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La Fura: 2.017 bidones de agua para medir el poder

El Festival Rossini de Pésaro se inaugura hoy con el estreno mundial de «El asedio de Corinto», con puesta en escena de Carlus Padrissa y escenografía de Lita Cabellut. Dos pesos pesados para una de las grandes citas operísticas
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El Festival Rossini de Pésaro se inaugura hoy con el estreno mundial de «El asedio de Corinto», con puesta en escena de Carlus Padrissa y escenografía de Lita Cabellut. Dos pesos pesados para una de las grandes citas operísticas.
En la playa de Pésaro sopla un viento tremendo que casi hace volar las sombrillas. Carlus Padrissa, uno de los miembros de la Fura dels Baus, repone fuerzas antes del estreno mundial con que se inaugura hoy (también se podrá ver los días 13, 16 y 19) esta edición del Festival Rossini, «El cerco de Corinto», una ópera no de las más conocidas del autor, que lleva la dirección de escena del grupo catalán al que se ha unido una artista, la pintora Lita Cabellut. La falta de agua, la necesidad del líquido elemento es el pretexto para montar este pieza, una obra que bebe, y nunca mejor dicho, de analogías con lo que hoy sucede. La ópera, que relata el asedio de los otomanos a los corintos poco después de la caída de Constantinopla (unos tiene el agua, los otros la necesitan), se transforma aquí en «la lucha por la necesidad de un bien de primer orden. En escena aparecen 2.017 bidones de 20 litros vacíos para escenificar lo que crea las fronteras. Habla de esa necesidad egoísta de que el que tiene algo lo quiere solamente para él y levanta una muralla para que los demás no se la arrebaten», explica.
En el foso estará Roberto Abbado al frente de la Orquesta Sinfonica Nazionalle della RAI y Luca Pisaroni, John Irvin, Nino Machaidze y Sergey Romanovsky interpretarán los papeles principales. Será un montaje de varias primeras veces: la de la Fura en el encuentro rossiniano, la de Cabellut como escenógrafa de una ópera, y el más triste, sin duda, la ausencia, por vez primera, de Alberto Zedda en el encuentro (el maestro falleció el pasado mes de marzo), un festival del que fue hasta el último día de su vida, alma e impulsor. Como se extrañará su ausencia que cuenta Padrissa que algunos de sus colaboradores cuando tienen alguna duda levantan el teléfono con la intención de pedirle consejo. Él les descubrió a Rossini y les puso en camino de que llegaran hasta esta pieza, una obra de la que el gran compositor escribió tres versiones.
Veinte minutos inéditos
El estreno de hoy presentará veinte minutos inéditos de música con lo que se podrán escuchar fragmentos vírgenes a los oídos del público. Y entonces es cuando le lanzamos a Padrissa la pregunta, ¿qué pinta Cabellut en esta aventura? Y él le otorga no protagonismo, sino «el» protagonismo. Habla de su rendida admiración y de cómo él se personó en su estudio de La Haya, donde vive la artista, y le habló del proyecto. Ella, con una aplastante naturalidad, le confesó que no tenía ni idea de quién era. La conexión fue inmediata. Al principio Cabellut se negaba porque nunca había hecho nada igual, «pero él me dio el empujón», cuenta la creadora, que le puso una única condición: tener libertad al cien por cien. Con una enorme gracia comenta que «aquello fue la unión de dos potros salvajes. Imagínate cómo se les quedó la cara a los miembros del patronato cuando vieron aparecer por la puerta a un ex punky con una gitana», cuenta riéndose. «Yo le decía a Carlus que los locos se reconocen, los sabios se comunican y los monstruos se respetan y eso es lo que somos, además de muy artistas y muy vedettes, de ahí que hayamos construido nuestros respectivos espacios, porque los dos los necesitamos, él el suyo y yo el mío. Hay momentos en que yo soy la reina y otros en que el rey es él», declara. Para Padrissa, lo que necesitaba ella era «salir del cuadro, tomar aire y mirar hacia otro sitio y era la oportunidad perfecta». Dice que no existe una autoría única, sino que «hemos trabajado mano a mano y fíjate que habremos montado ya unas treinta óperas, pues ninguna me ha influido tanto a la hora de trabajar como la obra de Lita, que es brutal. Cuando tuve sus pinturas frente a mi en el estudio me quedé impresionado, por las texturas, por el uso que hacía de las grietas. Le dije que sus obras desprenden algo de lo que tiene los grandes artistas. Ella ha hecho los elementos pictóricos, diez cuadros grandes, conjuntos de flores de cuatro metros, un conjunto de vídeos que dura aproximadamente una hora y los vestuarios. Y el concepto es de los dos», explica.
¿Habrá nuevas colaboraciones? Responde Cabellut que sí, «que vamos a seguir jugando. Somos tan apasionados que nos olvidamos del dinero, de si el proyecto es o no realizable..., porque lo vital para nosotros es creer y estar convencidos de que se puede hacer». Ella no poder estar en el estreno por un problema con sus rodillas que le impide tomar un avión, «pero un amigo me lo ha grabado y es como si estuviera allí mismo». Cuando le pedimos a esta gitana de pura raza que explique cómo ha sido su trabajo lo resume con una par de frases maestras: «Verás, yo traigo los ingredientes del guiso y entre los dos hacemos el potaje. Hay que saber ordenar bien los elementos para que quede algo. Yo disparo color y el lo recoge y lo coloca en un recipiente. Y así hemos trabajado». Y que dure.

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