Las hermanas Brontë: feminismo en pleno siglo XIX
Laura Ramos aleja en “Infernales. La hermandad Brontë”(Taurus) a Emily, Charlotte y Anne de la imagen de mujeres ignorantes para acercarlas a lo que de verdad fueron: personas cultas, con gran carácter y de las mejores novelistas de su época
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En la imagen que encabeza estas líneas están retratadas Anne, Emily y Charlotte Brontë, tres hermanas que hicieron historia a través de su escritura e ingenio en pleno siglo XIX. Entre ellas se puede distinguir la silueta de un hombre, Branwell, el único hermano varón y quien pintó dicho lienzo. El hecho de que su figura esté tapada por una especie de columna no es casualidad, de ello hablaré a continuación, pero sí es necesario tener claro que tanto unas como el otro fueron unos auténticos genios cuyo talento no pasó desapercibido en aquella época. Los cuatro hermanos nacieron en Harworth, un pequeño y perdido pueblo de Inglaterra, escenario de uno de los sucesos literarios más inhóspitos a la vez que extraordinarios de la historia: las tres hermanas, pobres, con poca salud y apenas atractivo físico, se convirtieron en novelistas de fama internacional. Escribían desde su niñez y crearon poemas, cuentos y obras de teatro ambientadas en unos mundos imaginarios tan impresionantes que hicieron que los lectores se quedasen impregnados. Sin embargo, a ojos del público eran unos hombres quienes escribieron dichos best-seller de la época: firmaban bajo el seudónimo de los hermanos Bell.
"Un célebre poeta de la época rechazó un poema de Charlotte diciéndole que, aunque poseía el don de la poesía, era una mujer", explica Laura Ramos, escritora y periodista argentina que acaba de publicar "Infernales. La hermandad Brontë"(Taurus). En su obra, la autora retrata la historia de estas tres mujeres que tuvieron que hacerse pasar por hombres para que valorasen su trabajo y que, gracias a su esfuerzo y talento, terminaron siendo "las tres novelistas más famosas y leídas de Inglaterra", continúa, "leían entre ellas las críticas de sus libros, medio riéndose, en las que decían que sus personajes eran abominables".
Todo esto, sin dejar atrás a su hermano Branwell: "Era un niño genio, el más entusiasta de los hermanos", explica Ramos, añadiendo que, con respecto al retrato que hizo junto a sus hermanas, "se arrepintió y pintó encima una columna pocos días después de pintar el retrato porque, según un texto que escribió Charlotte sobre él, Branwell despreciaba a sus hermanas". La hermandad Brontë queda lejos de ser un grupo de niños entretenidos en un pueblo perdido de Inglaterra. Al contrario: "Eran una cofradía de hermanos que escribía sagas del tipo 'Juego de Tronos', maravillosas, llenas de imaginación", explica la autora. Todo ello lo recoge en su libro, además de otra faceta que les hace aún más peculiares: "Eran bastante pornográficas, incluso lujuriosas, trataban incestos, homosexualidad, bajos mundos, así como también hablaban de nobleza, muerte y crueldad". En otras palabras: vivieron en el siglo XIX y fueron unos adelantados a su época.
Charlotte Brontë nació en 1816 y cien años después se hicieron públicas "unas cartas de amor demenciales, desesperadas, que le escribió a su profesor de retórica de Bruselas", explica Ramos. Con esto, la autora trata de hacer entender que "un siglo después de que Charlotte naciera, se vio que ella no era la virgen del páramo que se creía". Por su parte, a finales del siglo XX "se descubrieron escritos de Emily Brontë, quien traducía del latín a Virgilio y a Horacio, prueba más que suficiente para hacer ver que no se trataba de la niña ignorante del campo que se creía que era". Además, Ramos se refiere a Anne como una proto feminista, pues en su libro "La inquilina de Wildfell Hall"la protagonista era una persona totalmente independiente y autosuficiente, perfil que no respondía a la imagen de mujer que imperaba en el siglo XIX.
Mujeres con genio
La vida y carácter de las hermanas Brontë fueron un misterio que, gracias a libros y trabajos como el que ahora publica Ramos, se ha podido descifrar. Estas mujeres no eran unas ignorantes de pueblo que solo sabían coser y, si eso, escribir algún cuento. Al contrario, eran unas mujeres directas, con genio, a las que no les importaba criticar, emocionar o incluso escandalizar con temas morbosos e, incluso, dignos de censura. Gran ejemplo de ello fue, en concreto, Emily, cuya "sexualidad es un misterio, ya que hay muchos indicios de que estuvo enamorada de una chica en un internado en el que vivió en Bruselas". Pero esto no se debería resaltar tanto como su demoníaca personalidad que reflejó en su gran novela "Cumbres borrascosas", que en un principio firmó bajo el seudónimo de Ellis Bell. "Emily cuadra más con la crueldad de su libro que con la idea que se tenía de que eran tres virgencitas ignorantes del páramo", explica Ramos, y es que subraya que Emily "era cultísima y tan cruel como Heathcliff, el protagonista de su obra, de hecho una vez se enojó tanto con su perro por haberse subido a su cama que, bajo un hueco de la escalera de su casa, le castigó con los puños con tal furia que le sacó lágrimas de sangre".
Sin embargo, todo esto ha tardado tanto en darse a conocer por lo que Ramos considera “un acto de amor”. “Cuando murieron sus hermanas, Charlotte quiso restituir el nombre de la familia, reeditando libros y escribiendo prólogos en los que relataba la historia oficial”, explica la periodista. Con esto, y ante el gran escándalo que provocaron los libros que redactaron estas hermanas por tratar temas, en aquella época, tabús, “Charlotte difundió la idea de que eran unas mujeres inocentes, inocentes, que no sabían de qué hablaban en sus obras”. Se podría decir que, aunque esta no fuera la historia real, lo hizo para lavar el nombre de la familia. Sin embargo, hay que agradecer que la verdad ha terminado saliendo a la luz y que estas mujeres se conocen hoy día como lo que realmente fueron: inteligentes, cultas y feministas incluso antes de que éste término existiera.