Nikola Tesla, el iluminado
El ascenso de Nikola Tesla (1856-1943) como figura de referencia no sólo no decae, sino que va a más. Y España se está convirtiendo en uno de los lugares donde más calado está teniendo la figura del serbonorteamericano, con grandes proyectos a vuelta del verano que aumentarán aún más el número de títulos editados en torno a él y una ambiciosa exposición que acogerá la Fundación Telefónica de Madrid en noviembre. Otra prueba es la rapidez con la que se ha traducido y editado en español esta nueva biografía del genio, padre del sistema de corriente alterna que aún hoy día sostiene nuestra civilización, para muchos (entre ellos el Tribunal Supremo de Estados Unidos) verdadero padre de la radio y pionero de la tecnología inalámbrica que está revolucionando nuestra vida, que apareció en 2013 en inglés y que marca un hito en la bibliografía tesliana. Porque se trata de la primera que viene del ámbito académico, y que por tanto aspira a fijar la importancia de Tesla en el relato de la innovación tecnológica que transformó el mundo en varias décadas de vértigo en el tránsito del siglo XIX al XX. W. Bernard Carlson es catedrático de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Virginia, así como de Historia en la misma universidad. Y es esa doble perspectiva la que aplica a lo largo de un volumen que ha tardado 15 años en redactar, y en el que su prioridad es contar la vida de Tesla a partir de sus inventos, su forma de inventar y su relación constante con un ambiente de innovación frenética en la que él fue pieza destacada.
Para Carlson, hay muy pocos inventores capaces de hacer nacer una tecnología disruptiva; es decir, una tecnología que no se limite a mejorar lo ya existente, sino que verdaderamente irrumpa y cree algo nuevo, un camino inédito lleno de posibilidades y que introduzca un antes y un después. Y la Segunda Revolución Industrial, que supuso la domesticación y explotación definitiva de la electricidad como fuente de energía que abrió innumerables oportunidades, tuvo en el sistema tesliano su base y piedra de toque. Y Carlson nos cuenta cómo llegó Tesla a esos resultados.
Hijo de su tiempo
Inventor de la era eléctrica, el lector tiene la oportunidad de conocer en detalle el proceso inventivo de Tesla, cómo absorbía el estado tecnológico del momento y cómo era capaz de ofrecer ideas frescas e innovaciones en un proceso que en muchas ocasiones tenía un punto de intuición. Pero Carlson tiene claro que, incluso en los momentos en los que existe esa intuición, ésta no surge de la nada: Tesla, con toda su importancia individual y excepcional, es un perfecto hijo de su tiempo. El autor traza la genealogía de cada invento, de cada innovación, explica detalladamente su funcionamiento e indaga cómo puede haber sido el proceso seguido por el inventor: quién o qué le inspiró, cuáles fueron los pasos intermedios y cómo la especial arquitectura de su mente era capaz de visualizar los inventos antes de llevarlos a la práctica en un proceso mental que hoy podríamos comparar con una simulación por ordenador.
A diferencia de otras biografías, que han ido marcando una vida de Tesla en demasiadas ocasiones más cercana a la hagiografía o la mitología que al rigor, Carlson nos habla de un humano excepcional, pero al fin y al cabo humano. Así, no sorprende que lo que más le atraiga sea el hombre como inventor, y que le importe menos el personaje, hasta el punto de que pasa de puntillas, o directamente omite, pasajes que siempre han sido considerados episodios de referencia en todos los relatos de la vida de Tesla. Por ejemplo, en el libro de Carlson no existe la Guerra de las Corrientes, el enfrentamiento empresarial y mediático entre los sistemas de corriente continua (creación de Edison) y el de corriente alterna (producto de Tesla y asumido por la empresa de George Westinghouse), que tuvo momentos tan truculentos como la introducción de la silla eléctrica o el ajusticiamiento público de animales en las instalaciones de Edison; y rivalidades o desencuentros tan profundos como el que enfrentó al biografiado con Marconi o el financiero Morgan aparecen suavizados o minimizados.
Por contra, sí que ofrece explicaciones muy interesantes sobre alguno de los puntos más controvertidos de su biografía (como la supuesta captación de señales extraterrestres durante sus experimentos en Colorado Springs en 1899, de la que ofrece una plausible explicación que demostraría que Tesla no mentía, aunque le fallara la correcta interpretación de la misteriosa señal rítmica que sus aparatos detectaron en un momento en el que no existían fuentes de radio artificiales en el planeta), y aporta una muy ajustada explicación de por qué su nombre cayó en el olvido, que se aleja de las manidas teorías conspiranoicas e inserta su eclipse en la lógica de alguien que no dejó detrás ni empresas, ni herederos, ni discípulos que continuaran sus investigaciones. El libro de Carlson, pues, es fundamental porque supone la inserción definitiva de Tesla en el relato académico de un período clave de nuestra historia reciente, y es en ese ámbito en el que tiene un mayor valor y se convertirá en título de referencia, porque supone rellenar un hueco importante que aún lastraba la aceptación definitiva del genial inventor.
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