Blas de Lezo, el “medio hombre” tuerto y cojo que pudo con 30.000 británicos
El reconocido héroe y uno de los más relevantes estrategas de la historia de la Armada española fue el líder de la gran victoria contra Gran Bretaña en Cartagena de Indias (1741)
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No hubo complicaciones a la hora de ponerle nombre, pues nació en Pasaia (Guipúzcoa) el día de san Blas: un 3 de febrero de 1689. Blas de Lezo y Olavarrieta, fallecido el 7 de septiembre de 1741 en Cartagena de Indias (Colombia), es uno de los mejores y más relevantes estrategas de la historia de la Armada española. Almirante reconocido históricamente no solo por su ojo tuerto, brazo inmovilizado y pierna arrancada -heridas de guerra que se aprecian en las pinturas que le hicieron en la época-, sino ante todo por dirigir, junto al virrey Sebastián de Eslava, la defensa de Cartagena de Indias durante el asedio británico en 1741. Le llamaban “medio hombre”, quizá no a la cara, por razones evidentes de su físico: en 1704, participó en la batalla naval de Vélez-Málaga, donde españoles y franceses se enfrentaron a ingleses y holandeses. Y, de un cañonazo, le arrancaron una pierna, un año antes de que perdiese el ojo izquierdo y el antebrazo derecho. Eso sí, todo ello en servicio a la Armada y, concretamente, a Felipe V, el único rey que conoció Blas de Lezo y primer Borbón de la historia de España.
Tal fueron las históricas hazañas de Blas de Lezo, así como el reconocimiento y valoración que le confirió en vida Felipe V, que en 1723 le nombró general de la Armada de su Católica Majestad y jefe de la Escuadra del Mar del Sur. De hecho, aún hoy continúa dando nombre de manera simbólica a elementos relacionados con lo militar, dando por ejemplo nombre a la fragata F-103. Activa desde diciembre de 2004, la fragata Blas de Lezo navega bajo el lema “mis arreos son las armas, mi descanso la pelea”. Ahora, su acción no puede ser de mayor actualidad, pues en los próximos días este buque de la Armada llegará al mar Negro para participar en las maniobras de disuasión de la OTAN, en un momento de máxima tensión entre Rusia y Ucrania.
No es la primera misión a la que se enfrenta la fragata, que cuenta con 202 personas: 22 oficiales, 35 suboficiales, 63 cabos primeros, 41 cabos y 41 marineros. En 2005, su primer año de vida, fue partícipe de un hito en los Estados Unidos, al formar parte de las pruebas de Equipos y Lanzamiento de Misiles en la Costa Oeste, así como en 2012 formó parte del Grupo de Combate norteamericano del Portaaviones “Eisenhower”, o en 2013 fue buque de Mando de la Agrupación Permanente del Mediterráneo de la OTAN.
Una carnicería y una victoria
Pero, independientemente de la fragata que lleva su nombre, la figura de Blas de Lezo es digna de conocer, pues resulta fundamental para el conocimiento de la historia de España. La mayor y gran batalla que libró el estratega fue durante el asedio británico a Cartagena de Indias (Colombia). A pesar de contar con tan solo medio cuerpo, continuó en su convicción de luchar por y para el rey, de manera que no dudó a la hora de librar una batalla contra el ejército inglés. Además, se trató de un episodio decisivo, pues marcó el desenlace de la guerra del Asiento que, desde 1739, España libraba contra Gran Bretaña.
En 1741, el almirante Edward Vernon se presentó en Cartagena de Indias junto a 186 barcos de guerra, unos 2.000 cañones y 30.000 soldados. En el lado español, Lezo contaba con 3.600 hombres y 6 naves. En un principio, parecía bastante claro quién se llevaría la victoria. De hecho, el entonces rey de Gran Bretaña Jorge II ya comenzaba a fantasear con la humillación hacia la Corona española. “Nunca un contingente europeo estuvo más completamente equipado, y nunca tuvo la nación más razón para la esperanza en un éxito extraordinario”, escribía Tobias Smollett, autor que participó como cirujano en el episodio. No obstante, nadie veía venir en lo que aquello se convertiría: una despiadada carnicería y una histórica victoria para España.
La resistencia española se concentró en el fuerte de San Luis, desde donde acabaron con 11 navíos británicos. Con el transcurso de los días, los de Blas de Lezo comenzaban a perder efectivos, hasta que “entre la mañana del jueves y la noche del viernes, las fuerzas británicas habían menguado de 6.645 a 3.200, de los cuales 1.200 no estaban aptos para el servicio”, escribiría el oficial Charles Knowles. No obstante, el comandante Edward Vernon que lideraba a los británicos se negaba a retirarse. De hecho, cuando ordenó un nuevo ataque, estalló un motín, que se saldó con 50 fusilamientos.
Finalmente, el 8 de mayo los británicos comenzaron a abandonar la bahía, siendo conscientes de que habían vivido uno de las mayores derrotas de la historia de Inglaterra. Según cálculos hechos hasta hoy, hubo 10.000 bajas en el bando británico, así como 600 en el español. Entre ellos, Blas de Lezo, que no murió durante la batalla, sino que resultó herido por la astilla de una mesa, que le gangrenó la carne, por lo que falleció cuatro meses después de la lucha por una infección.