Premios literarios

Garrido Molina, memoria escrita de la Guerra Fría

Gana el XX Premio Fernando Lara de Novela. En «El último paraíso» el escritor regresa al «thriller» y se sumerge en una historia ambientada en la URSS y plagada de intrigas

El escritor jiennense Antonio Garrido ha sido el ganador de la vigésima edición del premio de novela Fernando Lara, dotado con 120.000 euros, con la novela titulada "El último paraíso"
El escritor jiennense Antonio Garrido ha sido el ganador de la vigésima edición del premio de novela Fernando Lara, dotado con 120.000 euros, con la novela titulada "El último paraíso"larazon

Gana el XX Premio Fernando Lara de Novela. En «El último paraíso» el escritor regresa al «thriller» y se sumerge en una historia ambientada en la URSS y plagada de intrigas

La novela histórica es un género en el que Antonio Garrido Molina se siente como pez en el agua. Y sabedor de que lo domina no ha querido abandonarla en la que es su tercera novela. El escritor de Linares se alzó ayer en Sevilla con el XX Premio de Novela Fernando Lara, dotado con 120.000 euros, por «El último paraíso», un «thriller» policíaco ambientado en el contexto de la Guerra Fría que cuenta las intrigas políticas de la URSS en las que se ve envuelto un joven norteamericano que huye de su país. Garrido Molina alcanzó este galardón bajo el pseudónimo de Jacobo Blum y presentó esta obra con el título inicial «Cuando llega el invierno», novela que llegó a la final de la edición del premio literario compitiendo con otras nueve y que convenció a un jurado formado por Fernando Delgado, Pere Gimferrer, Ana María Ruiz-Tagle, Clara Sánchez y Emili Rosales, que actuó como secretario con voto.

Con una temperatura veraniega, la cena de gala en los Reales Alcázares arrancó con un emocionado recuerdo a José Manuel Lara. Fue el periodista Jesús Vigorra quien recordó su dedicación al mundo de la literatura y su implicación en el mundo editorial y cultural. Se guardó, entonces, un minuto de silencio con todos los asistentes puestos en pie para repasar después los veinte años del galardón con la proyección de las portadas de las novelas ganadoras del premio. El acto fue tomando cuerpo a medida que pasaban las horas y se caían de la lista los nombres de las obras que habían llegado a la final. Deliberación tras deliberación, los corrillos de los invitados postulaban uno u otro nombre, aquella o tal novela que sugería u olía a premio por lo atractivo del título o lo extravagante del pseudónimo. Como suele ocurrir, muchas de las quinielas se vinieron abajo cuando al final de la velada sonó el nombre del galardonado y las miradas se centraron en el escritor de dos de las novelas de mayor éxito editorial de los últimos años tanto fuera como dentro de nuestro país. Ganador y escritor de los que barren en las librerías con un trabajo sincero, erudito y fidedigno.

Garrido Molina agradeció el premio y aseguró que le gustaría que el jurado haya encontrado en la obra «una pizca de todo el esfuerzo que he puesto en ella». A continuación indicó el contenido de la misma, que trata de cómo la URSS se convirtió en el país de acogida de miles de americanos que se vieron abocados a la más absoluta miseria tras el crack del 29, un hecho «que convirtió a las mujeres en prostitutas y a los hombres en criminales». Destacó que el Grupo Planeta y la Fundación Lara sean «el último paraíso».

La noche de las letras sevillanas, que cumple 20 primaveras, disfrutaba de un sabor netamente andaluz al alzarse con el galardón –concedido por la Fundación José Manuel Lara y la editorial Planeta y que cuenta con el patrocinio de la Fundación Axa– un escritor que ya conoce las mieles de los premios literarios, puesto que cuenta en su trayectoria con el Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza por «El lector de cadáveres» (Espasa) en 2012, una obra con la que consiguió dos años más tarde el Premio Griffe Noire 2014 a la Mejor Novela Histórica extranjera publicada en Francia.

Novela total

Además, en 2013 alcanzó el récord de ventas en Amazon.com tanto en ficción como no ficción y ha sido traducida a varios idiomas. Alegrías que también le proporcionó «La escriba», editada en 2008 por Ediciones B con la que también obtuvo un amplio reconocimiento internacional y que ha sido traducida a trece idiomas.

De inquieta imaginación, compagina su faceta de escritor con su puesto de profesor de las universidades Politécnica de Valencia y Cardenal Herrera-Ceu de Valencia, y desde que en la infancia accediera al mundo de la literatura de la mano de maestros como Walter Scott, R. Louis Stevenson, Alejandro Dumas, Emilio Salgari y Jack London siempre tuvo en mente que lo suyo terminaría siendo el mundo de contar historias. Con esta maleta literaria, en 2007 comenzó su carrera como escritor bajo la premisa de no dejarse encasillar dentro de un género único, sino de buscar nuevos caminos a la interpretación, a la creación, a rescatar una escritura en la que el lector encontrara un amplio universo en el que disfrutar leyendo, bajo la premisa de la disciplina y el rigor.

Estas pautas son las que le llevaron, durante casi tres años, a trabajar en una novela total que no se quedara sólo en histórica. Preparación metódica que consigue crear un mosaico amplio donde poder insertar teselas de aventuras, romanticismo, ciencia o humor. Una meticulosidad de lector empedernido que tras disfrutar y saciar su voracidad de letras decide a los 37 años darle la vuelta a la historia, ponerse del otro lado, el del escritor que tiene que contar y hacerse escuchar. Sólo hay que ver las cifras de ventas y el abanico de países a los que llega para darse cuenta de que Garrido Molina, con la efectividad del diseñador de coches que es, asegura hasta el último de los detalles para que al acabar la obra quede un libro rotundo y redondo.

Así lo demostró al dar todas las claves de cómo en China del año 1200 se llevaban a cabo los trabajos de disección y «lectura» de cadáveres. Un arte del que Cí Song, el protagonista, fue el máximo exponente durante siglos al escribir cinco tratados de medicina forense que se han utilizado en las universidades hasta finales del siglo XIX. Garrido Molina le dio voz y humanidad mientras diseccionaba cuerpos y sacaba mascarillas o moldes de las huellas dactilares al compás de una extraordinaria vida en la China imperial que el escritor describía con una rica prosa. Método y dedicación, que utilizó en una mímesis de su personaje, dando a cada línea un pulso concreto, exacto y determinante. En «El último paraíso» todos estos ingredientes se mezclan para dar a la obra una dimensión nueva dentro del género de la intriga que ya exploró en sus anteriores trabajos. No en vano, «El lector de cadáveres» juega con ese doble sesgo literario, un mecanismo en el que la trama va añadiendo dosis de misterio que impiden que el lector levante la vista de la página. Algo que saben lectores de distintas realidades culturales y lingüísticas, pues sus obras se leen en inglés, ruso, alemán, francés, italiano, portugués, polaco, croata, serbio, rumano o brasileño.

Cazador de historias

El propio autor se ha definido en alguna entrevista como «un cazador de historias que está pendiente de encontrar aquello que sea capaz de emocionar, que esconda una verdad». Cuando empezó a indagar para dar forma a «El lector de cadáveres» se dio cuenta de que tenía un material de primera y de que los personajes que formaban parte de ella le habían atrapado «y me habían descubierto a mí y no al contrario», asegura. A partir de ese momento el escritor comenzó a indagar, recabar datos y documentarse. La tarea fue lenta y le llevó su tiempo. No había prisa, pero tampoco pausa. Y paso a paso hizo gala de su oficio de escritor, «que no es necesario que el público lector conozca, pues tiene que funcionar como algo mágico. El lector no tiene más que abrir el libro, leer y dejarse llevar. El resto es trabajo nuestro, la trastienda», dice Garrido Molina, quien es consciente de que después de la soledad de fondo del escribidor llega la fase de promoción, en la que dar a conocer el productor.

Dos décadas de apoyos al libro

El galardón se ha convertido en uno de los principales referentes de la novela española y está dotado con 120.000 euros. El palmarés lo inauguró Terenci Moix en 1996 con «El amargo don de la belleza», al que siguieron Francisco Umbral, Juan Eslava Galán, Luis Racionero, Ángeles Caso, José Carlos Somoza, Juan Carlos Arce, Zoé Valdés, Mercedes Salisachs, Antonio Gómez Rufo, Fernando Sánchez Dragó, Jesús Sánchez Adalid, Emilio Calderón, Susana Fortes, Javier Reverte, Silvia Grijalba, Ian Gibson, Marta Robles y Nativel Preciado, autora que lo obtuvo el año pasado por «Canta sólo para mí».