Infierno Stalin
Izraíl Métter (Járkov, 1909- San Petersburgo, 1996) no pudo publicar la versión completa de «La quinta esquina» hasta 1967 y su aparición le reportó una fama inesperada, se había descubierto una joya escondida de la literatura rusa del siglo XX. Su protagonista, narrador y alter ego del autor, Boria, calma la sed de confesarse que atormentó a los soviéticos de su generación, la «generación de Stalin», mutilada por el insomnio, «los soñadores de los años veinte, diezmados y torturados en los treinta y segados en los cuarenta». En una sociedad en la que primaban los valores colectivos y pronunciar el pronombre «yo» era sospechoso, Boria-Métter entona un canto al individualismo, a la vocación, a la amistad y, sobre todo, al amor.
Sus orígenes judíos y pequeñoburgueses le impidieron el acceso a la universidad de Medicina y tuvo que formarse él solo como profesor de matemáticas. Vivió el largo asedio de Leningrado y trabajó en la radio. La descripción de su vida cotidiana desciende al infierno del estalinismo de forma contenida, la pasión es para Katia y su relación voluble y atormentada. Solo cerca del final entendemos por qué el título alude a un juego terrible que gustaba a los torturadores de la KGB. Emoción, lucidez y lirismo en una historia conmovedora. Un lamento que alarga el eco del dolor y nos hace sentirnos muy cerca de este hombre atormentado por la soledad y la culpa que afirma en un momento dado: «Nosotros, que queríamos lo mejor».