Historia

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La leyenda negra de Nerón

¿Es cierto todo lo que nos han contado del emperador, o no son más que «fake news» del mundo antiguo?

Nerón ante el incendio de Roma, una «fake new» de la Antigüedad
Nerón ante el incendio de Roma, una «fake new» de la Antigüedadlarazon

Los biógrafos de época romana que trataron sobre Nerón (en su mayoría posteriores a él en algunas décadas) dibujaron una imagen de este que, en buena medida, ha perdurado

Los biógrafos de época romana que trataron sobre Nerón (en su mayoría posteriores a él en algunas décadas) dibujaron una imagen de este que, en buena medida, ha perdurado e incluso se ha potenciado a través de la tradición cristiana occidental y, más recientemente, del cine y la televisión. Allá por finales del siglo I y comienzos del II d. C., lo acusaban aquellos de pirómano, megalómano, incestuoso, matricida, déspota, caprichoso, envidioso y otras tantas aberraciones, e incluso dijeron –o así lo menciona Suetonio– que su propio padre, Domicio Ahenobarbo, al felicitarlo sus amigos por el nacimiento de su hijo, exclamó que nada había podido nacer de él y de Agripina que no fuera detestable.

Uno de los episodios que más contribuyeron a su negra imagen es la responsabilidad que se le atribuyó –y que hoy la mayoría de especialistas en el tema consideran poco más que una «fake news» promovida por sus adversarios políticos– sobre el gran incendio que asoló Roma en el año 64, algo de lo que además pareció regodearse, si aceptamos lo que nos cuentan las fuentes sobre su presencia en lo alto de una torre, observando las llamas y cantando sobre la destrucción de Troya. Aunque la noticia probablemente no era cierta, tenía ese trasfondo de verosimilitud que hacía que cualquier chisme pudiera propagarse con facilidad.

Tampoco cayó nunca bien entre las selectas élites romanas la afición que mostró Nerón por pasatiempos viles como los de cantar en público y conducir cuadrigas en el circo, algo –a los ojos de la moral romana– propio de la gente infame, de baja alcurnia, y en absoluto apropiado para un emperador.

Nerón hizo gala desde el principio una fascinación fuera de lo común por las artes musicales y el teatro, y ya de niño despertó su interés en este campo. En cuanto ascendió al trono, su pasión fue en claro aumento, y su empeño era tal que cuando debutó ante el público en Nápoles –corría ya el año 64–, no dejó de cantar pese a que un terremoto sacudió todo el teatro, y en general cuando actuaba no permitía que nadie saliera hasta que hubiera terminado, hasta el punto de que algunos tenían que huir saltando por detrás de las gradas e incluso había quien se hacía el muerto para que lo llevaran fuera. Como todo buen divo que se preciara, no recibía bien las críticas negativas, y con el tiempo su confianza en sí mismo fue creciendo hasta tal punto que se obsesionó con la idea de ser como Apolo, cuyo arte con la música obviamente no tenía parangón, además de un gran auriga, como él mismo se jactaba de ser. Una vez, compitió en las carreras de cuadrigas de los Juegos Olímpicos conduciendo un carro tirado por diez caballos –para mayor gloria– y a punto estuvo de matarse. Probablemente podría verse también un vínculo entre los papeles teatrales que representó y su propia historia, con una cierta predilección por personajes matricidas como Edipo, Orestes o Alcmeón. Lo cierto es que no rehuía la tragedia... Incluso cuando le vaticinaron que un día sería depuesto, pronunció aquellas famosas palabras: «El arte nos sustentará», aunque cuando llegó el momento, en su huida precipitada olvidó su cítara, y solo llevó consigo un puñal con el que se quitó la vida.

Nerón lo tenía todo para ser censurado por sus coetáneos, y para colmo de males, se decía de él que persiguió a los cristianos y les sometió a varios tormentos. Su mala prensa estaba asegurada y, tal como habría dicho un antiguo antepasado político suyo de cierto renombre, su suerte estaba echada, por los siglos de los siglos. O quizá no...

En realidad, una mirada atenta a su reinado revela que fue bastante positivo, y si tenemos en cuenta que la revisión detallada de los textos clásicos indica que abundaban las opiniones tendenciosas y los falsos rumores que contribuyeron a su mala imagen, quizá la realidad fuera otra; una que situaría a nuestro personaje en un momento altamente complejo en la historia y la política romanas y, en consecuencia, en un papel no muy distinto del que otros emperadores habrían podido desempeñar. Pero un emperador más cercano a su público y a la gente corriente que a las élites de las que se suponía que formaba parte no era un dirigente digno de confianza. No hay duda de que Nerón no fue un santo, pero quizá su comportamiento hubiera sido otro si no se hubiera debatido constantemente entre su propia vida privada y la que le atribuían sus responsabilidades y su proximidad a los círculos de poder.

Para saber más

“La Roma de Nerón” Arqueología e Historia n.º 27

68 págs.

7€

Un cenáculo que da muchas vueltas

Uno de los aspectos más citados y comentados acerca de Nerón se refiere a su afán constructivo. En el aspecto material, Nerón dejó su huella en la ciudad de Roma no solo en la espectacular y pretenciosa «casa dorada» que hizo construir en el mismo corazón de la Urbs, sino también en los edificios que ordenó reedificar tras el grave incendio del año 64. Décadas de investigación arqueológica en la ciudad nos van desvelando las claves de su evolución urbanística durante su reinado. La mayoría de las investigaciones se han centrado en la propia Domus Aurea, un recinto palacial que contaba con inmensos edificios, pabellones y jardines. Su enorme estanque desapareció con la construcción del Coliseo, e incluso durante un tiempo se aprovechó su bañera para celebrar combates navales simulados. El célebre coloso de bronce que representaba al Sol y de cuyo rostro que se decía que se parecía a Nerón fue desplazado de su lugar hasta el anfiteatro y llegó a darle nombre. En el gran pabellón del monte Oppio hay incluso encajes para encastar joyas, además de pinturas con restos de hilo de oro. Todo ello coincide fielmente con lo que nos dicen las fuentes sobre este gran recinto palatino, pero todavía hoy se nos escapa en qué lugar exactamente se ubicaría la famosa cenatio rotonda que menciona Suetonio.

Un 13 de octubre de...

54 d. C.: Nerón es proclamado emperador tras la muere de Claudio, envenenado.

1307: los caballeros templarios son entregados a la Inquisición en Francia.

1792: comienzan las obras de la Casa Blanca en Washington, residencia oficial de los presidentes de los EEUU.

1843: la reina Isabel II establece la bandera de la Armada, la rojigualda, como enseña nacional

1934: los rebeldes asturianos se rinden al Gobierno de la República, poniendo fin a la revolución de Asturias