La Shirley Temple croata
En la década de los años treinta, mientras Europa se hundía en la oscuridad, una niña prodigio subió a los escenarios de Zagreb convirtiéndose en la «Shirley Temple croata». Era judía, se llamaba Lea Deutsch, y llegó a ser una gran estrella del Teatro Nacional, lo que no impidió que a los dieciséis años fuera deportada a Auschwitz, condenada por el régimen fascista de los ustachi, aliado del Tercer Reich.
Jergoviç quería escribir sobre esta niña, pero se encontró con una escasa información sobre su vida, de modo que convirtió la novela en un homenaje en el que Lea se convierte en Ruta Tannenbaum, una criatura de excepcional inteligencia, insolente y difícil de soportar, pero que cuando actúa consigue que el público sucumba ante su encanto.
Judíos y católicos
La novela narra la historia de dos familias de Zagreb, una judía y otra católica, que viven en el mismo edificio antes y durante la Segunda Guerra Mundial y cuyo destino está estrechamente ligado al de Ruta. La vasta cultura de Jergoviç, recordemos que es el autor de la espléndida «Freelander», es capaz de hallar un cauce ideal para discurrir, a veces de forma apacible, a veces con bruscos cambios. Se acumulan historias familiares, leyendas, la historia del pueblo judío, narraciones de tradición oral, reflexiones sobre la compleja convivencia de serbios y croatas.
Todo aderezado con un punto de sal muy de agradecer, el humor judío proporciona momentos de verdadero disfrute y reflexión unido a la conocida locura de la convivencia en los Balcanes. Un ejemplo: «De todo se duda, incluso de Dios y de su existencia, pero de que los judíos asesinaron a Su hijo, de eso aquí nadie duda». Alrededor de la figura de Ruta se despliegan los años previos al terror nazi: la ignorancia inicial de la población, el desconcierto, el miedo posterior y el descubrimiento de que ya es demasiado tarde para huir y de que nadie está a salvo, ni siquiera una niña prodigio de fama mundial.