¿Por qué se dejó de usar la Cruz de Borgoña como bandera de España?
Se trata de una representación de la Cruz de San Andrés, apóstol que fuera crucificado en Patrás, en Grecia, con los troncos en forma de “x”
Creada:
Última actualización:
La Cruz o Aspa de Borgoña es un símbolo que está bastante ligado a la historia de España. Se trata de una representación de la Cruz de San Andrés, apóstol que fuera crucificado en Patrás, en Grecia, con los troncos en forma de “x”. Según la antigua tradición, fue amarrado a dicha cruz donde estuvo sufriendo durante tres días, los cuales aprovechó para instruir en la religión a todo el que se le acercaba. Con esto, se trata de un símbolo que acompaña a nuestra historia desde las tropas de Juan Sin Miedo (Juan I de Castilla) lo utilizaran como emblema durante la guerra de los Cien Años. Asimismo, fue icono clave durante la época de los Reyes Católicos: fue incluido en las banderas españolas tras el matrimonio de Juana I de Castilla, más conocida como Juana la Loca, y Felipe I de Castilla, o Felipe “El Hermoso”, duque titular de Borgoña, lugar del que es patrón San Andrés.
Felipe “El Hermoso” utilizó la Cruz de Borgoña en los uniformes y banderas de su séquito, lo cual heredó más tarde su primogénito, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Así, desde 1506, este emblema se ha incluido en escudos y banderas de España, y se cree que se ondeó por primera vez como insignia de las tropas españolas en 1525, durante la batalla de Pavía, en Lombardía, frente a los franceses de Francisco I. No obstante, existen historiadores y expertos que apuntan este primer uso en batallas anteriores.
Lo que sí es cierto es que la Cruz de Borgoña se convirtió en el símbolo más característico de los tercios españoles durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Fue Felipe II quien ordenó que, además de las banderas de cada compañía, cada Tercio debía llevar otra de color amarillo con las aspas en rojo. Era un icono bastante extendido entonces, hasta el punto de que fue retratado por numerosos artistas, como es el caso de Diego Velázquez: en “La rendición de Breda” (1634-1635) se aprecia una bandera de la Cruz de Borgoña sobre un fondo de cuadros azul y blanco.
El 28 de febrero de 1707, Felipe V decretó: “Y es mi voluntad que cada cuerpo traiga una bandera coronela blanca con la cruz de Borgoña, según estilo de mis tropas, a que he mandado añadir dos castillos y dos leones, repartidos en cuatro blancos, y cuatro coronas que cierran las puntas de las aspas”. De esta manera, y hasta la llegada de la dinastía de los Borbones en el siglo XVIII, esta bandera fue establecida como el símbolo por excelencia de España. No obstante, en la Guerra de Sucesión, los Borbones vieron necesario sustituir este diseño, que utilizó el bando contrario, por otro: fue Felipe V quien decidió prescindir de este símbolo y sustituirlo por las armas reales sobre paño blanco.
Una vez Carlos III llegó al trono, se encargó de cambiar de manera definitiva el emblema del país, resultando en la bandera rojigualda que hoy conocemos, siendo más tarde Isabel II cuando, a través de un Real Decreto el 13 de octubre de 1843, dispuso la sustitución de todas las enseñas del Ejército por otras nuevas rojigualdas. En adelante, todas debían ser de 1,47x1,27 metros, y todas tendrían en su centro el escudo circular con las armas Reales, con las lises en el centro y la granada en punta.
Ya en el siglo XIX, con el cambio de las leyes llevado a cabo por Fernando VII para que su hija Isabel fuera su sucesora, arrancaron las llamadas Guerras Carlistas, que asolaron España durante buena parte de la centuria. Los partidarios de su hermano Carlos como monarca adoptaron la Cruz de Borgoña como enseña durante el conflicto civil, especialmente arraigado en Navarra y País Vasco De hecho, es el origen de lo que más tarde sería la ikurriña, y no la “Union Jack”, la bandera británica, como muchos piensan.
En cualquier caso, fue Isabel II la que a través del Real Decreto de 13 de octubre de 1843 dispuso la sustitución de todas las enseñas del Ejército por otras nuevas rojigualdas, colores hasta entonces utilizados por la Armada y por algunos Batallones de la Milicia Nacional, ya que habían ido tomando carácter de símbolo liberal, frente a las blancas, también utilizadas por los carlistas durante la pasada Guerra Civil.
Por el citado Real Decreto, en adelante las banderas deberían ser todas rojigualdas, de 1,47 x1,47m y todas tendrían en su centro un escudo circular con las armas Reales, reducidas al cuartelado de Castilla y León, con las lises en su centro y la granada en punta, colocado sobre el cruce de una pequeña aspa roja de Borgoña y rodeado por una inscripción en letras negras con el Arma, número y batallón del Regimiento.
Durante la guerra civil, la Cruz de Borgoña siguió siendo usada por regimientos tradicionalistas y por los carlistas que se alzaron contra la República, razón por la que hay quien cree que esta histórica enseña es un símbolo ligado al franquismo y a la dictadura.
En la actualidad, tanto la Cruz de Borgoña (con nudos) como la de San Andrés (lisa) siguen siendo un emblema fuertemente arraigado en las enseñas de las Fuerzas Armadas españolas. Así, los Guiones y Banderines de las Unidades del Ejército llevan en su centro la Cruz de Borgoña, a excepción de algunas unidades, como la Legión, la Brigada Paracaidista o el Regimiento Inmemorial del Rey.
Un Eurofighter español desplegado en Lituania, con la cruz de San Andrés en la deriva
Por si fuera poco, fruto del dominio español sobre América, muchas Banderas extranjeras recuerdan su pasado ondeando hoy en día en el Castillo de San Marcos en la ciudad de San Agustín en Florida (Estados Unidos), en los Fuertes de San Cristóbal y de San Felipe del Morro, en San Juan de Puerto Rico, junto a la puertorriqueña y la estadounidense, así como en las banderas de los estados estadounidenses de Alababa y Florida, así como en las enseñas y escudos de ciudades de España y América.