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cultura
Boudica, la reina que guerreó contra Roma
Símbolo de la naturaleza y la resistencia, lideró a un pueblo indígena contra la máquina militar romana y se convirtió en un icono del ecofeminismo

Imagina a una niña de cabellera pelirroja observando las estrellas en plena noche abierta hace veinte siglos, antes de que las carreteras romanas cortaran las curvas naturales y orgánicas del paisaje inglés. Caminaba entre bosques de robles que aún susurraban a través de las voces de los druidas, los sacerdotes y los sabios indígenas de los celtas.
Jugaba en las orillas de los ríos. Pero aquella niña no pudo permanecer por mucho tiempo en la naturaleza indómita de Inglaterra, debido a las responsabilidades de su familia guerrera dentro de su tribu local. Su nombre, derivado de la palabra celta «bouda», significa «victoria». Su destino lo llevaba escrito.
Según fuentes romanas, la joven Boudica tenía una imponente presencia que la distinguía, al ser alta y fuerte. Asimismo, creció hasta convertirse en una oradora elocuente y feroz, devota de las tradiciones de su pueblo, los icenos. Como noble, Boudica fue instruida en las tradiciones orales de su pueblo: liderazgo, mitología, filosofía y rituales. Es posible que recibiera una profunda educación religiosa, que combinara con el entrenamiento en combate.
Boudica conquistó el corazón del rey de los icenos, Prasutago, y se convirtió en su reina y soberana. Dio a luz a dos hijas, las cuales fueron nombradas herederas junto al emperador, en un astuto movimiento estratégico. En la sociedad celta, era común que las hijas heredasen propiedades, en contraposición con la ley romana que solo permitía la herencia a varones. Pero esta maniobra hizo que Boudica tuviese que afrontar tiempos difíciles después de la muerte de su marido, el monarca iceno Prasatugo. Se creó una delicada situación política, ya que el gobernador romano local a la sazón, Cayo Suetonio Paulino, no estaba dispuesto a compartir el poder. Sus soldados saquearon el territorio iceno, azotaron a la reina públicamente y violaron a sus hijas. Suetonio pensó que estos actos de brutalidad aplastarían la voluntad de los celtas, asegurando que nadie volviera a desafiar la autoridad romana. Pero el efecto provocado fue todo lo contrario.
Cuando las tropas de ocupación partieron, Boudica se dirigió a su pueblo con una determinación serena y feroz, denunciando estos atroces hechos. Según Casio Dio, Boudica proclamó estas emotivas palabras: «¿No habría sido mejor haber muerto y perecer? […] En el resto del mundo, la muerte libera incluso a aquellos que son esclavos de otros; pero sólo en el caso de los romanos, los muertos siguen vivos para su beneficio».
Boudica fue proclamada cabecilla de la revuelta, reuniendo un ejército estimado en 120.000 guerreros de las tribus locales, prueba de su carisma y autoridad. Se cuentan varias anécdotas mágicas de aquella batalla. La primera es que Boudica recurrió a la adivinación natural para conocer el curso que debía tomar durante la misma. Esta práctica adivinatoria se basa en interpretar los movimientos de una liebre que había liberado. La segunda fue la invocación de la diosa de la batalla y la victoria Andraste para que fuese su patrona. Con estos pronósticos a su favor, Boudica arrasó Londinium (la zona que actualmente se conoce como la capital de Inglaterra, Londres), incendiándola.
Sin embargo, la ferocidad de sus tropas, quizá impulsadas por su propio ardor guerrero, condujo a la tragedia, matando alrededor de 80.000 personas. En su venganza, los celtas igualaron o incluso superaron las atrocidades romanas, lo que dificultó que pudieran reivindicar cualquier grado de superioridad moral.
La venganza de Watling Street
Las legiones romanas se reagruparon, y su famosa disciplina militar abatió con precisión sobre la resistencia durante el transcurso de la archiconocida batalla de Watling Street. Las fuerzas de Boudica no pudieron resistir. El gobernador romano no tuvo piedad y masacró sin distinción a la población restante, incluyendo hombres ancianos, mujeres embarazadas, niños y animales, lo que apunta cuán alarmada estaba la élite romana.
Según Tácito, Boudica decidió su propio destino: ingirió veneno para no ser atrapada por el enemigo y murió, siendo enterrada con honor por los celtas. Como practicante de la filosofía druídica, no temía la muerte; sabía que su alma inmortal vagaría nuevamente por los paisajes donde creció, resurgiendo una vez más.
No obstante, su verdadera fama surgiría siglos después. Durante el Renacimiento, esta heroína feroz y elocuente se convirtió en un símbolo de la identidad nacional inglesa. En el siglo XIX, cuando la industrialización transformó Inglaterra, Boudica pasó a representar la defensa del mundo natural, renaciendo a través de esas playas azotadas por el viento y esos arroyos salvajes que había amado en su infancia. Hoy se la considera un icono del ecofeminismo.
Allí donde la naturaleza es protegida, el recuerdo de Boudica y su victoria («bouda») florecen con cada árbol y cada bosque susurrante. Es un testimonio simbólico de la resistencia femenina contra la violencia imperial y del poder mismo de la naturaleza.
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