Helen Garner lo cuenta todo
Como la vida misma. Así son las historias que cuenta la escritora australiana Helen Garner en «Historias reales», narraciones que tienen que ver con la cotidianidad de la existencia y con todo aquello (tanto lo bueno como lo malo) que implica vivir: una rueda en espiral en la que hay sitio para el amor, para el sexo, para la ternura, para la maternidad, para la experiencia personal, pero también para la ofensa y la humillación. Todo sostenido, eso sí, por la sabiduría de su propia experiencia y por una escritura ágil, sutil, clara, como si fuera una conversación en la que no cabe la amargura. Conocida en España por la novela «La habitación de invitados», Garner, sin embargo, tiene una larga trayectoria como periodista y como autora de libros de no ficción. Nacida en 1942, durante varios años ejerció la docencia, hasta que una tarde de primavera de 1972 se puso a hablar sin pelos en la lengua con sus alumnos de trece años sobre sexo y, unos meses después, decidió contar lo que había pasado en un relato al que no le puso firma y que publicó la revista «Digger». El resultado fue que el director del cdentro educativo descubrió que la autora era nada menos que Helen Garner y no dudó en despedirla. La maestra, entonces, encontró en la escritura una manera de ganarse la vida y comenzó a trabajar como periodista, al tiempo que empezó a dar sus primeros pasos, también, dentro del mundo de la ficción.
Una balsa hundida
Así, como periodista, además de colaborar en la prensa, se inmiscuyó en un caso que tuvo en vilo a la opinión pública: el de Robert Farquharson, un padre de familia que en 2005 fue acusado de ir en coche hasta una balsa y dejar que la balsa se hundiera, llevando hasta el fondo al coche con sus hijos dentro. Helen Garner cubrió el juicio e indagó en la historia familiar y en el pasado de Robert Farquharson y lo contó todo en «La casa de los lamentos», un volumen que recoge una notable investigación periodística (que acaba de ser editada por Libros del K.O.) en la que Garner, además de ceñirse al relato de los hechos, observa con una mirada tan amplia como microscópica, incluso comprensiva, el corazón secreto, oscuro, del alma humana.
Esa misma mirada es la que prevalece también en «Historias reales», con la salvedad de que, en este caso, además de reales, muchas historias son personales y tienen que ver con la relación con su escritura, con sus años como docente, con su experiencia de escribir para el cine y su estreno en los festivales literarios, con el hecho de cumplir cincuenta años y con todo aquello que, para bien o para mal, implica vivir.