La narradora es una chismosa
Jane Harris sorprende con la soberbia «La verdad de la señorita Harriet»
Hay novelas que fascinan desde la primera página. No sólo por lo que cuentan, sino por cómo lo cuentan. Y uno de los elementos retóricos de esa fascinación es la voz del narrador. Tan poderosa y vívida que permite al lector abandonarse gustoso a su divagar narrativo. Eso ocurre en la desbordante novela de Jane Harris «La verdad de la señorita Harriet». Comienza con un planteamiento de intriga matizado por una promesa: la protagonista principal, a su vez, narradora, tiene intención de contarlo todo sobre un pintor. Estamos ante la narradora chismosa e intrusiva que, maravillada por la pintura de Ned Gillespie, se convierte en la anfitriona y testigo de los sucesos que vivió al lado de su familia, involucrada hasta tan punto en sus vidas que pasa a ser la cronista de una clase social y su forma de vida en el Glasgow de finales del siglo XIX.
Narradora metomentodo
¿Puede resistirse algún lector a tal promesa si quien narra lo hace con un dominio de la retórica de la ficción que atrapa sin miramientos? Estamos ante el narrador «amigo», el recurso dramático que inventara Henry James para ayudar al lector a comprender su obra. Una narradora metomentodo que apela al lector para ganar su confianza, seduciéndole para que crea en ella.
Desde el inicio, la señorita Harriet se convierte en el centro de la narración y es bajo su meticulosa mirada que entramos en un mundo cerrado, como es cada vida, y somos testigos de los dramas de sus protagonistas con la naturalidad de quienes han sido invitados a participar de ese mundo, tan real y expresivo que nadie diría que es fruto de la imaginación de la escritora.
Aquí la literatura es sinónimo de ilusión realista. Más concretamente lo que Henry James llama «intensidad de ilusión», para conseguir retóricamente que el retrato resulte «natural». Jane Harris es una muy buena alumna del maestro victoriano pues consigue esta ilusión de verdad que es toda buena novela. La escritora afincada en Escocia ya destacó en 2007 por una primera novela, «Las observaciones», que recibió muy buenas críticas y gran éxito de ventas. También participa de cierto goticismo, atemperado por su posición feminista explícita. En ambas combina la crónica social con la intriga psicológica, típica del pastiche «Vic Lit», (literatura victoriana), pero de forma colateral. Estamos ante una novela soberbia escrita por una gran fabuladora.