Historia

EE UU, sangre contra el español en Filipinas

Los Estados Unidos engañaron a los rebeldes filipinos para ganar su apoyo y luego realizaron una brutal campaña con el objetivo de someterlos y acabar con el legado español en las islas

Baler no se rinde. Cincuenta y siete fueron los soldados que defendieron el último bastión español en Filipinas, hecho real que narra esta película
Baler no se rinde. Cincuenta y siete fueron los soldados que defendieron el último bastión español en Filipinas, hecho real que narra esta películalarazon

Mucho se ha escrito de cuando España perdió Cuba ante Estados Unidos en 1898. No obstante, esa no fue la única región que se perdió, pues nos fueron arrebatadas también Guam y las Filipinas. Siendo en este último lugar donde los norteamericanos, amparados en una inventada misión «civilizadora», realizaron incontables crímenes contra los pobladores nativos. El gobierno de Estados Unidos había tratado de ganarse el apoyo de los rebeldes filipinos, dirigidos por Emilio Aguinaldo, prometiendo que, tras la victoria contra España, serían liberados y obtendrían el derecho a construir su propio país. La administración del presidente William Mckinley logró que estos grupos que se habían rebelado contra España luchasen en su nombre en las Filipinas y debilitasen el control de Madrid hasta la rendición definitiva en el Tratado de Paris de 1898. La firma de este documento por parte de EE UU y España significó el fin de la guerra y, según pensaban los filipinos, el comienzo de su estado. Nada más lejos de la realidad.

Pese a las declaraciones que había realizado Mckinley pocos meses antes, afirmando que conquistar Filipinas «habría sido, de acuerdo con nuestro código moral, una agresión criminal», se hizo exactamente eso. Miles de soldados americanos desembarcaron en el territorio y los antiguos rebeldes fueron declarados criminales fugitivos, junto con todos aquellos que pretendiesen crear un estado independiente. En ese momento se inició la llamada Guerra Filipino-estadounidense (1898-1902) o, como lo han denominado otros historiadores, el «Genocidio Filipino».

Brutal represión

El objetivo del gobierno de Estados Unidos era sencillo: explotar el territorio y hacer que la población del lugar fuese lo más sumisa posible. Para ello se inició, aparte de una brutal agresión contra aquellas poblaciones menos dispuestas aceptar el dominio de Washington, una campaña de borrado de la historia española en las islas. El español fue prohibido, se comenzaron a quemar y desalojar iglesias y misiones católicas y todo aquello que recordase al pasado colonial desaparecía bajo las botas de los militares, en especial, aquellos pensadores e intelectuales que hablaban español. Según Luciano de La Rosa, autor de «El Filipino: origen y connotación», esta persecución era de esperar pues «eran los de este habla los que mejor entendían los conceptos de independencia y libertad y los que escribieron obras en idioma español sobre dichas ideas».

De igual manera, se trató de imponer el inglés en todo el territorio del modo que fuese, condenando las lenguas locales y forzando a las escuelas a enseñar en este idioma en exclusividad. La campaña de represión sería tan brutal que se calcula que murieron entre 250.000 y 1.000.000 de personas. En el peor de los casos, casi una décima parte de toda la población de las islas. La mayoría civiles y, casi en su totalidad, a causa de estrategias del ejercito americano para dejar a regiones conflictivas sin alimento, causando hambrunas y epidemias. No obstante, también hubo masacres activas por parte de los soldados de Washington. El general Jacob Smith, hombre al cargo de muchas operaciones en Filipinas, afirmó ante uno de sus oficiales: «No quiero prisioneros. Quiero que mates y quemes, cuanto más mates y quemes mejor y más me complacerá». El objetivo era tan brutal que en el ataque a la isla de Samar se estableció que todos aquellos mayores de 10 años podrían ser ejecutados porque, según este oficial, podrían «portar armas en hostilidades reales contra los Estados Unidos».

Tanta sería la brutalidad que los rebeldes filipinos se arrepentirían en cierta manera de haberse rebelado contra España. Emilio Aguinaldo, primer presidente de Filipinas y líder rebelde, diría a la prensa que se arrepentía de haberse rebelado contra España y Alfonso XIII, el cual «sigue siendo mi Rey porque bajo España siempre fuimos súbditos, o ciudadanos españoles, pero que ahora, bajo los Estados Unidos, somos tan solo un Mercado». La independencia final se demoraría hasta 1946 tras la presión internacional sobre Estados Unidos y las quejas de la población.

Como se puede ver, los Estados Unidos protagonizaron un episodio muy oscuro de su historia en las Islas Filipinas. Primero, engañando a los rebeldes para debilitar a España, y luego protagonizando una brutal campaña de represión tanto militar como cultural contra los civiles de la isla con el objetivo de someterlos. Mucho sufrieron los filipinos para lograr su tan ansiado país.