Ridruejo, en un lugar de Castilla
Gadir recupera «Segovia», una de las joyas literarias de este gran escritor
En 1974, la editorial Destino publicaba, en su legendaria colección «Guías de España», el segundo volumen de la «Guía de Castilla la Vieja», de Dionisio Ridruejo, donde aparecía minuciosamente descrita y «viajada» la provincia de Segovia. Coincidiendo con el centenario del nacimiento de quien fuera comprometido intelectual, poeta y ensayista, avanzado de la ideología socialdemócrata y señalado ariete antifranquista, vuelve esta «Segovia» primorosamente ilustrada con un magnífico material fotográfico y un esclarecedor prólogo a cargo de Javier Santillán, quien nos expone adecuadamente la idoneidad de esta joya de la literatura viajera y de la prosa itinerante.
Con notas –las justas– a pie de página que actualizan datos y lugares, el pausado ritmo de sabias apreciaciones históricas, geográficas, artísticas y gastronómicas, la admiración que rebosa el autor hacia un paisaje entrañable y entrañado en su sentimentalidad más profunda y la meditada huella del pasado colectivo, el lector se sumerge en un emotivo relato lírico. Contando con la colaboración de sus amigos Juan Benet, Fernando Chueca y Fernando González Olivares, su secretario de entonces, Ridruejo cuaja estas páginas de un recio idioma castellano, donde serrijones, altozanos, bóvedas, soportales, huertos y roquedas van fraguando un paisaje moral que no amaga una liberal actitud civil.
El autor está aquí a la altura de Josep Pla, Pío Baroja o Joan Fuster, compañeros de esa inolvidable serie de guías viajeras donde lo más importante no es el desplazamiento de un lugar a otro, sino la identificación solidaria con gentes y entornos convertidos en experiencia vital, en pura literatura. Con la sobriedad de un noventayochismo machadiano y la huella mística de un San Juan de la Cruz, la tranquila aventura de un viaje inolvidable está servida.