Padura y el cuento de Cuba
De buen gusto es callar como la piedra». El epígrafe de Eliseo Diego con que se abre el libro de Leonardo Padura es un buen resumen de lo que el autor cubano se ha propuesto al reunir por primera vez sus cuentos. Trece cuentos en los que se narran historias de pasión y de desengaños, de idas, venidas y partidas; de soldados que vuelven de África y de exiliados que no piensan ni pueden volver; de jóvenes que aún sueñan con un futuro lejos de Cuba, de personas que han decidido quedarse en un paisaje tan insular como propio y que el creador del inspector Mario Conde ha sabido retratar con palabras que dicen lo que dicen y, además, otras cosas.
«Aquello estaba deseando ocurrir» –tal es el título del libro– es así no sólo un viaje sentimental y certero por la Cuba de los últimos años, sino también por la cartografía personal que Leonardo Padura supo construir en sus siete novelas policiacas, poblada ahora por unos personajes que, en su perpetuo deambular dan forma a un mapa de frustraciones, de miedos, de fracasos y esperanzas, como le ocurre, por ejemplo, al protagonista de «La Puerta de Alcalá», quien tras terminar su misión en Angola a comienzos de los años noventa y encontrarse con un amigo en Madrid no sabe si lo mejor es quedarse en Europa o regresar definitivamente a la isla.
En cualquier caso, las decisiones de los personajes parece señalar Padura en estos trece cuentos escritos con firme tensión narrativa, son todas respetables, más allá de que todas, de alguna manera, llevan consigo la huella de algo profundo e irremediable, tanto si se trata de Violeta del Río, «La dama triste del bolero» (que figura también en una de sus novelas policiacas), de quienes prefirieron quedarse en Cuba y aceptar una realidad cercada por la cartilla de racionamiento, o de quienes, desde lejos, todavía sueñan con el día del regreso.