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Noche de San Juan: ¿De qué formas se celebra y por qué se encienden hogueras?

El ritual de la noche más corta del año tiene un origen pagano que el cristianismo adoptó para rendir culto al nacimiento de San Juan Bautista
Un joven salta durante las hogueras de San Juan
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La Razón
  • Sofía Campos

    Sofía Campos

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Es una de las celebraciones más antiguas, asociadas al poder purificador del fuego. En la noche del 23 de junio, todo lo que puede arder físicamente (cartones, leña, apuntes de universidad) arde para llevarse en en humo lo que queremos hacer desaparecer de nuestras conciencias. La noche de San Juan, la puerta del verano en el hemisferio norte (la estación entra en realidad el día 21 de junio), marca la noche más corta del año y para acortarla un poco más se encienden las hogueras en todas partes. Es el momento también de fiesta y reunión para familias, una de las fiestas más esperadas del año. Pero, ¿cuál es su origen?
Se cree que, en la tradición pagana, las hogueras eran una forma de culto al sol porque el astro, enamorado de la tierra, se negaba a abandonarla. Por eso, en el punto de su mayor esplendor, los celtas, eslavos y pueblos germánicos entre otros, celebraban con fuego nocturno su poder sobre las cosechas y los cultivos. Sin embargo, con la llegada del cristianismo, el ritual fue adaptado sin perder su esencia de celebración. Tal y como se cuenta en la Biblia, san Zacarías, esposo de santa Isabel, prima de la virgen María y madre de san Juan Bautista, ordenó encender una hoguera para anunciar el nacimiento su hijo. Fue en el año 380, por obra del Edicto de Tesalónica, ya hacia el final del imperio Romano, cuando se consolidó este significado cristiano para la fiesta tradicional en honor a San Juan Bautista.
Sin embargo, la festividad no hizo más que adaptarse a cada territorio de Europa y, en el caso de la Península Ibérica, cada región fue desarrollando sus propias tradiciones. Una de las más impresionantes tiene lugar en Ciutadella, en Menorca. Desde el siglo XIV se celebra una qualcada (cabalgata o comitiva a caballo) en la que los caballos toman las calles del centro de la ciudad en una hermosa celebración. Los “cavallers”, que son payeses de todas las edades, mientras que los “caixers” representan los cuatro estamentos sociales de sus orígenes: iglesia (Caixer Capellà o Capellana), nobleza (Caixer Senyor), artesanos (Caixer Casat –casado y maestro de un oficio manual - y Caixer Fadrí – aprendiz, soltero, que unas veces procede del campo y otras de la ciudad-), y payeses (Caixers Pagesos).
En Galicia es la noche de la “Queimada”, muy célebre en la playa de Riazor (La Coruña) pero que se celebra en todo el litoral. La bebida, a base de aguardiente, azúcar y corteza de limón o naranja (en algunos lugares se añaden granos de café) protege contra los maleficios y los malos espíritus. En Cataluña, por ejemplo, la verbena de San Juan es la más esperada del año. Allí es típico celebrar también en la playa con otra bebida: en este caso, el tradicional cava, acompañado de abundante pirotecnia mientras los grupos de “diables” lanzan fuego por sus fauces. En San Juan de Alicante es la noche de la “cremá”, una fiesta en la que arden monumentos de cartón acompañados de fuegos artificiales y desfiles y pasacalles. En Soria, es el momento del paso del fuego: caminar sobre brasas ardientes (incluso cargando con alguien a cuestas) en un ritual de origen desconocido. También en Málaga la fiesta tiene una arraigada tradición. Allí es típico cenar el consabido espeto de sardinas y quemar los “júas”, unos muñecos de trapo que arden en la hoguera llevándose consigo el mal fario.
No solo en España: lugares del norte como Finlandia o San Petesburgo (Rusia) o Suecia festejan la llegada del verano después de muchos meses de frío con flores, música e incluso bañándose en el mar por la noche como mensaje a los espíritus malos y a los buenos.