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¿Quién ha matado a la duquesa?

El detective Ricciardi vuelve por sus fueros de la mano de Maurizio de Giovanni. «El verano del comisario Ricciardi». M. de Giovanni. LUMEN. 416 páginas,. 22,50 euros
larazon

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Vuelve el comisario Ricciardi. Taciturno y huraño como siempre por culpa del asunto, característica macabra de este detective de la Policía napolitana que le hace ver a los muertos de forma violenta y escuchar su postrer lamento. Sobre el desgarro interior de Ricciardi, escribe De Giovanni: «Era como si el policía viviese tras una barrera de dolor del que era testigo constante y eso le impidiese relacionarse con el prójimo mas allá de lo estrictamente necesario». Pero hete aquí que Ricciardi comienza a enamorarse de su vecina Erica y para complicarle la vida reaparece la bella cantante de ópera Livia, dispuesta a seducir al comisario. Pese al calor del ferragosto y la atmósfera tétrica del Nápoles fascista que Ricciardi transita como un muerto viviente, la novela adquiere un aire bufo, de comedia del arte, muy novedoso.
Han asesinado a la duquesa de Camparino, el verano pesa como una toalla mojada y Ricciardi ha de investigar un crimen con la oposición de las fuerzas vivas y las broncas de su jefe, Garzo, caricatura histérica del poder. Le ayuda su fiel escudero Maione. Le secundan el ecuánime padre Pierino y la obsesiva tata Rosa, dispuesta a casarlo con la recatada vecina, a sabiendas de que, para Ricciardi, «el amor es capaz de destruir y corromper». Nos encontramos en un microcosmos cuya verosimilitud descansa en cierto costumbrismo centrado en las pasiones cotidianas y en la geografía emocional de Nápoles, cuyas calles y personajes cumplen la función de marco de la clásica aventura detectivesca: ¿quién habrá matado a la duquesa?

Comida en el Gambrinus

En esta tercera entrega, se advierte un ligero sentido del humor. Escenas como la comida en el restaurante Gambrinus, descrita con un tono paródico, de ópera bufa, es el primer signo de que De Giovani introduce la ironía en sus depresivas narraciones. Lo mismo que el personaje del travestido Nenita, cuya relación con Maione adquiere honores de estrella invitada y posible personaje episódico, para alumbrar de forma cómica el mundo del hampa y la prostitución de los bajos fondos de Nápoles. Ricciardi sigue siendo un tanto funerario, a cuestas con esa maldición de ver a los muertos por doquier, pero endulzado por la pasión amorosa y una narración de tono más lírico, a veces con un asomo de comedia, que suaviza su terrible mundo. Obsesionado por resolver el crimen manteniéndose inflexible en su estricta ética personal, opuesta a la deriva de una sociedad que camina hacia el totalitarismo fascista. De Giovanni vuelve a recrear con genio literario el mundo pasional del comisario, la aventura policiaca y los conflictos sociales y políticos de la Italia de los años 30, tratados con elegancia estilística y nervio narrativo.

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