Henry Kamen, contra las «mentiras oficiales» de Cataluña
El historiador reflexiona sobre la relación hispano-catalana de siglos
El hispanista británico publica un ensayo en el que desmonta el argumento separatista partiendo de hechos históricos comprobados.
En cualquier relación, especialmente en las amorosas, las parejas atraviesan períodos de crisis; algunas tan graves como para amenazar con la separación. En la historia del vínculo entre España y Cataluña como Estado y región también hay riñas, aunque la fórmula ideal de su convivencia, según historiadores y economistas, sea seguir en matrimonio. «Una buena relación como hombre y mujer, de intercambio. Yo te quiero, yo te odio. Siempre en colaboración», afirma el historiador británico Henry Kamen, que dedica un libro a desgranar la «Historia de la pasión» hispano-catalana.
A punto de celebrar el tercer centeneraio de la rendición de Barcelona durante la guerra de Sucesión en 1714 –fecha que cada año se conmemora con el día de Cataluña o Díada–, el hispanista desenmascara con los hechos de siglos la –historia inventada para justificar la iniciativa separatista–. Rescatando argumentos que ya publicó hace cuarenta años en su completo tratado sobre este conflicto de tronos («La Guerra de Sucesión 1700-17014»), el hisotriador advierte, ya desde la primera página, de que este ensayo «está escrito más como una meditación a vuelapluma que como un libro formal de historia». Pero su base son hechos, en concreto los acontecidos en 1714 y su hilo, la «mitología que se ha generado en torno a ellos». Confiado en que realmente los catalanes no quieren la separación, podría dejar crecer el argumento separatista pero ha oído «tantas mentiras oficiales» que no ha podido evitar pronunciarse ante tal «falsificación de la historia que algunos, y en este caso, los líderes de dos partidos políticos, han manufacturado para justificar el separatismo».
A pesar de que la tirantez de la crisis ha llegado al nivel de desafío independentista, Kamen afirma que no es éste el peor momento en la relación España-Cataluña. «Los ha habido peores, con Primo de Rivera por ejemplo había mucha más tensión e incluso durante la República española. La situación actual incluso es buena, porque los ciudadanos reflexionan sobre qué les une a España».
El mito de 1714
Al echar un vistazo en los discursos políticos de las últimas décadas y leer con atención documentos de toda naturaleza publicados, Kamen reprocha que el pasado histórico ha sido «sistemáticamente distorsionado por ideólogos, políticos y periodistas», movidos por la intención de «ganar, como en una batalla, los sentimientos de los que tienen el poder del voto». «Uno no sabe si reír o llorar ante tanta insensatez...».
La ambición de portar un pasado legendario y una fecha de celebración heroica llevó a los catalanes a elegir 1714, un año de derrotas y desastres, para constituir su particular día nacional, fijado en una fecha que simboliza, precisamente, con la rendición durante la Guerra de Sucesión, la muerte anunciada de Cataluña, según Kamen. Ni siquiera acertaron en escoger el día, pues, según el documentado historiador, la rendición se produjo después del mediodía del 12 de septiembre. No obstante, este acontecimiento, con baile de fechas incluido, fue doblemente interpretado, a cambio de un día sólo para Cataluña: «Por una parte significaba el doloroso recuerdo de la pérdida de las libertades» y por otra, «una actitud de reivindicación y resistencia activa frente a la opresión –sufrida durante meses de conflicto– que suponía también la esperanza de una total recuperación nacional», según reza en el Boletín Oficial del Estado del 4 de octubre de 1980. Los factos mencionados, «proporcionan muy poca base para el desarrollo de los mitos y ficciones que se han inventado para dar sustancia al proyecto separatista» a juicio de Kamen. Así, mientras desde Cataluña se critica el expolio español que presuntamente se produjo en el siglo XVIII, el historiador lo niega subrayando que «en ningún caso la región estuvo sometida o se vio en situación de pobreza. Precisamente, Cataluña fue entonces, y también durante el siglo XIX, la región más rica de España, con mayor población y desarrollo industrial y comercial». Sí reconoce que, en plena reconstrucción de un nuevo Estado español, «se cobraron muchos impuestos», que pueden ser entendidos como cierta forma de «represión y que, precisamente, sirvieron entonces para reformar el Ejército catalán –que transformó a la región en el centro militar–, para construir el muelle y convertir su puesto en el centro marítimo del Mediterráneo. Todo esto, culpa de España» añade con ironía Kamen.
Argumentario intensificado y exagerado
Desde el mito de mártires y sometidos, se ha desplegado un completo argumentario que se ha visto intensificado y exagerado especialmente en los últimos años. Tomando prestadas palabras de especialistas, con algunas notas al pie de bibliografía consultada y conversaciones de pasillos, la obra de este hispanista repasa las falacias y en otros casos argumentos cuestionados que ha usado, en tan duradera relación, Cataluña contra España. Así aparece desgranado el asunto de la identidad, se desenmascara la historiografía inventada, se discute la cuestión lingüística y se niega el presunto «anticatalanismo». Si bien, resaltando los beneficios del intercambio entre el Estado y la región, también rescata la aportación catalana a la historia de la música española con el nombre, por ejemplo, de Isaac Albéniz.
Henry Kamen no ha eludido en la presentación de su libro comentar la causa que envenena el matrimonio hispano-catalán. «Los que controlan el dinero» en Cataluña son los que han delirado en su ambición nacionalista, sentencia el historiador. «Porque en la vida pública todo se arregla a través del dinero». Más allá de la cuestión económica, el británico señala una tentativa de crimen como origen del distanciamiento. «Era diciembre de 1492 (...) cuando un asesino salió disparado de su escondrijo y le clavó un cuchillo en la nuca al rey Fernando de Aragón», que se encontraba en Barcelona. Entre el revuelo por el suceso, a la reina Isabel le contaron que fue un catalán, justamente cuando «no era lo que hubiera querido oír porque las relaciones entre castellanos y catalanes no estaban en buen momento». Fue en este mismo clima, ya cargado, en el que se estableció la Inquisición en la región y entonces «la cólera de los catalanes estalló». Al margen de rencillas, envidias y reclamaciones, Henry Kamen aclara que no ataca al nacionalismo, sino a la «separación que no está apoyada por una base histórica».
Respaldado por los historiadores
El británico se siente respaldado por «casi todos los historiadores que trabajan sobre Cataluña, que no están a favor de la separación». Ciertamente, se muestra despreocupado ante la convocatoria de la consulta, todavía en duda, ante la que prevé una respuesta negativa masiva porque «es sabido que la mayoría de los catalanes no apoyan la independencia». El historiador ha mostrado su desconfianza hacia las cifras de apoyo que revelan las encuestas, pues «han pasado de un 16 a un 40 por ciento en pocos años sin saber por qué y nadie quiere contestar». Aunque es partidario de la celebración del plebiscito porque sería «sensato dejar que los catalanes expresen su opinión», dice que, de ganar el «sí» a la secesión, los separatistas también tendrían que ganar en las elecciones, de modo que la respuesta afirmativa no sería relevante: porque es solamente un porcentaje de apoyo que no legitima para nada, y tampoco es garantía inmediata de independencia. No obstante, prudente ante la inseguridad de la convocatoria, Kamen vaticina que su cancelación motivará la convocatoria de elecciones como plebiscito a las que llamarán con más «sentimiento y fervor». Pese al mito, las mentiras y los obstáculos, «Los catalanes creen que el paraíso está a la vuelta de la esquina».