Una lectura pop y ansiosa
A partir de ahora, para los seguidores españoles de la novela negra será imprescindible tener en cuenta a Danny Miller, autor de la fantástica «Besos para los malditos», protagonizada por el detective de Scotland Yard Vince Treadvell. Desde su publicación en 2011, la saga ha continuado con dos novelas aún no publicadas en España, cuya mejor definición sería el tipo de intrigas que te atrapan y no puedes dejar de leerlas. Lo que los ingleses llaman, de forma sintética, «grab’n’read», de lectura ansiosa. Porque la literatura de Miller tiene esa virtud narrativa, la capacidad de atraparte desde la primera línea. Para ello parte de una meticulosa reconstrucción de los años 60 ingleses, del Soho londinense y el Brighton criminal de 1964, el año que fue invadida por decenas de scooters conducidas por «mods», que la liaron parda enfrentándose a palos con la panda de rockeros, llevando a convertir la ciudad veraniega en un campo de batalla infernal.
En ese clima de conflicto social y violencia juvenil, el detective novato Vince Treadwell trata de resolver un crimen cuyo alcance va más allá de la mafia de la droga del clan de los malteses, que dominan el tráfico en Gran Bretaña, de la corrupción policial al más alto nivel y la configuración de la subcultura juvenil atraída por la música pop, las drogas duras y los escándalos sexuales más populares de aquellos años, en especial el «caso Profumo».
Donde esté la verdad
Danny Miller ha querido configurar esta novela dentro de los parámetros de la novela negra tradicional, como un revival de las pulp de los 50, añadiéndoles el toque pop de la subcultura juvenil del swinging London en el momento de mayor efervescencia. Un remedo de novela histórica posmoderna, con sus referentes muy claros, en particular «Principiantes» (1959), de Colin MacInnes, y el influjo gay de «The Long Firm» (1999), de Jake Arnott. El resto fluctúa entre el pastiche muy bien elaborado de la novela negra clásica, donde no puede faltar una mujer fatal, la glamourosa Bobby LaVita, y multitud de referencias al tipo de detectives honestos y estrictos que se empeñan de forma obsesiva en desentrañar la verdad más allá de donde se encuentre, sin importarles las consecuencias de sus actos suicidas. Y una trama negra intrincada, oscura y melodramática como «Chinatown» (1974), de Polanski. Pero su mayor virtud es la creación de la personalidad del detective como un personaje modélico. De extracción humilde, honesto e insobornable hasta el martirio, enfrentado a un mundo cuya corrupción alcanza todos los estamentos, desde el policial a la industria de la música pop. Un entorno tan nítido y bien retratado por Miller que presagia una fulgurante carrera al detective Vince Treadwell.