla solamente en Andalucía. El flamenco se ha desarrollado en EEUU muchísimo, en Francia, en el resto de España. Se sigue desarrollando en todos los sitios del mundo. Ningún arte se desarrolla solamente en el sitio donde han nacido. De ser así caerían en el ostracismo o, peor, en el proteccionismo. Hablar de apropiación cultural en la era de la globalización es absurdo, como hablar de identidad cultural. Hay un libro magnífico de François Jullien, titulado “La identidad cultural no existe”, que habla de estas identidades culturales que intentan ser inmóviles. En realidad todo es un flujo muy líquido, un “entre categorías”. Las artes no son categóricas ni categorizables. Por eso yo hablo siempre de lo interdisciplinar y no de lo disciplinar. Y precisamente porque vengo del flamenco lo defiendo».
Para Suárez, esa universalidad del flamenco es indiscutible: «la cultura y el flamenco es universal. El flamenco llega a todos los rincones del mundo y es apreciado por todas las culturas, otra cosa es que se quiera falsear su origen. Cuenta con una extraordinaria proyección cultural, no sólo en Andalucía, sino en el resto de España y a nivel internacional, prueba de ello, es la incorporación, el día 16 de noviembre de 2010, a la lista de manifestaciones culturales que forman parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Cuando lo hicieron, le preguntaron a Enrique Morente y él contestó: “a mí lo que me gustaría es que hicieran a la humanidad patrimonio del Flamenco”. La Junta de Andalucía, incluso, ha declarado el día 16 de noviembre como el día del Flamenco en Andalucía. Y la Ley 4/2023 de 18 de abril Andaluza del Flamenco establece un régimen jurídico del flamenco cuya finalidad es salvaguardar el mismo adoptando medidas para su protección, conservación, difusión e investigación, entre otras actuaciones previstas…».
«Yo soy de los artistas que opinan que tal vez tenemos que salir ya de esa potestad identitaria», apunta El Niño de Elche. «Está muy bien que se apoye desde las instituciones públicas como un arte más pero hay que llevar cuidado. Porque tal vez sea una cárcel. No olvidemos que hay un trasfondo ahí identitario e ideológico, al fin y al cabo los políticos reivindican estas cuestiones por razones ideológicas y partidarias. Y no olvidemos que el flamenco rompe las costuras cuando puede. Todos intentamos llevar el flamenco de un lado para otro, pero sus lógicas son tan paradójicas y contradictorias que al final siempre termina rompiendo las costuras de cualquiera. Tanto de los conservadores, como de los heterodoxos, como de los experimentales, como de los progres. Nunca se amolda al cien por cien a cómo queremos que se amolde a nuestras ideologías. Es lo que lo hace tan maravilloso y tan esquizofrénico. Yo animo a que se apoye, pero no desde la institucionalización. Al flamenco no le sienta nada bien. Ni el conservatorio le ha sentado bien, ni meterlo en las clases de Andalucía le ha sentado nada bien. Lo que le sienta bien es su espíritu intrínseco, esta cosa mezclada y bastarda, esto tan desigual, tan pasional, tan irracional. Yo soy más partidario de eso más anarca del flamenco, ese espíritu libertario y liberal que siempre le ha venido muy bien».
«No soy creyente», concluye, «y digo creyente porque el término “apropiación cultural” tiene que ver con una creencia o un anhelo sentimental, pero nada con la realidad material de cómo se abordan y operan las cuestiones culturales. Es absurdo criticar, no a Ayuso sino a cualquiera, de apropiación cultural. La cultura no es limítrofe, tiene que ver con unas formas de estar, de ejercer, de escuchar, de mirar, de comer, de follar… Es absurdo hablar de que una cultura le pertenece a alguien. Puede que la haya reivindicado, que la haya desarrollado, pero de ahí a la pertenencia va un mundo. Si atendemos a la historia del flamenco, a su paradójica historia, su heterodoxa historia, no tiene nada que ver con regionalismos».