Cultura

Crítica de libros

Nadie quiere a esta hija

Nadie quiere a esta hija
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Desde Sófocles a Freud, el mito es un tiempo cíclico que comienza y regresa a la raíz del hombre: solo sabiendo de dónde vienes puedes esperar conocerte un día. La autora nos ofrece una variante del mito en femenino, luminoso, doloroso y con fuerza, como una representación clásica. El enigma de la identidad que abruma a una joven en el umbral de la adolescencia, y que por motivos que ignora es devuelta a su familia biológica por la persona que la adoptó cuando era pequeña. Tras la puerta del nuevo hogar hay un mundo raro que la sumerge en una pobreza terrible, llena de hermanos que la miran con extrañeza y unos padres que la tratan con indiferencia. Repentinamente es huérfana de padres vivos. Dos familias y ninguna... Únicamente Adriana, su hermana pequeña y compañera de cama, será quien la guíe en esta nueva selva de miseria, gobernada por adultos que son en su mayoría violentos y están deprimidos. Una realidad incomprensible que la hace llegar a pensar que quizá la equivocada sea ella. Las ansiedades, los miedos, los sentimientos de culpa llenan sus noches sobre el camastro «en sociedad» con su nueva hermana, en una habitación de intimidad violada por demasiadas personas.

Se acabaron las jornadas a la orilla del mar, sus amigos, su entorno acomodado. El vivir en la ciudad o que la profesión de su padre sea la de carabinero (tan respetable). Todas las alegrías han desaparecido y solo queda un abismo de necesidades en su horizonte. Pero, ¿cuál es su culpa? ¿Dónde está su verdadera madre y cuándo volverá? ¿Por qué nadie le cuenta nada? ¿Por qué sus padres biológicos están carcomidos por el virus de la deshumanización hasta el punto de que más que verdugos son víctimas de su precariedad? «Yo era una niña, y los niños no dan miedo», le dice a su madre cuando la mira con distancia. Demoledor. Letal. La inversión de la parábola del Hijo Pródigo impone. Recordemos que en el Evangelio de Lucas, un padre misericordioso recibe con amor al hijo que había elegido irse del hogar. En este caso, una familia acoge a regañadientes a una hija que no había optado por irse ni regresar: ¿acaso es culpable de existir?

Lazos de sangre

Este durísimo libro es un verdadero relato de aprendizaje que, con un lenguaje conciso y austero, pero efectivo, alcanza el estrato más profundo de «el hecho humano», obligándonos a cuestionarnos la relación entre verdad y maldad, nacimiento y muerte, inocencia y culpa. Pero también la raigambre y los lazos de sangre. Esta historia enfrenta a una criatura inocente, obligada a hacer una absoluta revisión de su universo personal en medio del desconcierto.

Conmueve la soledad de la niña y provoca impotencia que esa madre esté tan alejada de la palabra maternidad. Cuando entra en escena la verdadera, o la que lo fue durante años, cuesta entender por qué tomó la decisión de devolverla a sus orígenes aún sabiendo lo que la pequeña se encontraría. Una delicia hecha de espinas.