Anderson y su nuevo tipo de antihéroe
Esta es la tercera novela de Kent Anderson en la que prosigue las andanzas de su policía Hanson, tras sus dos éxitos: «Sympathy for the Devil» y «Night Dogs», que con «El sol verde» cabría calificar de autobiográficos, a tenor de las similitudes que guarda con su vida como boina verde de las Fuerzas Especiales en Vietnam, policía en Portland (Oregón), en 1976, y en Oakland en 1983, y posteriormente profesor de literatura en El Paso. Anderson es un escritor tardío, nació en 1945, y triunfó en 1987 con «Simpatía por el diablo», protagonizada por el agente Hanson, que revive literariamente sus combates en Vietnam con extremo realismo.
Lo que resulta singular de Hanson es que tras una vida repleta de violencia y muerte el personaje que ha sobrevivido a la guerra se siente inmortal, y como agente Hanson patrulla en solitario sin recurrir a la violencia, pero no al alcohol y las drogas, que consume profusamente para desactivar sus pesadillas bélicas y su deseo de muerte.
Es un nuevo tipo de antihéroe. Un veterano traumatizado por el dolor que causa la violencia y concienciado como policía de que es preferible dialogar a matar, desafiando la muerte a causa del síndrome de estrés postraumático que padece. Ha interiorizado un karma trascendente, casi mágico, sobre el poder de la voluntad y el diálogo para evitar los conflictos, entre la temeridad y el delirio de omnipotencia. Su parecido llega a la parodia al saberse que Anderson, que ahora vive en Nuevo Mexico, se enfrentó a un navajero borracho y recibió veinte pinchazos hasta que se decidió a coserlo a balazos. En «El sol verde» trata de recordar quien era cuando ejercía de policía en Oakland en 1983.
Frente a la Justicia, Hanson da preferencia al contrato social de su particular idea de la Ley y la compasión. Es la otra cara de Harry el sucio: el kamikaze buenista. Un ser angélico enfrentado a la galbana policial, la corrupción y la simpatía que siente por los mafiosos y los desfavorecidos de la sociedad, que se compadece de la miseria humana mediante actos de piedad suicida: «Sólo los tarados necesitan un arma para imponer la Ley».
Realismo brillante
«El sol verde» transcurre en los 80 y se caracteriza por capítulos cortos, como viñetas de las rutinas policiales e historias cortas –algunas muy brillantes–, que tienen como protagonista a Hanson, sus derivas por la parte chunga de Oakland y sus reflexiones sobre la moralidad de las detenciones, el uso de las armas y el trauma vital que sufre el policía, tan bueno y decente que debe emborracharse o meterse unos tiritos para soportar tanto a su jefes y compañeros como a sí mismo y la miseria económica y moral que le rodea. Muchos lectores se preguntarán qué tipo de novela criminal es ésta. El cambio posmoderno del relato policiaco que mezcla los usos y costumbres cotidianos del policía, sus rutinas, reflexiones y pensamientos con los desasosiegos de un personaje de autoficción: una literatura del yo esencialmente realista, donde lo autobiográfico adopta la forma de la fabulación, y de forma muy brillante.