Historia

La lucha que marcó para siempre el futuro de Europa

Carlos Díaz publica un completo libro sobre las Guerras Púnicas en el que combina el espíritu divulgativo con el rigor académico

Imagen de Cartago en el siglo XIX: casi dos mil años después del saqueo romano, el lugar continuaba siendo un páramo
Imagen de Cartago en el siglo XIX: casi dos mil años después del saqueo romano, el lugar continuaba siendo un páramoLa Razón

Uno de los primeros recuerdos de Carlos Díaz Sánchez es el yacimiento de Ampurias, donde conviven los restos de dos civilizaciones, romanos y griegos. De una forma más informal que académica, sus padres le contaron la llegada de Escipión, pero fue lo suficientemente atractivo para que le marcase el rumbo el resto de su vida. «Fue la semillita, y desde ahí quise ser historiador y arqueólogo», cuenta quien hoy firma en Actas Las Guerras Púnicas, el volumen que le hubiera gustado «tener durante la carrera». «Todo lo que encontraba era muy lineal y no me satisfacía del todo, por lo que decidí escribir un libro que cumpliera mis objetivos: que fuera de fácil lectura, pero que mantuviera el discurso académico», explica.

−Si preguntamos en la calle, ¿la gente sabe que sucedió?

−Saben que fueron unas guerras muy antiguas y tendrán nombres en la cabeza, como Aníbal y Escipión, que los enseñan en la ESO y el Bachillerato, pero ya.

Es consciente Díaz de la lejanía de unas batallas que, sin embargo, están algo más cerca del público general gracias «al auge de los libros de Santiago Posteguillo», celebra. «Todo ayuda a la divulgación; hasta los videojuegos, cuando aparece Roma, introducen la batalla de Cannas». Enfrentamiento que es solo una pequeña parte de este libro, dedicado por completo a esos más de cien años (264 a.C.-146 a.C.) de lucha entre Roma y Cartago, «el mayor acontecimiento bélico de la historia Antigua», resume. «El momento de inflexión en el Mediterráneo en el que Roma pasa de ser una potencia itálica a una potencia mediterránea e internacional. Llega más allá de los que serían sus límites naturales. Y es ahí cuando la expansión del Imperio nos involucra a todos», también a ese yacimiento gerundense.

Reconoce Díaz que el problema de abordar un hito tan lejano está en las fuentes, en este caso, todas del mismo lado, el del ganador, de Roma. Alguna queda de parte cartaginense, pero, a su vez, están recogidas por manos grecolatinas. «Se desprecia al cartaginés o se le ensalza dependiendo de la necesidad», cuenta, que tuviera el cronista de turno. «No es lo mismo Polibio que Tito Livio», afirma.

Afirmar o contradecir

Por ello, el historiador asegura que ha tenido que mezclar varios campos, de las obras literarias a la arqueología y la numismática. «Estas fuentes pueden afirmar o contradecir lo que aparece en los escritos. Podemos comprobar cómo el valor de la moneda romana va decayendo hasta que, en un momento determinado, con la conquista de Siracusa se revaloriza porque hay mayor cantidad de metal disponible. O las fuentes arqueológicas, que nos dicen que alguna batalla no fue tan espectacular como se contó».

Así, Las Guerras Púnicas se adentra en un capítulo importante del enfrentamiento entre potencias: ¿por qué Aníbal no entró en Roma tras la batalla de Cannas? «Parece que no tenía el tren de asedio necesario, la logística, para atacar una ciudad con las defensas de Roma. Tardó nueve meses en atacar Sagunto y no tenía esa capacidad de defensa. Lo que se desgrana del relato es que no tenía la intención de derrotar a Roma, sino de dejarla como un Estado satélite entre helenos y cartagineses». ¿Pero podría haber derrotado a su rival? «Sí», sentencia, «aunque Roma estaba rodeada de aliados y podrían haberles atacado después. También está el debate de que después de la victoria de Cartago en Cannas, con Aníbal a las puertas de la ciudad, se hubiera desatado el pánico por su sola presencia y se hubiera colapsado Roma porque tras la moral estaba muy baja».

Pero eso nunca ocurrió. Finalmente, ganó Roma, Cartago apenas tuvo opciones. De haber sido al revés, advierte Díaz, «la explotación de los territorios hubiera sido igual: Las Médulas, por ejemplo, habrían sido explotadas del mismo modo por los cartagineses. No tendríamos hoy el Derecho Romano... Pero la sociedad y la política sí hubieran sido diferentes», sentencia.

  • Las Guerras Púnicas (Actas), de Carlos Díaz Sánchez, 591 páginas, 39 euros.