Abismo a lo absurdo
«Perfectamente prescindible». Con estas palabras se refirió el líder del PSOE, Pedro Sánchez, a su última reunión con Mariano Rajoy, con motivo de la investidura de éste, y la expresión podría rescatarse para definir la conversación que ambos mantuvieron ayer, esta vez a iniciativa del socialista. Sánchez telefoneó al presidente en funciones por espacio de diez minutos, una primera parada obligada en el partido más votado durante la ronda de contactos en la que se encuentra inmerso, para pulsar la viabilidad de una candidatura alternativa. La conversación, que tuvo un tono «cordial», no sirvió para fijar avance alguno y más bien se ubicó en el subjetivo espacio de lo innecesario, si tenemos en cuenta que el PP nunca participará –activa o pasivamente– de una alianza que tiene como principal objetivo desbancarle. El intercambio dialéctico sólo sirvió para que ambas partes se ratificasen en sus posiciones y en su antagonismo, pues si el líder del PSOE buscaba «soluciones» en el Partido Popular, Rajoy le trasladó la «gran coalición» –liderada por él– como la fórmula óptima para poner fin al desgobierno. No encontró receptividad en su interlocutor, ya que Sánchez le reiteró «la posición del PSOE en contra de su investidura» y le anunció que abrirá «un diálogo con el resto de fuerzas para buscar una solución al bloqueo actual» que no pase, claro está, por hacer presidente al candidato popular.
La conversación, salpicada de ciertas dosis de actualidad sobre cómo había transcurrido la reunión del G-20, no se materializó en una reunión cara a cara. A pesar de que éste era el objetivo, desde el entorno del secretario general reconocían a LA RAZÓN el nuevo cariz que había tomado la fase de «diálogo», que no es otra que «mantener las vías de comunicación abiertas». No obstante, en el PSOE son conscientes de que ni el PP ni Rajoy tendrán un papel relevante en la viabilidad de su candidatura alternativa, por lo que enfocarán sus esfuerzos en convencer a Podemos y Ciudadanos.
El secretario general de la formación morada fue el siguiente en recibir la llamada de Sánchez, que organiza la toma de contacto atendiendo a la representación parlamentaria de cada una de las formaciones. A pesar de que la comunicación entre ambos líderes no ha cesado durante las semanas de negociaciones de Rajoy, como así lo reconoció el propio Iglesias, el secretario general del PSOE quiso imprimir cierta liturgia en su escenificación. El intercambio de opiniones entre los primeros espadas de los principales partidos de izquierda fue más largo –24 minutos– y aunque ambos compartieron que «lo que más le conviene a España es un gobierno que implemente un programa de justicia social y regeneración democrática», pronto surgieron las discrepancias. Sus diferencias son conocidas y no han variado un ápice desde diciembre. Sánchez mantiene la «necesidad de que las fuerzas del cambio sigan hablando para ofrecer una solución al atasco provocado por el fracaso de la investidura de Rajoy», ecuación en la que participaría necesariamente Ciudadanos, e Iglesias defiende el entendimiento con las fuerzas independentistas, dado que considera difícil que Rivera «no se oponga o se abstenga» a lo que él llama un «programa social de defensa de las mayorías».
Desde la formación emergente consideran que sería «sensato» que C’s facilitase un acuerdo progresista, pero no son optimistas al respecto, ya que ven al partido «absolutamente instalado en un proyecto con el PP». A esto se suman, además, las declaraciones de varios de sus dirigentes reconociendo que su «objetivo en política es cerrar el paso a Podemos y sus aliados». La otra vía que defiende Podemos, apoyada en las formaciones nacionalistas y soberanistas, que –en su opinión– es «compleja y difícil, pero podría sentar las bases de un nuevo diálogo fraternal que buscara soluciones democráticas a las tensiones territoriales», está vetada por el Comité Federal del PSOE, que no prevé que se negocie con aquellos que defienden las consultas y la ruptura. Tampoco la conversación con Iglesias propició un encuentro cara a cara, aunque ambos líderes se emplazaron a seguir en contacto «en los próximos días».
La ronda de contactos que inició ayer el líder socialista no ha servido sino para constatar el bloqueo existente, pues –a priori– ningún interlocutor cede en sus posiciones. Rajoy defiende una gran coalición e Iglesias el concurso de los independentistas para el gobierno, dos postulados que figuran entre las líneas rojas que el PSOE se marcó a la hora de fijar sus pactos.