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Daniel Sánchez Arévalo: «Mi novela es una metáfora visual»

El finalista del Premio Planeta 2015 se mete en la piel de una mujer en busca de una mentira que debe encontrar en «La isla de Alice»
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El finalista del Premio Planeta 2015 se mete en la piel de una mujer en busca de una mentira que debe encontrar en «La isla de Alice»
Una isla puede ser un buen sitio para olvidar la vida, para contarla, para reencontrarla o incluso para perderla, pero también para ser el finalista del Premio Planeta, que aunque sea el segundo puesto no está nada mal. «La isla de Alice» es un intenso relato de un cineasta al que le gusta contar historias ya sea en papel o en películas.
– ¿Entraba en sus cálculos el ser finalista de un premio literario de esta categoría?
– No, para nada, cuando uno se pone a escribir una novela sería un error ponerse a pensar en el premio, porque sería el camino a la perdición, sería el desastre, pero sí es verdad que nunca he querido ser una voz en el desierto. Lo que uno quiere es que la gente se entere de que he escrito una novela porque es muy difícil hacerse un hueco y la plataforma del Planeta es la mejor, por eso decidí mandarla tal cual: pura ambición en el buen sentido de la palabra, porque yo quiero llegar a la gente.
– Una ambición que es contar historias, le da igual si se llaman películas o novelas, ¿no? ¿Se siente más cómodo detrás de la cámara o ante el folio en blanco?
– Mi medio natural es en mi casa delante del ordenador, con una taza de té y con mi perra al lado. Dirigir requiere una responsabilidad y es muy estresante, hay mucha gente alrededor y mucho dinero en juego. No lo paso mal pero tampoco lo disfruto especialmente, es parte del proceso y nunca me gustaría dejar de dirigir pero donde más en mi salsa me siento es en mi casa. Tengo gran tendencia a la reclusión, a estar perdido en mis mundos.
– En la novela cuenta una imagen de Estados Unidos que tiene muy poco que ver con lo que estamos acostumbrados. ¿Cómo es realmente esa zona de la Costa Este?
– Claro, es que estamos habituados a una imagen que tiene mucho más que ver con la ficción que con la realidad, tiene más que ver con las series y las películas que con la realidad. No hay tanta diferencia, porque los tópicos sirven para algo, nos pasa a nosotros, y siempre hay una base de fundamento. Eso se desmonta buscando personajes concretos para que parezca que estás ante personajes que ya has visto y conocido.
–Pero la Costa Este es muy literaria, sólo con nombrar Nantucket ya sale casi medio libro.
– Desde luego que hay algo evocador en esa zona, quería que la historia transcurriera en la Costa Este porque es la zona que mejor conozco y en la que más tiempo he vivido. El paisaje es el adecuado y me he recorrido la costa dos veces desde Nueva York hasta Canadá, al final es allí en Nueva Inglaterra, donde grandes escritores norteamericanos han localizado allí sus historias, pero también por pintores como Hopper que me han inspirado mucho.
– Hay mucho de Moby Dick: la lucha doble contra uno mismo, contra la ballena, contra la tripulación, pero en la novela también hay una mujer que tiene que buscar su propio destino frente a sus propios miedos, en un pueblo que no conoce...
– Es que es eso que cuentas, la lucha contra la ballena es la gran mentira amenazante que te puede devorar. La lucha contra uno mismo, que es tan importante que la otra, ese diálogo constante con ella misma, ese combate del que nunca sale victoriosa me parece de lo más interesante.
– Además la isla como elemento literario.
– Eso es otra cosa que también fue surgiendo poco a poco porque yo quería entrar en una comunidad privada, aislada, y luego apareció la idea de la isla, pequeñita, reservada del turismo y con el acceso limitado también hace referencia a su isla interior. La isla que tienes que reconfigurar una vez que tu marido ha muerto y no sabes por qué, estás a la deriva y tienes que volver a reconfigurarte por dentro y alrededor. Mi novela es una metáfora visual como la pecera en la que nos ha tocado vivir.
– ¿Le ha ayudado su faceta de director a la hora de escribir? Porque la novela es muy cinematográfica.
– El mundo de las imágenes me ha ayudado a poder contar una novela muy visual, poder trasladarme a esa zona y contar ciertos paisajes, acciones, momentos. Sobre todo poder tener esa dinámica porque tengo que contar muchas cosas y que la acción esté siempre ahí. Lo que pasa es que luego está el mundo interior de Alice, que es jugar con lo que le sucede a ella, con sus pensamientos y eso está contado mediante primeros planos.
–¿Y la historia de dónde le ha venido?
– Pues no lo sé muy bien, yo desconfío de las grandes ideas y trato de sacarlas de mi mente, así que sólo las que tienen raíces son las que de la noche a la mañana aparecen después de tomar muchas notas y copar tus cuadernos. Eso que cuentas de la búsqueda, de la lucha interior nunca la tienes al principio sino solamente una vez que la estás escribiendo.