«Franco-Mao. 1973»: la trastienda de una alianza insólita
Luis Palacios analiza las relaciones entre España y China
Luis Palacios analiza las relaciones entre España y China
El ping pong (una serie de partidos entre Estados Unidos y China) derribó el muro que no habían podido tumbar las relaciones diplomáticas. «A partir de Nixon se produce un cambio con China que no sólo afecta a EE UU, sino que repercute en todas las naciones. Se pretende romper con algo que está superado: que la representación de China en las Naciones Unidas fuera Taiwán. Esto se plantea a partir de este viaje». Luis Palacios, catedrático de Historia de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, recuerda aquel partido, uno de los ejemplos de que el deporte es algo más que una mera competición, para contar las relaciones de España y China, que «comienza en 1973, cuando Franco "dictaba"los destinos de España y Mao "ejercía de emperador"». Aunque él insiste en subrayar, hoy, «cuando todos desean tener relaciones con China, España las tiene desde antiguo. Cito el papel de los misioneros, que es muy interesante, porque fueron los primeros que dan a conocer China en Europa». Después, matiza: «España no llega a china por el reparto de tierras conquistadas por el Tratado de Tordesillas; pisa muy pronto Filipinas, con Magallanes y Felipe II, que tendrá muchas sugerencias y presiones para invadir el territorio chino, pero Felipe II no opta por este tipo de colonización o conquista». El historiador ha publicado «Franco-Mao. 1973», una monografía donde analiza cómo se desarrollaron las relaciones entre nuestro país y el gigante de Oriente desde la década de los setenta. Pero, como no es persona que deje cabos sueltos, también introduce unos capítulos previos que glosan los contactos que ambas culturas hemos tenido a lo largo de los siglos. «El telón de fondo son las relaciones internacionales, marcadas por EE UU y la URSS. Llegó un momento en que se aprobó en la ONU la entrada de China, rechazando la presencia de Taiwán. España se apuntó a esta novedad. Lo que importa entonces no eran las ideologías de los líderes, y sí las relaciones comerciales de los países».
La economía del régimen
Uno de los puntos en los que hace hincapié es «a un dictador como era Franco se le convenció para que dejara hacer en economía. A partir de los 50, acepta el liberalismo económico, que generará la creación de una fuerte clase media. Las primeras generaciones economistas que salen de la facultad en el 45 o 46, le hacen comprender que no se puede seguir siendo autosuficiente. Para sobrevivir, con su pragmatismo, admite la «realpolitik». Por ese camino se restablecieron los lazos con China. «A los patriotas del régimen no les parecía oportuno aparecer con un régimen anticatólico y comunista», subraya. El primer embajador resultó un personaje inesperado: Ángel Sanz-Briz, que es recordado por la ayuda que prestó a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Palacios recuerda con una sonrisa cómo el maoísmo penetró en España y cómo «tuvo muchos seguidores que luego se convirtieron. Ahora son demócratas, pero entonces eran muy entusiastas un régimen que tiene tanta cantidad de asesinatos como Stalin o Hitler».
El papel del Rey y de la lengua
En el desarrollo posterior del vínculo entre España y China, presta atención a la figura del Rey. Respecto al futuro: «Las relaciones deben aprovecharse. Hay que ser humildes para aceptar nuestra realidad. A ellos les interesa el idioma, porque sus relaciones con Hispanoamérica son importantes».