Francia

La Virgen moderna que vino del Medievo

El lienzo de Jean Fouquet está considerado una obra maestra de la pintura francesa

La Virgen moderna que vino del Medievo
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Si hubiera que aventurarse a datar «La Virgen con el Niño y ángeles», pocos dirían que sobre este lienzo pesan más que 500 años de antigüedad. Su innegable modernidad sólo se entiende al indagar en el bagaje artístico del autor, Jean Fouquet, el pintor y miniaturista más destacado del siglo XV en Francia, que aúna en esta «obra maestra suprema del arte europeo», según el director de El Prado, Miguel Zugaza, la iconografía de la tradición nórdica y la herencia del arte flamenco y del Quattrocento italiano. «Se trata de un icono excepcional de la cultura pictórica europea. Es el equivalente de la «Mona Lisa», explica Paul Huvenne, director del Real Museo de Bellas Artes de Amberes, lugar de donde sale por primera vez la obra desde su llegada a principios del siglo XIX y gracias a las obras en las que se halla inmerso el museo. Su destino ha sido la pinacoteca española, donde permanecerá hasta el 25 de mayo gracias a la Fundación Amigos del Museo del Prado dentro del programa «La obra invitada». «Forma parte del conocido como "díptico de Melun", uno de los escasos ejemplos de pintura francesa del siglo XV. La representación de la imagen es absolutamente abstracta, tiene un carácter irreal», asegura Pilar Silva, jefade departamento de Pintura Española y Flamenca. «Se cree que la cara de la Virgen corresponde al rostro de Agnès Sorel, amante del rey Carlos VII de Francia. Dos características de esta obra llaman la atención: la primera, el fondo, lleno de ángeles en colores vivos. «Son serafines y querubines en rojo por el rubí, y en azul por el zafiro», comenta Huvenne. También los extraordinarios senos de la Virgen, «trazados como con compás, que evocan las obras de Paolo Ucello y de Piero della Francesca. Fouquet la representa como Madona de la leche», asegura Silva. Aunque El Prado da cobijo a numerosas «Marías», «ninguna tan poderosa y sensual y provocativamente moderna», dice Zugaza. Ésta acompañará temporalmente a la recién adquirida «Oración en el huerto con el donante Luis I de Orleáns». La obra, encargo de Etienne Chevalier para Carlos VII de Francia, permaneció como díptico en la iglesia Notre Dame de Melun hasta que a finales del XVIII fue dividido. Hasta ese momento, vemos cómo la posición escorzada del Niño hacia la izquierda, lugar al que dirige su rostro y su dedo, conecta a ésta con la otra, que muestra a Chevalier arrodillado.