Guillermo Tato: «De la política española se podría hacer un videojuego»
Ha publicado «Una partida más y me acuesto», un libro que es un homenaje a los principales videojuegos de la década de los 80
Ha publicado «Una partida más y me acuesto», un libro que es un homenaje a los principales videojuegos de la década de los 80
Nació con un mando entre las manos, ayudando a Super Mario a rescatar a su princesa. Empezó a jugar casi al mismo tiempo que a leer y ha llegado a pasar más de 20 horas delante de la pantalla. Guillermo Tato nos atiende mientras entretiene a su hijo Mario con su personaje favorito de videojuegos, del que ha heredado su nombre. Acaba de publicar «Una partida más y me acuesto» (timunmas), promesa que hacía a sus padres cada noche y que continúa haciendo a su mujer.
–Es un libro lúdico donde los haya.
–Busca refrescar esos momentos mágicos de los 80, en los que teníamos todo el tiempo del mundo para nuestro entretenimiento principal. Quienes ahora tenemos entre 30 y 40 años nos hemos educado con las videoconsolas.
–¿Una máquina del tiempo?
–Exacto. He sido jugón desde que tengo uso de razón. Tenía la necesidad de plasmar cómo se jugaba en aquella época. Ha habido una evolución en los juegos y en la forma de jugar. Antes lo hacíamos encerrados en casa. Era un mundo muy personal, más único. Ahora todos los sistemas están comunicados.
–¿Cuándo empezó a jugar?
–Los primeros recuerdos que tengo son de videojuegos. Empezaría con unos siete años. Super Mario fue el primero que me transportó y que me permitió vivir experiencias nuevas. Me he pasado el juego cinco veces como mínimo.
–¿En cuántas ocasiones prometió a sus padres que una partida más y se acostaba?
–Todavía se lo sigo prometiendo (risas). No se terminan de creer que continúe jugando. También se lo digo a mi mujer, a quien el día de mañana mi hijo y yo diremos que sólo una partida más. Incluso me lo digo a mí mismo.
–Y si ve un joystick...
–Compruebo si está roto. Hubo un tiempo en el que caían como magdalenas en mi casa. Después veo la cantidad de botones que tiene. Los buenos tenían muchos.
–¿De ordenador o de consola?
–Va con la edad. Siempre he sido muy de ordenadores, pero ahora soy más de consolas.
–¿Se juega con las manos o con la mente?
–El juego está en la imaginación. Es como el fútbol. El buen futbolista tiene que pensar la jugada antes de ejecutarla. Con los videojuegos ocurre lo mismo.
–Internet ha revolucionado la industria...
–Hasta niveles insospechados. Hoy en día jugar solo es muy extraño. Los juegos se han convertido en algo social y eso en nuestra época era impensable si no fuera porque tenías a un amigo al lado comiéndose tu bocadillo.
–¿De nocilla?
–(Risas). Era muy típico. Me recuerda aquellos placeres.
–Cada vez se juega más desde los móviles. Sólo hace falta montar en el metro para comprobarlo...
–Me parece estupendo. La industria en España es muy buena. Todo lo que sea fomentarla...
–Y cuando pensábamos que todo estaba inventado, llega Pokémon Go. ¿Qué opina de esta fiebre?
– El mundillo del videojuego necesita no dejar de sorprender, ir dando pasos y ofrecer lo nunca antes imaginado. Es una fiebre que parece ir a menos, pero me gusta la capacidad de los videojuegos para entrar en nuestras vidas.
–Quitan tiempo a los niños para hacer deporte o jugar en el parque...
–Y al revés. Todo es compatible. Los videojuegos tienen muchos beneficios a nivel de formación Jugar es un ejercicio mental, no sólo se trata de darle a un botón.
–¿Deberían jugar a las videoconsolas en los colegios?
–Sí, aunque no todos sirven para fines educativos. Algunos despiertan la curiosidad de los niños en cuestiones con mucho futuro, como la programación o la robótica.
–¿Qué aprende un niño cuando juega?
–A regirse bajo unas reglas que pueden premiarle o castigarle según cómo actúe. También aprenden a equivocarse y a perseverar en su intento de superar un obstáculo.
–¿No corren cierto peligro de confundir la realidad con la ficción?
–No más que con una película o con un libro. Por muy realistas que sean los gráficos, el jugador es consciente de que está dentro de un universo lúdico.
–Los más callejeros aseguran que los niños enganchados se amodorran y aíslan...
–Todos los extremos son malos. Los juegos más sociales permiten compartir experiencias.
–¿Qué hábitos le enseñará a su hijo?
–A descubrir los límites. Es fácil dejarse llevar por los encantos de un videojuego y perder la noción del tiempo.
–¿Se considera un viciado?
–No. El viciado no sabe detenerse. Además, llevo tiempo sin jugar porque tengo otras responsabilidades. Pero sí hubo épocas de vicio.
–¿De no despegarse de la pantalla?
–He llegado a estar más de 20 horas delante de una videoconsola, sin parar.
–¿Y no le ha ocasionado ningún tipo de problema?
–Muchas ojeras. Pero no he llegado a tener conflictos con familiares o amigos.
–¿De qué temática haría un videojuego?
–De terror.
–¿Y de la política española?
–Se podría, con la idea de cómo formar Gobierno. Aunque no sé si sería de terror o una comedia.