Historia

El consolador romano de madera: ¿suerte, protección, poder o placer?

Este objeto hallado en el yacimiento de Vindolanda ha sido estudiado de nuevo por un grupo de expertos que tratan de arrojar luz sobre su función o funciones

Imagen del consolador romano de madera: en verde, el área suave principal; en amarillo, las marcadas por herramientas
Imagen del consolador romano de madera: en verde, el área suave principal; en amarillo, las marcadas por herramientasCambridge University

Cada poco tiempo, se arroja luz sobre un nuevo descubrimiento vinculado a la Antigua Roma. La arqueología alrededor de esta época histórica es una fuente de curiosidades interminables, y cada hallazgo funciona como un gran paso hacia el conocimiento de nuestro pasado. Interesan ya no los hitos militares y políticos de un ambicioso imperio, sino también sus vidas cotidianas: qué comían, cómo se desplazaban, cuáles eran sus vestimentas o cómo saciaban sus deseos sexuales. Esto último lleva a pensar a los penes de Pompeya: los restos arqueológicos ubicados en las faldas del Vesubio están plagados de estos miembros tallados por las paredes, puertas o carreteras. Pero, ¿por qué? Hay todo tipo de teorías: de simples flechas para llegar a un lupanar hasta amuletos para espantar las malas vibraciones. La sociedad romana, al fin y al cabo, era una erotizada, pues el placer sexual estaba instaurado plenamente en su rutina. Por ello, el primer consolador romano de madera conocido nos lleva a preguntarnos, más que sobre sus dimensiones o mantenimiento tras miles de años, cuál era su última función: ¿se usaba para atraer a la suerte, por protección, para desprender poder o por placer sexual?

En 1992, fueron desenterrados en el yacimiento de Vindolanda (Gran Bretaña) una serie de objetos que han sido analizados recientemente: desde tablillas de madera hasta guantes de cuero para boxear. Pero el objeto que más llamó la atención y, por tanto, las investigaciones de os expertos, fue un falo grande e incorpóreo: el que sería el primer consolador de madera reconocido, pues sí se han identificado otros de piedra y de metal. Los investigadores consideran varias interpretaciones posibles a la función de este artilugio de hace más de 2.000 años, y las explican en el recién publicado estudio "Tocar madera: ¿suerte, protección, poder o placer? Un falo de madera del fuerte romano de Vindolanda".

"Las representaciones bidimensionales y tridimensionales de los falos eran omnipresentes en el mundo romano. Se sugiere que su aparición generalizada refleja preocupaciones eróticas, así como funciones mágicas y apotropaicas", comienza a explicar el estudio, disponible en "Cambridge University Press". Por tanto, y como se percibe en el ejemplo de Pompeya, estos penes aparecen tanto en mosaicos como en paredes o vasijas de cerámica. También pueden ser "colgantes, probablemente destinados a cumplir una función apotropaica", es decir, con el fin de alejar el mal y atraer el bien. En el caso del objeto estudiado, hablamos de uno de 160 milímetros de largo, tallado en madera y de aproximadamente el siglo II. ¿Qué función o funciones pudo haber desempeñado? En el estudio consideran tres: "un componente saliente -de una herma, estatua o edificio-, un mortero o un implemento sexual" o consolador.

¿Juego o violencia sexual?

Las hermas en la Antigüedad grecorromana eran pilares cuadrados o rectangulares sobre los que se colocaba un busto de algún dios y que se adornaban con un falo. Se solían situar cerca de puertas, "donde los transeúntes podían tocarlos para recibir protección", apuntan desde el estudio, y apuntan que "una posible interpretación del falo de madera de Vindolanda es que estaba destinado a ser encajado en otro objeto o estructura". Asimismo, sugieren que "el objeto se utilizaba como mortero", dada "su superficie basal uniforme, convexa y lisa". El uso de morteros en la época romana, explican los expertos, "abarca una variedad de actividades", como puede ser para "moler o mezclar productos tanto animales como vegetales", sean con fines culinarios o para "cosméticos, mezcla de ungüentos o medicamentos. Un mortero con forma de falo añadiría eficacia o protección a lo que se estuviera preparando", apuntan.

Por último: el uso sexual. Especifican los expertos que un consolador no era un "juguete sexual" en la Antigüedad, tal y como hoy se le conoce: "El uso no podrá haber sido exclusivamente sexual o para placer del usuario. Pueden haber sido utilizados en actos que perpetuaban desequilibrios de poder, como entre una persona esclavizada y su dueño, como lo atestigua la recurrencia de la violencia sexual en la literatura romana", reza el estudio. Con esto, afirma que "demostrar que el falo de Vindolandafue utilizado como instrumento sexual es un desafío", y si finalmente se comprobase que era un consolador "no necesariamente tenía que haber sido utilizado para la penetración. En cambio, acciones como la estimulación del clítoris podrían adaptarse mejor a la forma y al desgaste observado". En conclusión, el estudio nos revela dos aspectos de la época romana. Por un lado, el falo erecto actuaba como un símbolo común, sea invocando fuerza mágica o con fines de demostrar poder.