La otra guerra de Goya
El Consejo Regional de Patrimonio frena la subasta de dos series de grabados que el Ateneo, en situación financiera crítica, buscaba vender
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El Consejo Regional de Patrimonio Histórico acordó ayer suspender la subasta de dos series de grabados de Goya.
El Consejo Regional de Patrimonio Histórico acordó ayer suspender la subasta de dos series de grabados de Goya, en concreto, «Los Caprichos» y «Los Desastres de la Guerra», que formaban parte de los fondos del Ateneo de Madrid, y que esta institución, ante una crítica situación financiera, preveía vender aunque, en ningún caso, habrían podido salir de España. El Consejo considera que ambas series «forman parte esencial de los fondos protegidos de la Biblioteca del Ateneo», que considera a su vez una pieza clave de la consideración de Bien de Interés Cultural de la institución. Desde el Ateneo de Madrid ven en la decisión una «interpretación extrema» de la norma. «Es cierto que las series de grabados constan en los inventarios de la Biblioteca, pero en ellos también aparecen escritorios, relojes o lámparas. Nuestros informes técnicos avalan lo contrario, así que plantearemos un recurso de alzada», afirmó Carlos García, primer secretario del Ateneo. A esta situación ha llegado la casi bicentenaria institución debido al dramático recorte de ayudas públicas. Si en 2008 recibía 875.000 euros de tres instituciones (Ayuntamiento, Comunidad de Madrid y Ministerio de Cultura), en 2013 las aportaciones se han quedado en 55.000, provenientes de la Comunidad, que redujo su aportación a menos de una cuarta parte. La emblemática institución aprobó un Plan de Viabilidad para hacer frente al vendaval. «Está basado en un sacrificio de todas las partes. Primero, de los socios, que aportaron cuotas extraordinarias en el 90 por ciento de los casos. Segundo, de los trabajadores, que han aprobado por unanimidad un ERTE por el que reducen su jornada y salario. Y en la apuesta por buscar recursos propios: este año hemos logrado generar 500.000 euros obtenidos del alquiler de salas, las entradas a espectáculos o la concesión de la cafetería», explica García. Gracias a ese plan, el Ateneo logró incluso levantar un pre-concurso de acreedores, pero seguían faltando recursos. Por eso se planteó la opción de la subasta de una serie de obras, en total 14, y entre las que se encontraban las series de grabados. Patrimonio ha señalado que la serie de los «Desastres» es una primera edición y «Los Caprichos», segunda. «La venta supondría una pérdida irreparable de los valores histórico-artísticos que fueron considerados en su día para que el Ateneo obtuviera la categoría de Bien de Interés Cultural», aseguran desde el Consejo de Patrimonio.
«Se trata de obras, incluidos los grabados, que no están en exposición, sino en almacén. Pero al margen de los grabados, la subasta nace de la solidaridad de algunos artistas. Cuando Antonio López se enteró de nuestra situación, cubrió un lienzo con una lona, lo agarró debajo del brazo y vino hasta aquí en metro, muy a su estilo. Nos lo cedió para que lo subastáramos porque la primera exposición que hizo en su vida fue precisamente en el Ateneo, en 1957. Lo mismo que Martín Chirino o Carmen Laffon, explica García. Los gestos de solidaridad los repitieron otros artistas como Juan Francisco Casas, Daniel Canogar, o Alberto Corazón. El Ateneo posee una colección de unas 800 obras de arte, de donde proceden otras ocho que hoy pueden comprarse en la puja. Son lienzos de Millares, Sempere, Guinovart, Moreno Villa y Alfonso Fraile. Contando con los grabados, el Ateneo calculaba que obtendría 250.000 euros, vitales para su supervivencia. Aunque los precios de salida ya están cubiertos, la recaudación oscilará entre los 100 o 150.000. «Eso nos obligará a hacer más recortes que afecten a la actividad de una casa en la que se celebran 80 actos al mes. Es la única manera, porque ya no sabemos de dónde cortar», asegura el portavoz.
Sin reproches
Tanto García como otros trabajadores hablan de la historia de la casa en primera persona del plural. «El Ateneo tiene la fuerza para seguir. Y seremos autosuficientes, pero necesitamos algo de tiempo. Con 2.200 socios y una actividad trepidante, después de casi 200 años, esto no es un contendor vacío», dice en una de las vetustas salas de la cálida institución, que mantiene en sus paredes y en su decoración el indisimulado paso del tiempo, la despreocupación por las apariencias y lo importancia de las esencias. «Nosotros no le hacemos reproches a las administraciones a pesar de que no están cumpliendo. Apostamos por la autosuficiencia, al margen de que el debate por subvencionar la cultura debe seguir abierto y no darse por zanjado», dice García. De fondo, hay una clara contradicción entre considerar una serie de obras Bien de Interés Cultural y que ninguna institución aporte los medios necesarios para su conservación y cuidado. «Llega un punto en el que no se puede recortar mucho el presupuesto. Nuestro dinero –un millón de euros– se va entre los costes de personal, casi el 80 por ciento, y la conservación de nuestras obras, que son nuestra responsabilidad», explicó García, un tanto «decepcionado», ayer. «Buscaremos una solución amistosa y cordial, porque ésa ha sido nuestra actitud», apunta. «Tenemos la obligación de salir adelante porque el Ateneo es parte de la mejor Historia de España, a pesar de que nos encontremos enfrente el autismo de los gestores». De momento, pese a quien pese, los Goya se quedan en casa.
Una actividad incesante
El Ateneo, casi olvidado por muchos, abre de lunes a domingo, de 9 de la mañana a 11 de la noche. En sus salas todos los días pasa algo. Tiene una media de 2.000 visitantes por día, aunque en febrero han llegado a los 10.000. Su Biblioteca (imagen de abajo) alberga medio millón de volúmenes y la cafetería (arriba), recién reformada, favorece tertulias como las que han servido para formar presidentes del Gobierno. «Cuando el Congreso cerraba, hacían las leyes aquí», explica Carlos García, secretario primero del Ateneo. «Los avances científicos o las vanguardias artísticas se recogían en la actividad de esta casa, que excede la historia de Madrid». Le debemos el esplendor de la cultura en a comienzos del siglo pasado, y también más recientemente: «En los grises años sesenta, la sección de literatura la dirigía José Hierro, y la de cine, Luis García Berlanga. Por eso vamos a continuar».