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Edwards resiste

El autor se adentra en una apasionante historia familiar con visos de thriller

Edwards resiste
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La aparición de un nuevo libro de Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) es siempre una grata sorpresa y en este caso viene acompañada por el placer de leer una historia de extraordinaria generosidad protagonizada por una mujer que pertenece a la familia del autor. María Edwards, la protagonista, era una sofisticada y adinerada chilena que vivía y disfrutaba de París entre fiestas, cócteles y algunas inquietudes culturales, cuando se produjo la ocupación nazi en 1942. «¿Puedo ayudar en algo?», preguntó María a una amiga, y cualquiera podría pensar que solo se trataba de cortesía de señora bien, pero comenzó a acudir como asistente a la maternidad Rothschild donde las mujeres judías daban a luz y a continuación la Gestapo se las llevaba con sus hijos recién nacidos. María salvó a muchos de esos niños, los escondió en su casa o les buscó un lugar seguro y se ocupó durante muchos años de su subsistencia hasta agotar todo su dinero. Siempre manteniendo la imagen de señora frívola que era su mejor tapadera. María se fue transformando en una mujer fuerte y generosa que no dejó de colaborar con la Resistencia ni siquiera tras ser torturada. Este crecimiento de la persona y del personaje redunda en la novela, que va ganando enjundia según avanza la acción con momentos emocionantes que la convierten en algunos tramos en novela de suspense.

Pero son tres los personajes principales, además de María están René Núñez Schwartz, español por el padre y judío sefardí por la madre, prófugo de la guerra de España, todo cordialidad y simpatía, el epítome de un «bon-vivant» dispuesto no sólo a sobrevivir, sino a hacerlo con entusiasmo y Wilhelm Canaris, espía doble y hasta triple, el jefe de inteligencia de la Wehrmacht, el hombre de las mil caras y los mil nombres, el que lo sabía todo y durante un tiempo fue intocable incluso para el mismo Hitler. Edwards juega la carta de la ambigüedad con él durante buena parte de la historia, no sabemos a ciencia cierta quién es y, lo más importante, cuáles son sus intenciones, lo que sí es seguro es que este fascinante personaje se merece una novela sólo para él.

La atmósfera de los difíciles años de la ocupación, cuando el París de la fiesta se convirtió en el de la suerte, para encontrar algo de comida o para vivir un día más, se reproduce con el acierto de quien ama y conoce bien la ciudad y está al tanto de la vida cultural europea, siempre presente en la obra del exquisito autor de «La muerte de Montaigne».

- Violinista salvado

La documentación no surge sólo de las bibliotecas y conversaciones familiares, el autor también se entrevistó con dos de aquellos niños salvados, uno de ellos convertido en famoso violinista. Es, en definitiva, un libro tan lleno de vida, generosidad y valentía que al llegar a la última página nos sentimos reconfortados ante la posibilidad de poder confiar en una parte del género humano y para que no lo olvidemos Edwards ha fijado en nuestra mente la imagen de una mujer que saluda cortésmente a unos nazis sintiendo el peso de la vida escondida bajo su capa.