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Jenn Díaz: «El hombre no ha tenido la necesidad de entender a la mujer»

Jenn Díaz / Escritora. Trata la mujer casada, soltera o viuda. En su nueva novela, «Madre e hija», retrata lo femenino y su mundo íntimo sin cortapisas.
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Trata la mujer casada, soltera o viuda. En su nueva novela, «Madre e hija», retrata lo femenino y su mundo íntimo sin cortapisas.
Aborda la literatura desde la frase y la narración. «Cuando acabo una novela siempre pienso qué he intentado decir y qué es lo que la gente cree que digo». En «Madre e hija», a Jenn Díaz le ha salido un abanico de mujeres que es todo un espectro de vidas y destinos. «Son todos los modelos de mujer que puede haber y ninguno es adecuado: ni el de amante, ni el de soltera, ni el de viuda, ni el masculino porque, finalmente, una mujer jamás está satisfecha con ninguno. No importa cómo lo hagas o lo que decidas, porque siempre, desde el punto de vista de la sociedad, habrá algo que estas haciendo mal. Todos ellos acaban en un callejón sin salida. Este catálogo de la manera de ser una mujer siempre conduce a la contradicción».
–Pero la presencia masculina pesa en estas páginas.
–Comienzo matando al hombre y resulta que es el protagonista ausente. He hecho algo que vi en «Mujercitas». Ahí, el padre no estaba y, sin embargo, las cuatro niñas se regían por las normas del padre. Pero él no está y yo me preguntaba: ¿por qué mientras él no está crean una casa con normas nuevas? Aquí sucede igual, aunque el padre ha muerto, ellas siguen respetando las reglas del padre, del hermano y del marido que representa. Lo hacen todo como si él estuviera mirándolas. En ocasiones, las mujeres asumen tanto el rol de los hombres, que algunas son tan machistas como ellos.
–¿Los tópicos sobre las mujeres y los hombres funcionan?
–Algunos, incluso, forman parte de nuestra historia colectiva. Si agrupas a unas cuantas mujeres y en algún momento dirán la típica expresión: «Es que los hombres son así». De esta manera lo único que conseguimos es empequeñece las figuras de los hombres y las mujeres. Incluso a mí, si me pones con mujeres, verás los tópicos que suelto. Eso sucede porque decimos estos tópicos sin reflexionar. Eso explica que una generación como la mía, que busca la independencia, los repita sin compartirlos.
–Pero funcionan a un nivel subconsciente.
–Absolutamente. Es importante que las mujeres sean feministas, pero que también lo sean los hombres. Para que un hombre sea feminista, necesita esforzarse. Educar a una niña para que busque la igualdad resulta fácil porque vivirá la desigualdad y descubrir esa realidad va a ayudarla para que se rebele. ¿Pero cómo educas a un niño para que rechace un mundo que ha sido creado para él, para que luche por la igualdad y renuncie a privilegios que tiene de antemano? El feminismo está en las manos de los niños de hoy, que son educados por madres feministas. Lo verdaderamente importante es que los hombres sean feministas. Una mujer puede ser crítica, pero no ha nacido feminista ni la han educado en ello, y, aun así, termina siéndolo. Por eso mismo, un hombre también puede llegar a serlo. Le va a costar un poco más, pero también me cuesta esfuerzo a mí ser feminista. Lo decidí a los 18 años. Y yo misma me tuve que trabajar unos ojos para que fueran críticos.
–Permítame una frase hecha: «Los hombres no entienden a las mujeres».
–Lo que sucede es que ellas están habituadas a trabajar por todo y por todos. Desde que ellas empezaron a luchar por la opresión, se han preocupado por el débil. Pedían el voto para ellas, pero también para los negros y los pobres, y ellos lograron alcanzar antes este derecho. Ellas consiguieron todo lo que se propusieron, menos, justamente, lo suyo. La mujer lleva tantas generaciones siendo generosa con el hombre, con el niño, con los mayores, atendiendo a la vecina que está enferma, que tiene una vocación servicial que le ha hecho entender mejor al hombre. El hombre no ha tenido esa necesidad.
–Hay un feminismo mal entendido que se opone siempre al hombre. ¿Qué opina?
–Hay un feminismo malo, lo que quiere decir que no es feminismo. Es un femenino comercial. Hay un feminismo de verdad, que lucha contra la desigualdad y persigue equipararse al hombre, y uno comercial que dice «no» a todo y en el que no te puedan decir ni guapa porque es una ofensa a la mujer.
–La vejez es otro de los temas que aborda en su libro.
–Existen pocos libros sobre las diferentes etapas de la mujer, como la maternidad, que es un tema pendiente. Pero la vejez es un tabú. En este caso, lo difícil es que sea elegante y no sea ridícula porque, en esta sociedad, envejecer está prohibido. Es un asunto complicado de abordar. Es un misterio, incluso, entre ellas, que no se comparte como la sexualidad o maternidad. La vejez, pero cómo tratarla si no dejamos envejecer ni a las actrices porque la vejez no resulta cinematográfica. A la vejez hay que silenciarla, según algunos.

Ficha bibliográfica

«Mujer e hija»
Jenn Díaz
Destino
191 páginas,
17,50 euros