Novela

Palmeras en los Pirineos aragoneses

Luz Gabás completa su trilogía emocional con «Como fuego en el hielo», donde se remonta a los orígenes del turismo termal en el valle de Benasque

Palmeras en los Pirineos aragoneses
Palmeras en los Pirineos aragoneseslarazon

Luz Gabás completa su trilogía emocional con «Como fuego en el hielo», donde se remonta a los orígenes del turismo termal en el valle de Benasque

Agosto de 1843. La regencia de Espartero llega a su fin y el reinado de Isabel II asoma por el horizonte. Al norte de la Península, un territorio fronterizo inexplorado e inhóspito vive bajo la amenaza de los ataques carlistas y revolucionarios a partes iguales. Una atmósfera imposible para que Attua y Cristela lleven adelante su relación. Culpa de las circunstancias. «Porque ni ser moderado es fácil en la vida», apunta Luz Gabás, autora del libro que recoge este mundo, «Como fuego en el hielo» (Planeta). Su mundo.

Es en la tierra que bien conoce donde ha vuelto a ambientar uno de sus textos: los Pirineos. Natural de Monzón (Huesca, 1968), Gabás repite porque «la montaña ha sido el ensayo de mi vida. Me ha recordado que debo mirar más allá de mí misma, que soy parte de un todo mucho mayor, de un universo infinito –responde–. Me ha hecho un poco más sabia. Aquí he comprendido y esto me ha permitido seguir con mi viaje, ahora escribiendo (...) Si no hubiera decidido trasladarme aquí, no existirían mis tres novelas. Favorecen la meditación y la reflexión».

- Lucha contra los aludes

«Como fuego en el hielo» completa su «trilogía emocional». Si en «Palmeras en la nieve» tocó a aquellos que le habían precedido y en «Regreso a tu piel» enfrentó el romanticismo a la muerte, en esta obra habla de la dificultad del viaje de la vida y de la necesidad de agarrarse a cualquier cosa con tal de sobrevivir a las renuncias. No caer en el abismo. Un golpe en el que el amor «es el mejor salvavidas, es sublime», completa la escritora. Por mucho que, si se exceden los límites, éste pueda convertirse en una condena, como es el caso.

Todo nace de un «pálpito», recuerda Gabás. Quiso enfrentar «pasión y razón» como explicación de que la vida es una pelea constante entre los polos opuestos. De ahí la unión del fuego y el hielo en el título. «Puede que las ideas antagónicas se complementen y completen: que la razón nos ayude a no perdernos dentro de nosotros mismos y que la pasión nos ayude a sobrellevar un excesivo sentido de realidad», apunta. De ese razonamiento llegó a un siglo muy lejano a ella, el XIX. Apenas lo conocía por las novelas leídas de entonces. Así que fue a por él. Época de cambios e inestabilidades que, como no podía ser de otro modo, también se vivió en su valle, el de Benasque –Albort en la novela–. Al fondo de éste, donde todavía hoy es imposible encontrar paso por carretera entre dos países, ubicó su «pálpito». A ambos lados de sus Pirineos. En Francia, Cauterets y Bagnères de Luchón convertidos en lugar de culto para los agüistas europeos, que encontraba en estas villas termales una cura física y espiritual. De pequeñas casas de baños terminaron evolucionando hasta ciudades de recreo y moda; incluidos hoteles, teatros, casinos festivales, ruinas falsas, cacerías y ascensiones a las montañas cercanas. Lugar favorito de aristócratas y escritores.

Hacia allí miraron desde este lado, desde Albort. Algunos emprendedores tomaron aquello como patrón para levantar sus propios balnearios. En especial el de Benasque: cuyo origen se remonta a 1522 y ya hoy debe combatir los aludes cada invierno, como es el caso actual.

En él tendrá mucho peso la figura de Attua, «un hombre atrapado en una vida no deseada» al que las circunstancias le pondrán a prueba haciéndole sufrir y enfrentándole a la pérdida de sus ilusiones. Debe ocupar el lugar de su padre a la vez que aceptar que su futuro, que se presentaba muy favorable, ya no existe. Es tiempo de liderar las termas que han mantenido a la familia durante años y que ni por asomo hubiera elegido como destino.

Pero su decepción no llega sola, sino junto a la de Cristela: «Una mujer atrapada entre la vida deseada y la real que en su búsqueda de la felicidad deberá renunciar a sus deseos y confrontar razón y pasión», describe Gabás. Un amor imposible surgido de la pareja de «Palmeras en la nieve» de Julia y Jacobo. «Los lectores se fijaban mucho en su relación, y eso me llevó a pensar hasta qué punto el primer amor nos acompaña siempre», justifica.

Luz Gabás se lanza al inicio de esas casas de baños para recuperar la España «más exótica», como recogen los testimonios conservados de la época. Hasta ellos ha llegado la autora para vestir y dar de comer a sus personajes, «lo más difícil de todo, sin duda». Mucha literatura sobre la época dorada de los balnearios, pero poca centrada en los orígenes del turismo termal. Grabados, paseos por el Museo del Romanticismo de Madrid, escapadas a Francia, citas de quienes vivieron esa segunda mitad del XIX... En todo ello se ha apoyado Gabás para recrear el ambiente en torno a estos primeros viajeros extranjeros que llegaban cargados del espíritu romántico. Inicios del pirineísmo y del disfrute por parte de los aristócratas rusos, ingleses y franceses de la cordillera y de sus termas.

Esquí, la herencia de las aguas

Hablar hoy del valle de Benasque y no hacerlo de nieve es incompatible, más esta semana en la que se han visto superados. «Sin ella no dejaría de ser un lugar romántico y pintoresco, pero estaría despoblado», reconoce una Gabás cuyo padre nació en Cerler. Y si hay algo que una a este pueblo y la nieve es el esquí: herencia directa de ese turismo agüista y pirineísta del XIX. Igual que la construcción de los balnearios de aquel siglo supusieron un choque entre los locales por romper con la tradición y dejar el ganado para acudir a un trabajo en las termas, en los años 60 ocurrió lo mismo con la apertura de la primera estación de esquí –más tarde se abriría una segunda– con la tensión entre los que estaban a favor y los que apostaban por mantenerse.