«El que estaba allí ...
«El que estaba allí ya no está» (Julio de 1957). La correspondencia entre Agustín Penón y Emilia Llanos, recogida en un libro, arroja datos sobre una posible exhumación y traslado de los restos de Federico García Lorca cuando se cumplen 79 años de su muerte
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La correspondencia entre Agustín Penón y Emilia Llanos, recogida en un libro, arroja datos sobre una posible exhumación y traslado de los restos de Federico García Lorca cuando se cumplen 79 años de su muerte
A mediados de los años 50, un paraje situado entre Víznar y Alfacar se ponía en venta. La noticia era delicada porque ese terreno se suponía que era el mismo en el que se cree que fue asesinado y enterrado Federico García Lorca y otras víctimas de la represión vivida en Granada durante los primeros momentos de la Guerra Civil, hace ahora 79 años. La información no se limitó a Granada y muy pronto llegó hasta Nueva York, al domicilio de Agustín Penón, el investigador que entre 1955 y 1956 había estado en la ciudad de la Alhambra tratando de aclarar las circunstancias del asesinato del autor del «Romancero gitano». Penón habló con prácticamente todo el mundo relacionado con los hechos y pudo entablar amistad con algunas personas cercanas al universo del poeta. Una de ellas se llamaba Emilia Llanos, una muy cercana amiga de Lorca y que pasó a ser cómplice de Penón en sus pesquisas.
Un libro recupera ahora la correspondencia entre ellos. Es «El enigma de una muerte. Crónica comentada de la correspondencia entre Agustín Penón y Emilia Llanos», de Marta Osorio y editado por Comares. Entre las misivas hay una información que llama poderosamente la atención y que añade más controversia a la posibilidad de poder localizar la tumba de Lorca, en una fosa oculta entre Víznar y Alfacar. Llanos ya le había anunciado el 12 de marzo de 1957 a Penón que «el terreno del olivo quiere venderlo “El Alegrías”, el dueño de la fonda donde tú fuiste en Alfacar», una manera de referirse a la zona en la que el poeta podía estar enterrado. El 25 de mayo advertía de que había que echarse atrás porque «lo de los olivos tenemos que dejarlo por ahora, no es oportuno». Hasta el 7 de julio, Llanos no le proporcionó más detalles a su amigo, siempre en clave por miedo a que la correspondencia pudiera llamar la atención de las autoridades franquistas. El párrafo de la carta abre todo tipo de interrogantes: «Ya no nos interesa adquirir los terrenos del olivo. El que estaba allí ya no está. ¿Comprendes? Hace mucho tiempo se supone que está en Madrid con la familia. Eso me ha contado una persona enterada. ¿Qué impresión te hace esta noticia? A mí, me ha inquietado mucho. ¿Dónde está ahora?»
Desde luego la información le preocupó a Penón, quien le afirma a Llanos que «me interesó muchísimo tu noticia sobre el cambio de localidad de nuestro amigo. ¿Merece tu absoluta confianza la persona que te lo dijo? ¿Lo sabe de fuentes seguras? ¿Discutiste con ella el lugar que nosotros descubrimos, y si fue así, lo reconoció como el verdadero?».
La fiel amiga, una vez más, habló del tema para aclarar las dudas del investigador: «Lo que te conté de nuestro amigo parece ser cierto, la misma actitud de la familia es extraña, no puedo decirte por carta quién me lo ha dicho, una alta persona. Sí, el sitio fue en los olivos, después lo cambiaron de sitio».
El fracaso de los varios intentos por localizar la tumba de Lorca ha hecho que muchos hayan especulado con la posibilidad de que el autor de «Poeta en Nueva York» fuera desenterrado a mediados de los 50, coincidiendo con el regreso de su familia a España tras años de exilio en Estados Unidos. La familia de Lorca lo ha negado reiteradamente y con rotundidad. No existe ninguna prueba que demuestre hoy que el poeta fuera desenterrado por esas fechas, aunque el rumor persiste con fuerza en Granada como ha podido constatar el autor de este reportaje en muchas ocasiones.
¿Es probable que se tratara de una falsa pista? ¿Que fuera una manera de alejar a Emilia Llanos de la realidad de los hechos? En Granada, sobre todo en esa época, hablar e indagar sobre el asesinato de Federico García Lorca era una labor extremadamente compleja. A las autoridades no les hacía ninguna gracia citar a un poeta que estaba prohibido.
- Identificar la ropa
Sin embargo, lo que sí es cierto es que los familiares de algunos de los asesinados pudieron recuperar los cuerpos de sus familiares en plena posguerra. Al menos, eso es lo que le aseguró Rafael Fernández Mejías al mismo Penón cuando lo entrevistó durante sus investigaciones en Víznar y Alfacar. En «Miedo, olvido y fantasía», el libro póstumo de Penón editado por Marta Osorio, el investigador apuntaba que Fernández Mejías «me dice que hace sólo tres años una familia de Alfacar que obtuvo el permiso para desenterrar a un pariente pudo identificarlo fácilmente por las ropas, que se conservaban en sorprendente buen estado». En aquel momento, el propietario de los terrenos le llegó a autorizar a Penón para que pudiera realizar una excavación, propuesta que emociona al autor, pero que finalmente desestimó porque «necesitaría el asesoramiento al menos de médicos forenses para la identificación y oficialmente no me lo permitirían, y hasta podría poner en peligro todo el trabajo que ya llevo hecho».
Las propiedades de Fernández Mejías se localizaban alrededor de la llamada Fuente Grande, en el término municipal de Alfacar. Allí, a muy pocos metros, se sitúa el parque que lleva el nombre del poeta y que está dedicado a la memoria de todas las víctimas de la Guerra Civil. Será aquí donde el próximo lunes, de la mano de Soleá Morente, se conmemore el aniversario del asesinato de Lorca. El escenario será junto a la fuente del parque donde, según varios testigos, podrían estar los huesos de Lorca. Fue allí donde se trasladaron ilegalmente, en 1986, después de que un grupo de obreros los encontrara accidentalmente junto con los restos de una muleta de madera y que podría ser la de Dióscoro Galindo González, el maestro cojo de Pulianas que murió con Lorca. Eso es lo que Manuel Valdivia Gómez, ex alcalde de Cogollos Vega, población de la que procedían buena parte de los trabajadores del parque, le reconoció en invierno de 2011 al profesor y arqueólogo Federico Molina Fajardo hasta en tres ocasiones. Esos mismos datos los tenían también, en 1986, el entonces vicepresidente de la Diputación de Granada, Antonio Ernesto Molina Linares; el diputado provincial José Antonio Valdivia Gómez, hermano de Manuel, y José Antonio Rodríguez Salas, en la actualidad alcalde del pueblo granadino de Jun y en 1986 guardia del Parque Federico García Lorca. Este último reconoció toda esta historia a este diario en septiembre de 2012.
- La «fosa 2C»
Pero los investigadores tienen mucho que hacer todavía. Aún hoy aparecen nuevas pistas e informaciones, algunas de ellas valiosas, como lo supone la publicación del libro con las cartas entre Penón y Llanos. Hay también datos nuevos que, por desgracia, se han quedado dormidos por el camino.
En febrero del pasado año, a muy pocos metros del Parque Federico García Lorca, en una urbanización privada llamada el Caracolar, un jardinero localizaba accidentalmente unos restos humanos junto a un árbol. Fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Granada. Todo apunta a que se trataba de los restos de uno de los miles de asesinados entre Víznar y Alfacar.
Para acabarlo de complicar más, hace unas semanas el Ayuntamiento de Víznar colocó una placa en la que se situaba otro enclave de la tumba de Lorca. La decisión había sido tomada por el anterior alcalde de esta población, Luis Antonio Pérez Sánchez, quien está convencido de que el poeta se encuentra en la denominada «Fosa 2C», después de que el arqueólogo que dirigió las catas hace dos años en el paraje así se lo asegurara de forma informal. En declaraciones a Ep, Pérez Sánchez admitía que «no existen datos fehacientes» para determinar que la «Fosa 2C» contenga los restos del poeta, ya que solamente una exhumación podría determinarlo.
El olivo que se convirtió en símbolo
El olivo del Parque Federico García Lorca se ha convertido en un símbolo, el probable testigo mudo del asesinato y entierro. Una fotografía, tomada poco después del crimen, es el mejor documento sobre este particular. La entregó en 1980 María Luisa Illescas a la Diputación de Granada, tal y como informó este diario en febrero de 2011. Illescas, en el verano de 1936, vivía con sus tíos en Víznar, en una casa en la que se alojaban seis miembros de la Escuadra Negra, los asesinos de Federico García Lorca.
Emilia Llanos, amiga confidente
Fue una de las mujeres más importantes en la vida de Federico García Lorca. Conoció al poeta cuando publicó su primer libro, «Impresiones y paisajes», y pronto surgió entre ellos una intensa amistad, con Manuel de Falla de fondo en muchas ocasiones. En este sentido, la familia Lorca recurrió a Llanos para que hablara con el músico y que éste fuera al Gobierno Civil para lograr la libertad de Lorca. Era el 17 de agosto de 1936, un día después de la detención. Pero Emilia nunca fue a ver a Falla: Antonio Gallego Burín le dijo que el poeta había sido asesinado aquella madrugada. Era ya demasiado tarde.