Premio de 500.000 dólares para el lector más avispado
James Frey encabeza el proyecto «Endgame: La llamada», una novela que esconde pistas para encontrar un premio de 500.000 dólares para el primer lector que resuelva el misterio.
James Frey encabeza el proyecto “Endgame: La llamada”, “una novela del siglo XXI”, según él, que además de abrazar las nuevas tecnologías esconde pistas para encontrar un premio de 500.000 dólares para el primer lector que resuelva el misterio.
“No me avergüenza decir que espero vender millones de copias con este libro y que tiene una vocación comercial. Eso no significa que yo sea un cínico que escribe pensando en una idea millonaria. Simplemente he intentado ofrecer al lector lo más guay que se me ha ocurrido”, dice a Efe el autor, que establece este concurso global y ha editado esta semana su libro simultáneamente en 30 países.
James Frey parece haber aprendido al lección e intenta dejar claras sus intenciones desde el principio. “Claro que es un proyecto comercial. Con Google, 20th Century Fox, Harper Collins y Cesar Palace poniendo dinero antes de empezar, ¿tú qué crees?”, asegura.
Lejos quedan ya las polémicas de “En mil pedazos”, libro que publicó en 2003 como unas memorias de autosuperación de problemas de drogas y alcohol pero que luego tuvo que ser redefinido como un libro de semificción por las licencias literarias que se había tomado con su propia vida.
Por eso ahora ha decidido llamar a las cosas por su nombre y embarcarse en una fantasía infantil (hacer un puzzle literario similar al de uno de sus libros favoritos cuando era niño, “Marquerade”, de Kit Williams) pero “con todos los discursos que hoy ofrece el mundo de hoy”.
Una película, un videojuego, la ayuda de la geolocalización para seguir la aventura de “Endgame” en la vida real y hasta 50 cuentas en redes sociales que llevan creando legión de fans desde hace un año, para calentar la promoción de la obra, son parte del fenómeno “Endgame”, que será, además, una trilogía literaria: “La llamada” es solo el primero de tres actos.
Ahora, el recurso de sembrar en las páginas pistas para encontrar esos 500.000 dólares sería quizá lo más polémico en lo que podría ser interpretado como un recurso desesperado por atraer a un lector que, según afirma, cada vez se aburre más.
“Pero este dinero es mío. Lo podría haber puesto en un fondo de inversión, haberlo guardado para los estudios de mis hijos”, se defiende el autor, que comparte créditos con Nils Johnson-Shelton, pues el proyecto, además de un año de desarrollo literario, llevó 12 meses de búsqueda de empresas asociadas y 18 de desarrollo y coordinación de todas las plataformas.
“No me importa por qué se lea mi libro mientras se lea y se disfrute”, dice Frey, y asegura que descubrir ese misterio es “increíblemente difícil” (desde la editorial estiman que, en el mejor de los casos, se tardará unos nueve meses en atar los cabos) y que no tiene claro qué perfil de lector lo consiga.
“Ojalá sea un señor checoslovaco de 80 años o una mujer de 70 en Sevilla. Estoy convencido de que nos va a sorprender”, asegura.
Pese a toda la parafernalia que rodea este “Endgame”, Frey apela a que, en realidad, no deja de ser “una historia y unos personajes que enganchen al lector, que le hagan sufrir, asustarse, emocionarse... no poder dejar de leer en su cama por la noche”, dice.
Esta historia maneja hasta doce linajes milenarios que luchan entre ellos para sobrevivir eligiendo a un representante que esté preparado para una catástrofe inminente.
Una docena de civilizaciones antiguas a las que Frey hace un repaso histórico “no con la intención de educar sino de entretener, pero si a alguien le lleva a querer saber más de ellas, encantado”.
Se abstiene de incluir en esas civilizaciones el mundo de hoy. “El mundo de hoy es una ruina. Es fascinante, terrible... Pero supongo que ni más ni menos que como ha sido el mundo siempre”, asegura.
No obstante, asegura, aunque las aventuras siempre le lleven a otras épocas (su escritor favorito es Alejandro Dumas, especialmente su libro “El conde de Montecristo”), su vida, a día de hoy, no es menos trepidante.
“Así es como tiene que ser la vida, una aventura en sí misma. Y este proyecto ha sido lo más arriesgado, frenético y aventurero que he hecho jamás”, concluye.