El círculo vicioso

La última obra de Eggers se presenta como una distopía que recuerda a «Un mundo feliz» o «1984». Estas grandes novelas describían hace 82 y 65 años, respectivamente, una sociedad terrible en la que el hombre era totalmente controlado y utilizado por un omnímodo poder que todo lo sabía porque lo veía todo. Auténticas y geniales distopías que se cumplieron en mayor o menor medida y que hemos recordado a menudo mientras pensábamos que la ciencia-ficción de entonces se estaba haciendo realidad. «El círculo» es el nombre de una gran empresa con oficinas de cristal en la que trabajan miles de jóvenes. Crea un aparato llamado SeeChange: «La transparencia suprema. Sin filtros. Verlo todo. Siempre». Pequeños dispositivos que pueden instalarse en las paredes sin ser vistos o, si se quiere, llevarlos colgados del cuello. La protagonista, Mae, es una joven feliz de trabajar allí y cuya trayectoria es previsible. La prosa es fácil, con abundantes diálogos, a veces triviales y excesivamente minuciosos.

Lo más interesante de la novela, y al mismo tiempo lo que hace muy dudoso que pertenezca al género de la ciencia-ficción, es darnos cuenta de que el futuro ya está aquí. Lo muestran a diario las redes sociales y los programas de televisión, no es que no importe que te desnudes en público, física y emocionalmente, es que muchas personas están deseando hacerlo o ver cómo lo hacen otros. El futuro del que habla Eggers es pasado mañana, como mucho. Sí son interesantes algunas reflexiones como éstas: ¿Cómo evitar el mal? Es fácil: si todo el mundo te está viendo, nadie hace nada malo. ¿Qué se puede intentar para evitar la corrupción de los políticos? Sólo tienen que llevar una cámara colgada al cuello. En la facilidad con que podrían aceptarse estas soluciones está el gran peligro.